La_voz_ascendente_Especulo_53_2014
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<strong>La</strong> <strong>voz</strong> <strong>ascendente</strong> - nº <strong>53</strong> Espéculo julio-diciembre <strong>2014</strong><br />
propia Mernissi, el “califato resultó ser un sueño de difícil realización tras la muerte del<br />
Profeta”, a la par que constituyó la “visión mítica de la comunidad feliz” que los sufís<br />
defendían entonces y defienden todavía (Mernissi, 2008: 25). Por eso, una de las<br />
primeras consecuencias de dicho proceso fue la persecución y el hostigamiento de éstos,<br />
la mayoría de los cuales se dispersaron por el gigantesco imperio, refugiándose<br />
preferentemente en zonas rurales y apartadas, dado que la presión de la islamización se<br />
dejaba sentir con mayor virulencia en las grandes ciudades como Damasco, Basora y<br />
Bagdad, desde las que los califas imponían al mundo su nueva y dogmática verdad. Esto<br />
explica, que en su Diwan de Shams de Tabriz –una de las cumbres de la literatura<br />
mística del Islam medieval-, Jalaluddin Rumi aseverara que los sufís permanecían<br />
escondidos, “más recónditos aún que cualquier practicante de una escuela secreta”, al<br />
tiempo que era posible encontrarlos –como hoy en día, por otro lado-, entre árabes,<br />
judíos, turcos, hindúes, persas, indios, malayos y cristianos (Shah, 1999: 48). Al<br />
instalarse en zonas montañosas y aisladas, los sufís se asimilaron a las poblaciones<br />
consideradas por las clases citadinas islámicas, burguesas y aristocráticas, como el polo<br />
negativo de la cultura musulmana. De hecho, según Fatema Mernissi, “la noción de los<br />
centros urbanos como cuna de las ideas, la cultura y la riqueza, y de las poblaciones<br />
rurales como indisciplinadas, rebeldes e improductivas”, ha impregnado a lo largo de<br />
los siglos el pensamiento árabe sobre la modernidad y lo sigue impregnando en nuestros<br />
días (Mernissi, 2004: 74).<br />
El origen de esta percepción negativa hay que buscarlo en lo que la islamización<br />
representó desde el comienzo en cuanto a la redistribución del poder entre las clases y<br />
los sexos y la imposición de un saber nuevo 8 . Y es que, frente a la espiritualidad, la<br />
razón experiencial y las densas redes de solidaridad propias de la cultura campesina, el<br />
mulk modernizador y urbano de los califas trajo consigo una religión dogmática, una<br />
progresión exponencial del individualismo y una razón especulativa 9 . En el caso que<br />
nos ocupa aquí, este proceso de hondo calado y de prolongada duración en el tiempo se<br />
evidencia claramente en algunos aspectos que presidieron la historia familiar de la<br />
escritora marroquí. El primero de ellos se refiere al diferente trato recibido por las<br />
mujeres en los dos harenes que cobijaron su infancia; por un lado, el burgués y urbano<br />
de Fez y, por otro, el campesino y rural de la granja. El segundo elemento apunta en<br />
cambio a las relaciones que se daban entre las propias mujeres y a lo que cada una de<br />
ellas representaba en el interior de dichos harenes. En lo relativo al primer aspecto,<br />
merece la pena destacar que, mientras que en el de Fez éstas permanecían siempre<br />
recluidas y sometidas a una severa disciplina, en el de la granja entraban y salían, no<br />
llevaban velo, no tenían horarios para las comidas, vestían como querían, montaban a<br />
caballo y, con la excusa de lavar la vajilla, se bañaban en el río Sebou durante los meses<br />
del estío. De igual modo, mientras que el hombre encargado de custodiarlas en el harén<br />
rural era un “individuo afable” a quien, según parece, no le interesaba en absoluto<br />
8 En lo que respecta a las relaciones entre los sexos que la islamización trajo consigo, en sus estudios<br />
historiográficos, la investigadora marroquí ha defendido que el origen de los harenes se remonta a la etapa<br />
de conquistas territoriales y de acumulación de riquezas llevadas a cabo por parte de estas primeras<br />
dinastías imperiales, así como que era el deseo de recluir en ellos a las mujeres, más que la poligamia, lo<br />
que los caracterizaba (Mernissi, 2001).<br />
9 Este proceso está claramente vinculado al cambio de relación entre la ciudad y el campo descrito por<br />
sociólogos como Ferdinand Tönnies o Norbet Elías, así como a la sustitución de la vida comunitaria y de<br />
sus formas de solidaridad por una sociedad reificada y estructurada en torno al comercio y el dinero, la<br />
cual dio a su vez origen al individualismo moderno.<br />
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