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Vida y obra. Josefina García de Noia, conocida
como Pepa, nació el 6 de julio de 1921 en la
Ciudad de Buenos Aires. Creció en conventillos, y
aún siendo una niña trabajó cuidando chicos. También
fue obrera textil. A los 16 años se casó con Juan
Carlos Noia, boxeador y empleado del Gobierno
porteño. Tuvieron cuatro hijos, entre ellos María
Lourdes, desaparecida el 13 de octubre de 1976.
Desde 1974 Josefina vive en el partido de Morón. A
raíz de la desaparición de su hija comenzó una lucha
incansable para saber de su paradero. Es una
de las fundadoras de la organización Madres de Plaza
de Mayo.
¿Qué momentos le vuelven de su infancia? Mi mamá
trabajaba en casa y mi papá era chofer, tenía un taxi.
Vivíamos en Barrio Norte. Cuando iba a pasar a quinto
grado me pusieron a trabajar en una casa de familia a
cuidar dos nenas y prometieron que iban a mandarme a
la escuela, pero eso no sucedió. De esa casa estaba autorizada
a salir cada quince días si me portaba bien, todo
por 15 pesos por mes. Recuerdo que después que
limpiaba las piezas, antes del mediodía, la dueña
pasaba la mano por los muebles y me decía: "Hay
tierra". Entonces tenía que volver a limpiar. Las
nenas se llamaban Ana María y María Lourdes, nombre
que le puse a mi hija desaparecida. Al cabo de un
año de trabajar allí le pedí a mi mamá que me sacara,
porque la dueña no me permitía salir con la excusa de
que yo me había portado mal, pero el tema es que ella
quería que me quedara a cuidar a sus hijas. Por suerte
mamá me sacó.
Cuando fui mayor entré a trabajar en una fábrica textil,
y luego me busqué otro trabajo más cerca de casa, en
una fábrica de vinos finos. Yo les ponía las etiquetas y
llenaba las botellas de sidra y champagne. Era un trabajo
artesanal.
¿Cómo conoció a su marido? Yo tenía 16 años, me lo
presentó un amigo. Era boxeador, Juan Carlos Noia,
campeón rioplatense. Me llevaba cinco años, y me casé
cuando yo tenía 20. A mi mamá le gustaba, trabajaba en
el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Nos casamos
en la iglesia San Agustín de la calle Las Heras, donde también
bauticé a mis cuatro hijos.
¿Qué nos puede contar de María Lourdes? Nació
el 21 de noviembre de 1946. Fue al Liceo de Señoritas
N° 1 y cursó psicología en la Universidad de Buenos
Aires. Le gustaba mucho estudiar. Hizo segundo y cuarto
año libre e ingresó a la Universidad con 16 años. Se casó
con Enrique, un muchacho de San Isidro, donde habíamos
estado viviendo un tiempo. Tuvieron un hijo, Pablo,
que nació en 1974. Cuando se la llevaron era profesora
de la Universidad de Morón, y los dos militaban en el
movimiento Montoneros.
Debe haber reconstruido muchas veces su desaparición.
Sí, porque el tiempo te da más perspectiva
para ver las cosas. Ella venía todos los martes a Castelar
y almorzaba conmigo, me dejaba el nene y se iba a la
universidad. Luego la hermana le alcanzaba el hijo y se
volvían a Capital a su casa. La secuestraron junto a su
marido, los vecinos escucharon gritos pero pensaron que
era una pelea familiar. Después los secuestradores le
tocaron el timbre a la vecina y le entregaron al nene. Yo
pienso que no se llevaron a Pablo porque ese grupo de
tareas era nuevo.
¿Qué pasó después? La vecina llamó a mi consuegra
y ella le avisó a mi otra consuegra, Mary, que al otro
día vino a casa a darme la noticia. Lo primero que hice
fue ir a la comisaría del barrio donde ellos vivían. Allí
no estaban, pero el oficial me sugirió hacer un hábeas
corpus que presenté en un edificio frente al teatro Colón.
Pero no pasó nada. Al marido de Lourdes lo soltaron a
los 15 días. Lo poco que sé de Lourdes es que estuvo en
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