Descargar Ilustres conocidos (pdf) - Municipalidad de Morón

Se dice que para el fútbol “se nace”. ¿Es verdad?
Creo que sí, aunque también es muy importante formarse
dentro de ese deporte. Soy oriundo de Elortondo, provincia
de Santa Fe, y arranqué jugando en Atlético
Elortondo, un club de allá. Fue una práctica que siempre
hice gracias a una fuerte contención familiar: cinco
hermanos, y papá amasador y repartidor de pan. Me crié
en un colegio de curas, y después de Atlético me vine
para Buenos Aires a los 17 años. Entré en Rosario Central
pero sólo por un año porque me lesioné la rodilla. Luego
tuve que hacer el servicio militar en Campo de Mayo. A
los 21 años me convocaron para jugar en Torino, Italia,
pero mis padres no me dejaron ir. Me dijeron: “¿Cómo
vas a ir solo a Italia, que ni siquiera sabés lavarte un
calzoncillo?”. Además ya estaba noviando con Ana
María, mi esposa.
¿Le hubiese gustado la experiencia? Sí, por supuesto.
Lo consulté con Ana María y ella me dijo: “Es tu vida, decidilo
vos”. Opté por quedarme porque no era como ahora,
que los jugadores viajan desde muy jovencitos. Por esas
cosas de la vida en mi lugar viajó un tal Carlos Paggi.
¿Siempre le gustó ese deporte? Yo soy apasionado
por todos los deportes, pero al principio me interesaba
más el fútbol. Tanto es así que cuando podía, me hacía
un momentito para jugar. Recuerdo una vez que durante
el servicio militar, que estaba haciendo en Campo de
Mayo, ya estaba de novio y Ana María me encontró por
la calle con una valijita. Me preguntó a dónde iba a esa
hora, y le contesté que me habían llamado de urgencia
para que me presentara en el cuartel. Tuve tanta mala
suerte que se me cayó la valija, se abrió y volaron las
zapatillas y los pantaloncitos.
Quedó a la vista su verdadera vocación. Bueno, digamos
que era algo que no podía controlar, realmente
me gustaba mucho. En 1945 entré en la primera división
de Gimnasia y Esgrima de La Plata. Vivía en Villa
Sarmiento, pero iba todos los días hasta La Plata para
los entrenamientos. Sin embargo, también participé en
varias maratones. Recuerdo que el 25 de mayo de 1959
gané los 10 Km. de La Matanza por la mañana y por la
tarde los 8 Km. de la Escuela N° 53 de Morón sur.
Es la época en que decide quedarse definitivamente
en Morón. Claro. Ana María y yo vivíamos a cuatro
cuadras de distancia, y nos conocimos en un baile
en el Club Español de Villa Sarmiento, donde yo enseñaba
básquet. Eran bailes que se hacían los domingos
por la tarde y a ella la dejaban salir dos horas para ir al
club. Nos casamos el 15 de enero de 1949 y fuimos a vivir
con mi suegro, pero a los seis años compramos un
terreno en este barrio, Castelar sur, al borde de la Base
Aérea. Hicimos la operación sin conocer nada de
la zona, y cuando llegamos nos dimos cuenta que
era todo campo, y no podíamos encontrar cuál
era el terreno.
¿Era accesible construir una casa en ese entonces?
Mucho más que ahora. Pudimos construir la casa
gracias al Plan Eva Perón, por el que te daban facilidad
para pagarla a treinta años. Había que abonar 236 pesos
por mes durante 30 años y yo ganaba 220 en
Panificación Argentina. Nos faltaban 16 pesos, entonces
mi señora comenzó a trabajar de modista, y con lo
que sacaba ella podíamos vivir. Nos mudamos en 1955.
Recuerdo que contratamos un arquitecto que puso sus
albañiles y a la vez recibía el dinero directamente del
banco.
¿Cómo fue su vinculación con el barrio? Ni bien nos
instalamos aquí me interesó enseñarles a jugar fútbol a
los chicos de la zona. Yo ya había enseñado en el Social
Club de Villa Sarmiento, y entonces los convoqué en un
terreno baldío para hacer la canchita. Los papás me ayudaron
mucho, no teníamos instalaciones. Preparé a los
chicos para competir en el campeonato del Social Club.
Luego comenzamos a juntar dinero para construir nuestro
propio club de barrio, al que una vez vino el seleccionado
infantil nacional de fútbol y el equipo de Atlanta.
También organizábamos maratones.
¿Y su carrera laboral? Me retiré voluntariamente de
Panificación Argentina e ingresé a trabajar como colectivero
en la línea 136. Alquilamos una casa en Mariano
Acosta porque el recorrido era de Merlo a ese lugar.
Trabajé allí hasta 1974, y después, con el producido de
la venta de un inmueble de mi suegra, compramos un
local en Mitre y Colón, donde pusimos una fiambrería,
que atendimos hasta 1979. Luego conseguí trabajo como
chofer de ambulancia de PAMI. Trabajé allí hasta que
me jubilé.
I L U S T R E S C O N O C I D O S • 1 0 9