Descargar Ilustres conocidos (pdf) - Municipalidad de Morón

¿Cómo fue su infancia? Nací en Lincoln en 1922 y me
recibí de maestra a los 17 años. La familia estaba conformada
por mamá, papá y siete hermanos menores.
Mi padre era técnico mecánico, tenía un taller muy grande,
y vivíamos en una casa espaciosa donde pasamos una
infancia increíble.
¿Y ejerció la docencia desde joven? Empecé mi
carrera en una escuela pequeña de General Pinto, daba
clases en cuarto grado. En esa época el maestro actuaba
como guía del hogar, sobre todo en una comunidad tan
pequeña. Era una tarea hermosa: formábamos centros
de madres y agrupábamos a la gente en comunidades
para que se hicieran cadenas de ayuda.
Teníamos gran reconocimiento, éramos el ejemplo a
seguir después del médico y del cura. Recuerdo una vez
que tuve que operarme de apendicitis y en el hospital
estaba el médico, la enfermera y yo. Las visitas esperaban
afuera y se les daba un horario. Tuvieron que poner
turnos de consulta porque el maestro era una especie
de líder del pueblo. Como broche de oro de mi primer
puesto, al cumplirse 25 años de haberme recibido en la
escuela se reunieron en el pueblo para festejar ese aniversario.
Me invitaron a mí para hacer la clase magistral
con todos los que habían sido mis alumnos.
Estaban los grandulones de delantal blanco. Fue
precioso.
Se puede decir que nunca dudó de su vocación
como maestra. Nunca, aunque también tenía otro sueño
mientras hacía el magisterio: deseaba ser piloto ae-
ronáutico, y me inscribí en la escuela de Pergamino
Carola Lorenzini. Por mejor promedio, junto con una amiga
nos premiaron con un vuelo de bautismo. Años más tarde
recuerdo que estaba con mi hijo Carlos, de un año de
edad, acompañada por un piloto que había venido al pueblo
y ofrecía realizar vuelos con él. Nadie quería hacerlo,
pero yo me decidí y subí con uno de mis cinco hijos. Llamé
a mi marido para contarle, y se enojó mucho. Sin embargo,
estaba extremadamente contenta. Ahora Carlos
es piloto e instructor de Jumbo.
¿Dónde conoció a su marido? Eramos vecinos de
General Pinto, una ciudad ubicada al noroeste de la
provincia de Buenos Aires. Nos pusimos de novios y estuvimos
así cinco años, pero como él trabajaba en un
banco y yo en una escuela, nos veíamos muy poco.
Después nos casamos en 1945 y vinimos para Morón.
En aquella época existían pocas casas, no había luz ni
gas. Sólo la iglesia y la plaza. Viajaba todos los días a
Gral. Las Heras, donde me desempeñaba como docente.
Le agradezco que me dejara seguir trabajando, porque
era mi verdadera vocación. Daba clases en primer grado
inferior, que es el más maravilloso, tenía como 40 chicos.
Después de ahí me trasladaron a Merlo
Debe haber sido una gran experiencia. Sí, porque
coincidió con la creación de una escuela en el barrio
Parque San Martín, en 1952. Era un predio de yuyos altísimos,
lo que obligó a empezar a dar clases en un club
vecino, hasta que el lugar estuvo listo. Teníamos que
armar todos los días las aulas: antes de irnos sacábamos
todos los bancos del salón del club, y al día siguiente
los volvíamos a acomodar. Era un barrio muy humilde con
casillas prefabricadas, pero sin embargo nos arreglamos
bastante bien. Inclusive hicimos una escuela al aire libre.
Se dictaban clases en aulas externas que las
maestras pedían. El mástil era una palmera. Fue
una innovación hermosa. En ese lugar, llamado luego
Almirante Brown, llegué a ser directora, y en dos meses
estuve a cargo de 18 grados. Trabajé allí cinco años,
con una energía de grupo realmente grandiosa.
¿Qué pasó después? Entré en la Escuela N° 7 de Morón
como vicedirectora. Quería estar más cerca de casa
porque mi objetivo era permanecer más tiempo con los
chicos, y paralelamente seguir trabajando. Recuerdo que
en ese colegio había 42 grados. Estuve doce años, y al
quinto ya era directora. Antes, para entrar en primer
grado a los pibes les hacíamos revisaciones médicas,
donde se descubría que había muchos niños desnutridos.
Entonces empezamos a darles de comer. Puedo decir
con orgullo que habíamos formado un lindo equipo,
nos apoyábamos en todo: preparábamos los sandwiches
para los nenes entre la portera, las secretarias y las maestras.
Fue la primer escuela pública que tuvo comedor
escolar. Además teníamos un consultorio grande para
los chicos, donde sacábamos radiografías y se les realizaban
distintos estudios.
¿Qué edad tenía? Tenía 48 años, era joven, pero decidí
retirarme porque me enfermé del corazón. El cardiólogo
me dijo: o la casa o el trabajo, las dos cosas no.
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