Descargar Ilustres conocidos (pdf) - Municipalidad de Morón

Cuéntenos un poco acerca de su infancia. Soy de
Tucumán, nací un 24 de febrero de 1925. Mi familia estaba
compuesta por mis padres y tres hermanos. Mamá
fue una docente sarmientina, trabajó 35 años en la profesión,
y papá era contador público nacional. Mi hermano
era abogado, y junto con mi hermana estudiamos para
ser maestras. Una vez terminado el magisterio, ingresamos
a la Universidad de Tucumán, donde me licencié en
Filosofía en 1952 con los grandes profesores italianos que
se habían radicado en esa provincia. Ese mismo año obtuve
una beca para perfeccionar los estudios en Roma.
El programa duraba dos años, pero me quedé más
tiempo y rendí las equivalencias para el doctorado. También
obtuve el título para ser profesor de las universidades
italianas. La época de Roma fue de gran plenitud
intelectual, con mucha formación y estudio.
¿Cuánto tiempo se quedó allí? Seis años después recién
vuelvo al país. Pero visité otros lugares, estuve de
viaje por el este de Europa, por los Balcanes. También estudié
en Grecia, conocí Turquía. En Italia había conocido
al director de fotografía de diversos films y también ciudadano
ilustre de Morón, Adelqui Camusso. Nos casamos
en 1956 y un año después viajamos a París, donde
nació nuestra primer hija. Mi tesis de doctorado fue sobre
un autor francés, de modo que en Francia tuve oportunidad
de seguir ahondando en ese trabajo. La estadía en
Europa para mí fue definitiva como formación.
A su regreso, seguramente costó la adaptación.
Es verdad. Cuando volvimos me incorporé al Instituto de
Filosofía de la Universidad de Buenos Aires como investigadora.
Llegué a ser jefa de trabajos prácticos de
esa cátedra de ética. Después ascendí a profesora adjunta.
Siempre fui de ideas socialistas y de convicciones
muy fuertes.
¿Y de qué manera trabajaba, teniendo en cuenta
una época políticamente bastante convulsionada?
Cuando el gobierno de (Juan Carlos) Onganía intervino
la Universidad en 1966 se produjo el éxodo de profesores,
y todos nos plateamos si seguir en la institución o no. En
un grupo decidimos quedarnos, pero hasta 1974 la vida
universitaria fue un calvario. La cosa cambió cuando volvió
(Juan) Perón, a partir de que la dirección del departamento
de Filosofía fue tomada por Rodolfo Puiggrós,
quien me ofreció la materia Historia del Pensamiento Argentino
y la dirección de un Centro de Pensamiento Argentino.
También gané por concurso la titularidad de
Historia de la Filosofía Contemporánea.
Unos meses más tarde, cuando Alberto Ottalagano
fue nombrado rector de la Universidad, dejó cesantes a
un grupo de profesores, y yo estaba entre ellos.
Dentro de un clima de dictadura, incluso antes del
golpe de Estado de 1976, casi estaba de más averiguar
por qué los perseguían… Por supuesto, todos
nosotros sabíamos quiénes estaban del otro lado, y a
qué nos enfrentábamos. Quedamos afuera porque luchábamos
por la libertad de cátedra. Con respecto a mis
necesidads personales, y a la manera de ganarme la
vida, pude mantenerme gracias a que paralelamente era
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