Descargar Ilustres conocidos (pdf) - Municipalidad de Morón

¿Nació en la Ciudad de Buenos Aires? Sí, en el
hermoso pueblo de Floresta. Cuando tenía dos años mi
familia decidió mudarse a Morón porque a mi padre de
joven ya le gustaba el lugar. Comencé primer grado en
la escuela N° 68, fundada en la provincia pero dependiente
del Gobierno nacional. Allí cursé hasta tercer
grado. Después me pasaron a la Escuela Provincial N°
3 Bernardino Rivadavia, donde pude conocer la gran diferencia
que existe entre las entidades educativas de
la Provincia y de la Nación. Lo percibí como alumna,
maestra y profesora.
¿Egresó del colegio secundario con el título de docente?
Efectivamente, tenía 18 años cuando me recibí.
No cualquiera egresaba de esa institución porque era
muy exigente. Había que pensar y razonar. Era un esfuerzo
para mí llegar hasta allá, porque quedaba en Bolívar
al 1200. Recuerdo que me tomaba el tren hasta la estación
de Once, desde allí el subte a Plaza de Mayo y luego
el tranvía hasta el colegio.
¿Qué hizo una vez egresada? Mi intención era seguir
un profesorado. A mí me gustaba todo, desde las
matemáticas y la biología hasta la escultura, y no sabía
qué estudiar. Pero mi madre no me recomendaba el ambiente
del arte, entonces me decidí por las matemáticas.
Me resultó una materia muy fría y pensé en inscribirme
en otro profesorado.
Estaba buscando un rumbo. Lo que pasa es que, como
dije antes, me interesaban distintas iniciativas. También
en ese momento se me ocurrió servir en una escuela rural,
donde había muy pocos maestros. Se enteró de mi
idea quien había sido una profesora mía, y me dijo: “Lilita,
no te inscribas en eso, vas a sufrir mucho”. Para sacarme
la idea de la cabeza me ofreció una suplencia de maestra
en la escuela donde estaba trabajando, que era justo
donde yo hice los primeros años de la primaria, la 68.
Ahí descubrí mi verdadera vocación, porque al hacer la
suplencia me dí cuenta que me encantaba enseñar. Esa
profesora y mi mamá me alentaron a seguir estudiando,
y me recibí de profesora de Ciencias en la Escuela Normal
Roque Sáenz Peña. Se trataba de un título muy amplio.
Podías ser profesor de geografía, mineralogía, matemática.
Ese profesorado no era muy bien considerado
porque decían que abarcaba mucho y que era inferior. A
mí me parecía una educación extraordinaria por la integración
y articulación de todas las materias.
¿Cuándo ingresó a trabajar en el Colegio Nacional
de Morón? El mismo año de su fundación, en 1949. Yo
estaba recién recibida, pero al principio no me inscribí
porque no tenía ninguna esperanza de que me nombraran.
En general yo no presiono las circunstancias, espero
que Dios provea. Pero mis amigos me decían que me
anotara porque me quedaba cerca. Me llamaron y fue
una emoción muy grande. Trabajé hasta 1982.
¿Recuerda la institución en sus comienzos, y qué
cambios hubo después? Estábamos orgullosos de la
exigencia de la buena educación. Los alumnos respondían
de una manera extraordinaria. Ahora me encuen-
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