Descargar Ilustres conocidos (pdf) - Municipalidad de Morón

¿Dónde nació? En La Tablada, San Justo, el 26 de mayo
de 1923. Soy hijo único. Mi papá era ferroviario y mi
mamá ama de casa. De chico vine a vivir a Haedo, y en
esa ciudad cursé la escuela primaria. Como tenía muchas
ganas de entrar a la Universidad, necesitaba terminar
el secundario, y en esa época había grandes diferencias
entre el nivel educativo de la Provincia y los
establecimientos porteños. Entonces me cambié de escuela,
e ingresé al Nacional Mariano Moreno de Capital
Federal. De esta manera pude luego entrar a la Facultad
de Medicina. Me recibí a los 26 años, arrancando con
una profesión en la que mi familia tenía muchas esperanzas.
También cursé materias de Derecho, pero preferí
dedicarme a lo sanitario. Hacíamos trabajos prácticos,
asistíamos a clases teóricas todos los días, menos
los sábados.
¿En alguna especialidad? En 1951 hice un curso de
cardiología, y al poco tiempo comencé a trabajar gracias
a un profesor que me veía estudioso y aplicado. Tuve la
suerte de que me llevara al Instituto de Cirugía de Haedo
(Hospital Interzonal de Agudos Dr. Luis Güemes), y de
esa manera comenzar la carrera. En esa época no existía
el sistema de residencia, entonces enseguida obtuve
el trabajo. El Instituto tenía prestigio a nivel mundial.
Venía gente de otros países a atenderse, sobre todo en
las áreas de traumatología y cirugía. Se construyó en la
época del gobernador Manuel Fresco.
¿Cómo fue su desempeño en el Instituto? En el Güemes
me desarrollé en las especialidades de clínica médica y
cardiología. Primero estuve como practicante, después
como médico de guardia, y más tarde como cardiólogo.
Trabajé hasta 1983, y alcancé a ocupar el cargo de director
desde 1975. En esa época el edificio fue renovado, y
vivía uno de sus mejores momentos: había muchos médicos
-entre todos éramos aproximadamente 200-, se
trabajaba con 400 camas, se hacían 30 cirugías por día, y
en el edificio eran muchos los practicantes y médicos becados.
Por ejemplo recuerdo colegas canadienses, y europeos
en general. Además, la institución contaba con profesionales
de prestigio mundial, como Faraone, Carrere,
(Julio) Piñeiro Sorondo, Jaime Roca y Funes de Rioja.
Al dejar la Dirección fui jefe de Sala, y me jubilé después
de treinta años de servicio.
¿Posee alguna anécdota para destacar de aquella
época? Durante esos años el Instituto estaba muy
bien equipado. Sin embargo, como siempre, los insumos
hubo que pelearlos. Todo lo que iba pidiendo me lo mandaban,
dependía de la rapidez con que se manejara el
director de cada área. Por ejemplo, se compraban aparatos
de rayos nuevos, y había que estar vigilante para
que no se desviara el pedido.
¿Qué piensa respecto a la atención sanitaria en la
zona, y al desarrollo de la profesión? Más allá de la
acostumbrada falta de recursos, que es un problema existente
en todos lados, en la región oeste contamos con
un muy buen nivel de atención y tratamiento. Hay que
tener en cuenta que con el tiempo, el Hospital Posadas
fue creciendo cada vez más, haciéndose cargo no sólo
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