Descargar Ilustres conocidos (pdf) - Municipalidad de Morón

¿Es argentino? Sí, pero mis padres eran valencianos,
de pueblos lindantes en la provincia de Castellón de la
Plana. El llegó a la Argentina en 1910 y mi madre en
1912. Tuvieron dos hijos, trabajaban en la misma fábrica
de calzado y allí se conocieron. Eramos habitantes de aquellos
nobles conventillos de Parque Patricios, donde llevábamos
una vida social muy particular, muy simple. Se vivía
en una habitación. Me acuerdo del turco de la pieza
contigua, y de los rusos que estaban del otro lado. Era un
conventillo con una gran influencia anarquista. Mis padres
eran anarquistas.
¿Qué recuerda de su paso por la escuela? Sólo tengo
sexto grado terminado a los coscorrones, porque a esa
edad ya trabajaba. Empecé vendiendo churros. Mis papás
erabn obreros en una fábrica de calzado hasta que se
quedaron desempleados por la crisis de 1929. En la escuela
no era un gran alumno, generalmente la campana
de entrada me encontraba en el hueco de la esquina jugando
a la pelota con atorrantes como yo. Entonces un
buendíalaporteramedijo: “Roig,tienequeiralaDirección”.
Me agarré la cabeza y repasé qué había hecho. El director
me dijo: “Vos hasta hace un tiempo venías con zapatos
y ahora venís con zapatillas, ¿qué paso?”. Le comenté
que mis padres estaban sin trabajo y él me dijo que me
iba a conseguir un par de zapatos. Yo era muy travieso,
tanto que si el boletín llegaba sin ninguna amonestación,
sin ningún lío, mi padre le decía a mi madre: “Vete a hablar
al colegio porque este chico debe estar enfermo”.
¿Siempre vivieron en Parque Patricios? Sí. Cuando
salimos un poquito a flote alquilamos una casa chiquita
también en ese barrio, donde como te dije vivían muchos
anarquistas. Recuerdo que jugábamos en la calle y salía
una vecina y decía: “Ay niño, vete a buscar al doctor que
han traído a Juan malherido”. Mi madre me enseñaba a
hacer la cama y me decía que había que hacerla bien,
porque un día pondrían a nuestro padre enfermo. ¡Que
sentido trágico de la vida! Así eran los anarquistas.
Sin duda esa visión política lo formó para lo que
hizo después, que fue trabajar para la comunidad.
Yo creo que fue así. Resulta que mientras vendía
churros en las fábricas me pilló, con mis 15 juveniles
años, la gran huelga de la construcción en 1935. Entonces
en nuestro barrio se creó un comedor obrero al que venían
las familias de los huelguistas. Los adolescentes a
la mañana pasábamos por ahí y tomábamos un mate
cocido con una galleta, y después salíamos a recorrer
los negocios, mercados y ferias del barrio en busca de
alimentos para el comedor. Luego aprendí el oficio de
yesero y me perfeccioné en la Universidad Obrera del
Sindicato de la Construcción en Chacarita. Tenía 17 años.
¿En qué consistió el movimiento de solidaridad?
Era un movimiento que juntaba todo lo que podía para
enviar a España durante la Segunda Guerra Mundial.
Se hacían festivales y bailes. La actividad tenía tres ramas:
hombres, mujeres y jóvenes. Recuerdo que en 1941
estábamos haciendo un picnic en Punta Lara con muchos
jóvenes de distintos barrios; de golpe vino la policía y
rodeó el campo. En esa época los conservadores tenían
la técnica de hacerte firmar un papel en blanco al que
luego le encajaban cualquier cosa, entonces la consigna
para todo el mundo era correr y que nadie firmara nada.
Me acerqué al grupo de Villa Crespo y ví los ojos hermosos
de una muchacha, pero la prioridad era avisar y
correr. Nos llevaron detenidos a la Jefatura de Policía
en La Plata, nos dieron una buena paliza y nos metieron
en un calabozo por ocho días, en los que me pasé pensando
en esos ojos.
Fue a buscarla, seguramente. Claro. Yo tenía un dato
importante: sabía que era de Villa Crespo. Entonces ni bien
me sacaron de ahí, con la ropa toda rota, me rearmé un
poco y me fui al Club de Villa Crespo y la encontré. Tuve
la fortuna de que fuera mi compañera durante cinco años,
de los cuales estuve preso dos.
¿Por qué razón? En 1943 un día llegué a la obra y me
estaban esperando. Me encarcelaron en Neuquén durante
dos años, yo tenía 23. Eramos 150 presos políticos
que cuando nos soltaron nos expulsaron a
Montevideo, Uruguay. No llegué a estar allí ni un año,
pero fue importante para mí. Me recibieron muy bien y
empecé a participar en radio en un programa de la Central
Obrera Uruguaya. Hay que reconocer que Uruguay en
aquellos años era la suiza americana, había muchos
exiliados de todo el mundo. A fines de 1945 pude volver
a la Argentina.
Un año clave para el país por la irrupción del peronismo.
Claro. Comencé a trabajar en la industria tex-
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