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Vida y obra. Juan Carlos Turco nació el 9
de abril de 1932. Vive en Castelar desde 1969 con su
esposa y sus dos hijas. Activo luchador y defensor
de la educación pública, vivió generando proyectos
y llevándolos adelante con una constancia inigualable.
En 1985, preocupado por la falta de una escuela
secundaria, participó en una reunión en la
Escuela N° 75, donde se lo eligió pro secretario. Ese
primer encuentro fue el inicio de lo que después se
convirtió en la Escuela de Educación Media N° 12.
Turco es colaborador desde hace décadas de la Sociedad
de Fomento Almafuerte y la Biblioteca 9 de
julio, ambas instituciones de Castelar. Además, estuvo
al servicio de la precaria Escuela N° 103 (actual
EGB N°. 18) donde nació el proyecto del Jardín N°
909 de Villa Udaondo, creado en 1995. Allí, dos años
más tarde fue inaugurada una biblioteca escolar que
la comunidad educativa propuso bautizar con el
nombre de “Juan Carlos Turco”.
cooperadora de la Escuela N° 7, porque un vecino me pidió
colaboración para soldar los laterales del techo del
gimnasio. Luego entró mi hija a estudiar allí y me eligieron
vicepresidente. Desde ese momento he participado
en distintos cargos.
¿Fue importante la Cooperadora? Muy importante,
hicimos muchas cosas. Se instaló la sala de computación
con 21 computadoras. También hace unos años editamos
dos libros con cuentos y poesías que escriben
los chicos. Lo interrumpimos por falta de fondos, pero
este año voy a ver la forma de que la idea arranque otra
vez. Para mí es un placer ir a la escuela. Cuando entro
al aula los chicos me piden que le cuente un cuento o
les recite una poesía. Yo además les digo que escriban
y que lean. Me regalan muchos de sus escritos. El próximo
año la escuela cumplirá 125 años y ya estamos organizando
varias actividades.
Usted también es uno de los fundadores de la
Escuela Media N° 12. Sí. Hacía falta una Escuela Media
en Castelar y nos juntamos en la Escuela N° 75, de la
calle Pergamino, para conformar la comisión pro-creadora
de un colegio secundario. Primero la escuela comenzó
a funcionar en la sede de la 75 y luego se consiguió
algo de dinero para construir el edificio en Munilla
y San Nicolás. El proyecto comenzó en 1985 y concluyó
en 1992. Para terminar el edificio hubo mucha colaboración
de toda la comunidad.
¿Cómo surgió el proyecto de creación del Jardín
N° 909? Resulta que en Villa Udaondo estaba la Escuela
N° 103, a la que solamente iban los que ya no podían
pagar el colectivo. Eran tiempos duros, y más duros los
hacían desde el Concejo Escolar. La comida era espantosa.
Mucha gente que participaba en la Cooperadora
lo hacía porque se llevaba comida para su casa, era gente
muy pobre. Recuerdo que a raíz de un pedido de colaboración
que la directora había hecho a través de FM
En Tránsito fuimos con mi señora, porque estaban organizando
los festejos por el 25 de Mayo. Era un día lluvioso
y estaban casi en penumbras. Miré a los personajes
y me recordaron a una obra de Antón Chéjov.
Me presenté y les dije que los iba a ayudar. Les pregunté
si habían leído el acta anterior, y me dijeron que no tenían;
lo mismo respecto de la memoria y balance. Les
propuse que para la próxima asamblea consiguieran todos
los libros. Continué reuniéndome con ellos y me comentaron
que querían tener un jardín de infantes.
Remodelamos un aula que funcionaba como depósito,
e hicimos más baños.
¿Se las arregló con el financiamiento? Moví todo
Castelar. Hicimos dos asados, FM En Transito nos ayudó
mucho, el Banco Credicoop nos dio los asientos y las mesitas,
y los padres pintaron las aulas. El jardín fue inaugurado
por los mismos chicos, quienes cortaron la cinta.
Ahora ese jardín, que era el 956, es el 909, y funciona
en otro predio. En definitiva, queríamos hacer algo por
la comunidad. La idea que siempre tuve fue que la misma
gente debe ser la encargada de organizarse. Porque
con esfuerzo y ganas, sale todo.
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