La_voz_ascendente_Especulo_53_2014
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<strong>La</strong> <strong>voz</strong> <strong>ascendente</strong> - nº <strong>53</strong> Espéculo julio-diciembre <strong>2014</strong><br />
<strong>La</strong>s redes dieron articulación a una sociedad desvertebrada, crearon los flujos<br />
necesarios para la acción coordinada y la eficacia de la resistencia. Facebook, Twitter o<br />
YouTube no "crearon" las revoluciones, como algunos tecnófilos han pretendido.<br />
Cumplieron el mismo papel que la imprenta cumplió en su momento: amplificaron las<br />
voces y llegaron a más oídos con sus mensajes.<br />
Son dos lugares en los que tiene lugar la explosión cultural, las redes y las calles. <strong>La</strong><br />
cultura digital, a través de las redes, y la cultura callejera adquieren un gran<br />
protagonismo como forma de expresión de los ideales revolucionarios. Frente a la<br />
cultura institucional tradicional, controlada desde el poder y llevada por los cauces<br />
oficiales, la nueva cultura se concreta en publicaciones digitales (blogs, foros,<br />
revistas...) y en manifestaciones callejeras (canciones, grafitis, teatro...). De esta forma<br />
se unen dos grandes ágoras, la de la calle y la virtual.<br />
III<br />
Si hay un primer momento en el que la revolución presenta la ruptura del orden<br />
patriarcal con la emergencia del "joven" (del hijo) frente al "padre patrón" del<br />
patriarcado político, el otro momento es el de la emergencia de las voces de las mujeres.<br />
Son las voces <strong>ascendente</strong>s.<br />
<strong>La</strong> revolución femenina es de mayor calado porque atenta contra un orden pensado<br />
como "natural" desde la institución patriarcal, que vertebra toda la sociedad y las<br />
relaciones entre su miembros. <strong>La</strong> dependencia de la mujer se da por hecha; la lucha<br />
política es otra cosa. Solo desde esta premisa puede entenderse que las "revoluciones"<br />
políticas hayan podido traer, en primera instancia, retrocesos en derechos de las<br />
mujeres, como fue el caso de Egipto o Túnez, en las que los gobiernos islamistas<br />
surgidos de las urnas recortaron los derechos que las mujeres tenían en las dictaduras.<br />
Creo que no hay ejemplo más claro del carácter prepolítico del estado de la mujer que<br />
esta paradoja.<br />
Esto muestra el carácter ambivalente de las propias revoluciones de la Primavera. Lejos<br />
de ser uniformes en sus fuerzas, coincidían en el derrocamiento de los autócratas en el<br />
poder, pero poco más. Pronto se pudo apreciar que la uniformidad se perdía cuando<br />
había que organizar la nueva sociedad. En algunos casos, el retroceso de los derechos de<br />
la mujer ha sido el primer objetivo que se plantearon los que llegaron al poder.<br />
Esto explica, en alguna medida, el doble protagonismo de las mujeres en la revolución y<br />
el carácter de víctimas que pronto adquirieron a través de lo que puede ser considerado<br />
como prácticas de "terrorismo sexual", como es el caso de la violencia sistemática y<br />
organizada contra la mujer en países como Egipto. <strong>La</strong> violencia contra las mujeres crece<br />
en cuanto que estas reivindican sus derechos y un nuevo estatus en la sociedad para<br />
poder ser parte activa en ella. Desde ese momento pasan a ser víctimas dobles, como<br />
ciudadanas, al igual que los demás, y como mujeres, de forma específica.<br />
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