Descargar Ilustres conocidos (pdf) - Municipalidad de Morón

nes más importantes del país, como el Nacional, el
Belgrano y algunos del interior. En 1968 obtuve el primer
premio en el Salón Nacional, fue una gran sorpresa
para mí. Al año siguiente me compraron la obra en ese
Salón, y pienso que a partir de ese momento la carrera
como artista fue tomando cada vez más fuerza. Ahora
recuerdo también el premio Alfonsina Storni que obtuvimos
con Nidia (Sroulevich, su actual mujer) en el salón
que organizaba Ciudad de Buenos Aires. Son galardones
que fomentan el progreso de tu trayectoria, porque
tengamos en cuenta que el monto, al menos te asegura
la compra de los materiales.
¿Le cuesta desprenderse de sus obras? De algunas,
sí. Hay una obra que se expuso en el Concejo Deliberante
de Morón llamada Cantos Gregorianos: aunque varios
quisieron comprarla, nunca la quise vender. Le tengo un
gran respeto a ese cuadro, hasta un pintor italiano se lo
quería llevar a Sicilia. La idea me gustaba, pero desprenderme
de él me generaba un vacío tremendo.
¿Cómo se compone su familia actual, y qué relación
tiene con la pintura? Me casé con mi primera mujer a
los 23 años y tuvimos tres hijos: Nora, Bernardo y Rosita.
En el taller de Urruchúa conocí a mi nueva compañera,
Nidia, con quien tuvimos a Antonela. El grupo se completa
con un bisnieto y tres nietas.
En realidad, la formación cultural de toda mi familia fue
relativamente baja, pero sentíamos una energía interior
que nos hacía cantar, interesarnos por la música y
aprender instrumentos. En cuanto a los antecedentes,
no había pintores, pero sí artistas de otras disciplinas.
El principal era mi padre, bailaba y cantaba de maravillas.
En las reuniones dominicales, donde venían unas
40 personas a comer los ravioles de mi mamá, papá improvisaba.
Yo tocaba el acordeón, mi hermano la armónica,
y con los platos hacíamos una batería. Hoy
mis hijos y mis nietos son músicos. Mis hijos, Bernardo
y Nora, dirigen la escuela de música de Haedo.
¿Qué sintió al ser nombrado Ciudadano Ilustre? Me
llenó de orgullo. Son tantos los ciudadanos que merecen
ser ilustres -y no lo digo mandándome la parte-, que el
nombramiento me da un poco de vergüenza. Pero me tranquilizó
darme cuenta que se valoró a los cientos de alumnos
que pasaron por casa. Por la edad que tengo me siento
heredero de nuestros maestros, somos una continuidad
de aquellos que nos enseñaron. Es nuestro deber compartir
esas cosas con las generaciones futuras, por eso
me dedico a la enseñanza.
Vida y obra. Bernardo Di Vruno nació en
Buenos Aires en 1921. Estudió pintura con los maestros
Demetrio Urruchúa y Pompeyo Audivert, y
también recibió formación de otros grandes artistas
como Miguel Diomede, Juan Carlos Castagnino,
Lino Spilimbergo, Enrique Policastro y
Antonio Berni.
Expuso en salones oficiales y privados desde 1943
en el país y el exterior.
Obtuvo importantes distinciones, entre ellas las
otorgadas por el Salón Nacional y el Municipal Manuel
Belgrano. En varias convocatorias se desempeñó
como jurado.
A lo largo de casi 50 años dedicados al arte implementó
varias técnicas: dibujo, lápiz, tinta, pastel,
grabado y monocopia. Sus obras incursionan diferentes
formas de expresión, como el realismo y el figurativismo.
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