La_voz_ascendente_Especulo_53_2014
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<strong>La</strong> <strong>voz</strong> <strong>ascendente</strong> - nº <strong>53</strong> Espéculo julio-diciembre <strong>2014</strong><br />
historiadora marroquí se desprende que, en los dos harenes que presidieron su infancia,<br />
las mujeres eran narradoras avezadas, así como que cada uno de ellos tenía su propia<br />
“cuentacuentos oficial”, siendo éstas su tía Habiba en el de la ciudad y Yaya, una<br />
antigua esclava sudanesa, en el de la meseta del Garb (Mernissi, 2004: 61). Ambas<br />
tenían la particularidad de que representaban la “exclusión dentro de la exclusión”, ya<br />
que Habiba se había refugiado en el harén de su hermana después de que su esposo la<br />
repudiara, mientras que Yaya había sido arrancada a la fuerza de su aldea y vendida<br />
como esclava al sur del Sahara. Además, las dos representaban el ideal sufí del respeto,<br />
el amor y la humildad, así como aquella hanan o ternura despreocupada tan difícil de<br />
encontrar en quienes ponían sus esfuerzos más en enseñar a respetar las fronteras que en<br />
demolerlas, como hacían ellas.<br />
Igual que en la tradición sufí, una vez por semana, Yaya contaba historias sobre su aldea<br />
natal, mientras que Habiba hablaba de las vidas de los califas abasidas, los poetas<br />
preislámicos, los héroes y las heroínas nacionalistas, las feministas libanesas, sirias y<br />
egipcias y los místicos y místicas sufís como Rabia al-Adawiyya 32 . En su <strong>voz</strong>, “que<br />
abría mágicas puertas de cristal que daban a paredes luminosas”, la pequeña Fatema<br />
navegaba “desde Adén hasta las Maldivas”, arribaba a islas “en las que las aves<br />
hablaban como los seres humanos” y trababa amistad con judíos y cristianos (Mernissi,<br />
2004: 25). Pero, sobre todo, Habiba le contaba a su sobrina las historias de Sherezade,<br />
entre ellas la preferida de su abuela Yasmina y la de “<strong>La</strong> princesa Budur”, verdadera<br />
alegoría de la solidaridad femenina (Mernissi, 2004: 141-146). En aquellos relatos, la<br />
princesa Sherezade jamás aparecía como la “entretenedora frívola”, la “mera<br />
contorsionista” o la “vampiresa orientalizada” a la que, según Fatema Mernissi, la ha<br />
rebajado el mundo occidental al comprenderla de un modo cosmético, pornográfico y<br />
superficial (Mernissi, 2001: 86-89).<br />
En su opinión, en las fábulas del Islam espiritual, la princesa simboliza a la libertadora<br />
política y a la mujer racional, culta e intelectual que, sin renunciar a los afectos, aboga<br />
32 Entre tales feministas cabe mencionar a Aisha Taymour, Zaynab Fawwaz, Huda Sha’raoui, Om<br />
Kalzum, Ashaman Al Atrash, etc.<br />
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