Descargar Ilustres conocidos (pdf) - Municipalidad de Morón

¿Su familia está relacionada con los fundadores
de Morón? Sí, mi madre era descendiente de Marcos
de Alarcón, uno de los fundadores del distrito. Fueron
los primeros que compraron los terrenos del actual Morón
a los jesuitas. Esto en el 1700 era todo desierto. Sembraban
trigo y el agua la sacaban del arroyo Morón, que se
conectaba con el río Matanza, en ese entonces con agua
limpia. Mi papá era italiano y mi abuela nació en Florencia.
En la familia había doce hermanos, y cuando él tenía 20
años puso una fábrica, la primera de Morón, que se llamaba
Valsuani y Compañía. Se fundió en 1929.
¿Cómo es la historia de Marcos de Alarcón? Tuvo
cuatro hijos, tres mujeres y un varón, y había nacido en
Corrientes. En 1750 fue arrendatario de la Cañada de
Morón y luego propietario de tierras, 2.900 varas frente
al arroyo de Morón. En 1799 donó una cuadra para que
se construyera la parroquia Nuestra Señora del Buen
Viaje, lugar donde se encuentra la actual catedral. Luego
de su muerte, sus yernos destinaron otra manzana para
una plaza, que es la actual plaza San Martín, y vendieron
los primeros solares.
Usted vincula su hábito por investigar la historia
con un deporte tan particular como el paracaidismo.
¿De qué manera surge esa inclinación?
Arranqué con paracaídas a los 18 años, pero antes de
eso miraba y observaba con atención a los que lo hacían.
Saltaba desde arriba de un baño con un paraguas que
mi padre había traído de Italia; imaginate que antes,
los baños de las casas eran bastante altos. Lo ví saltar
al paracaidista Picasso y a los 16 años fui a anotarme
al club, pero me dijeron que tenía que esperar por mi
edad. Después de un tiempo me designaron a la marina,
y ese deporte me gustaba cada vez más. Recuerdo
que me juntaba con la gente grande para que ellos me
enseñaran la técnica. Muchos lo hacían “de pinta”, y
de un día para otro empecé a saltar siempre. Tenía un
tobogán en la casa de mi madre de cuatro metros de altura,
y practicaba para reforzar las piernas. Los vecinos
me veían y creían que estaba loco. Trabajaba, pero hacer
paracaidismo era muy caro. Por suerte la Fuerza Aérea
Argentina me dejó un avión a disposición.
Debe haber sido una experiencia notable haber
obtenido el récord sudamericano de altura en 1960.
Sí, por supuesto. Fue de 8.125 metros. En realidad al principio
me preparé para hacer el récord consecutivo, que
se trataba de 18 horas saltando unas 150 veces. Pero
me dijeron que así me arruinaba el cuerpo. Entonces
comencé a practicar para el sudamericano. No había
paracaídas en Argentina, así que lo hicimos nosotros.
Después fui a medicina aeronáutica para hacerme
todas las pruebas, y un comandante me dijo que no podía
saltar porque el golpe de apertura era muy fuerte,
unas nueve veces el peso de mi cuerpo. Pero luego de
años de preparación finalmente decidí hacerlo.
Se dice que durante ese salto lo llegaron a confundir
con un ovni. (Se ríe) Bueno, es una anécdota
muy interesante. Ibamos por arriba del Río de La Plata
hasta el Delta. Cuando llegamos a los 9.000 metros se
fundió uno de los motores y empezamos a perder altura,
hasta que llegamos a Cañuelas y salté por la compuerta
desde unos 8.000 metros. Recuerdo que había
una tormenta de granizo, y caí sobre un charco de agua.
Había un arriero con vacas que me vio caer del cielo,
pensó que era un marciano y me tiró dos tiros, pero no
logró dar con el blanco, gracias a Dios. Para no dejar todo
tirado le hice señas a un estanciero, y me dejó alojarme
en su casa.
¿Se alejó del paracaidismo después de aquello?
No, salté unos años más. Tenía la oportunidad de participar
del récord mundial de altura en Estados Unidos,
con un Hércules C130, pero por problemas monetarios
no pude viajar. Al mismo tiempo continuaba trabajando
en La Cantábrica.
¿Qué tareas realizaba en la fábrica? Desde 1957
hasta los años noventa estuve en ese lugar. Se hacían
bases de tractores, fierros de todo nivel, maquinaria agrícola,
sembradoras, molinos, arados... Yo pertenecía al
Departamento de Ingeniería Automotor, y recorría distintas
áreas para chequear aspectos de la producción.
Como me gustaba la historia hice una filmación para contar
el surgimiento de la fábrica, y logré una colaboración
muy importante de la Universidad de Morón.
Posteriormente aparece el Círculo de Deportistas
de Morón. ¿Qué lo movió a impulsarlo? Lo fundamos
en 1985 con la ayuda de deportistas muy destacados
del distrito. La idea general siempre fue mantener
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