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La_voz_ascendente_Especulo_53_2014

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<strong>La</strong> <strong>voz</strong> <strong>ascendente</strong> - nº <strong>53</strong> Espéculo julio-diciembre <strong>2014</strong><br />

dice que el “sufismo “no es algo que se le da” a una persona, sino “algo que le ocurre” a<br />

ésta 20 (Shah, 1997: 174). Por ello, para los sufís “la enseñanza es como el aire: […] una<br />

sustancia común tratada con tal negligencia que nadie nota su presencia” (Shah, 1990:<br />

19). De este modo, frente al “falso maestro”, que retiene en torno suyo a sus discípulos<br />

para que sigan manteniendo vivo el culto a su ego, el sufí sólo ansía que éstos se<br />

aperciban de sus progresos para que puedan continuar en solitario su camino<br />

espiritual 21 . Para favorecer dichos progresos, el protagonista de la mayoría de las<br />

fábulas sufís –ya sea éste Nasrudín o sus “alter egos”- transgrede insistentemente las<br />

convenciones de todo tipo, de manera que, a costa de parecer excéntrico y ridículo, se<br />

revela como un individuo con una percepción intuitiva de lo real, muy distinta, por otro<br />

lado, a la que, en la misma situación, propiciaría la mente lógica con su forma habitual<br />

de razonar 22 . Asimismo, en tales relatos, el bien y el mal, lo falso y lo verdadero no<br />

aparecen como algo objetivo, sino como cuestiones ligadas a criterios históricos y<br />

colectivos, a razones de género y de clase social, pero, sobre todo, a la diferente forma<br />

en que cada ser humano percibe la realidad 23 . De igual manera, el poder es presentado<br />

allí como algo de naturaleza relacional, que funciona y se ejerce a través de una<br />

organización reticular, en la que los individuos lo imponemos y sufrimos, sin ser jamás<br />

ni los cómplices pasivos ni los blancos inertes del mismo (Varela, 1997: 67). Y es que,<br />

frente al sujeto trascendental, esencializado y totalmente autónomo del determinismo<br />

psicológico, los sufís conciben la identidad como algo susceptible de evolucionar.<br />

Concretamente, éstos suelen hablar de “siete identidades u hombres”, a los que<br />

denominan nafs 24 , los cuales representan la progresiva toma de conciencia acerca de las<br />

formas de subjetividad que nos han sido impuestas y de las que debemos deshacernos si<br />

queremos abandonar la prisión que todos llevamos dentro 25 . En este sentido, mientras<br />

que el islamismo es conocido por su “Jihad” o “Guerra Santa” contra el enemigo, en el<br />

20 En El harén en Occidente, la historiadora magrebí recurre precisamente al término sufí de lawami para<br />

referirse a los “inesperados descubrimientos” y las “fascinantes revelaciones” que “le suceden” en el<br />

curso de sus investigaciones (Mernissi, 2001: 19).<br />

21 Conforme al método de formular preguntas para avanzar en dicho camino, el maestro Rumi expresó en<br />

estos términos la necesidad de no confundir el aprendizaje del discípulo con el culto a la personalidad del<br />

maestro: “¿Cuándo dejaréis de adorar y de amar al recipiente? ¿Cuándo empezaréis a buscar el agua, a<br />

conocer la diferencia entre el color del vino y el color del cristal?” (Shah, 1997).<br />

22 Como ejemplo de ello proponemos un breve pasaje de <strong>La</strong>s mil y una noches que cuenta la historia de<br />

“un lobo al que enviaron a la escuela para que le enseñaran a leer. El profesor empezó por pedirle que<br />

repitiese después de él las primeras letras del alfabeto: ‘Alef, Ba, Ta…’. Pero el lobo siempre contestaba:<br />

‘Oveja, cabrito, cordero…’ porque aquellas criaturas de carne vivían en su pensamiento” (Carrière, 2001:<br />

112).<br />

23 El siguiente cuento sufí habla precisamente de ello: “Alguien se quejó a un sabio sufí de que las<br />

historias que divulgaba eran interpretadas de una forma por unos y de otra forma por otros. –Éste es<br />

precisamente su valor- dijo él. Seguramente tendrías un bajo concepto de una copa con la cual se pudiera<br />

beber leche, pero no agua, o de un plato en el cual pudieras comer carne, pero no fruta. Una copa y un<br />

plato son contenedores limitados […] <strong>La</strong> cuestión es más bien cómo puede un individuo beneficiarse de<br />

lo que está descubriendo en los relatos” (Shah, 1990: <strong>53</strong>).<br />

24 En su extraordinario Parlamento de los pájaros, el maestro Attar asoció estas “siete identidades u<br />

hombres” a los siete valles que los pájaros –símbolos aquí de la humanidad-, debían atravesar. En clara<br />

alusión a éstos, en su libro autobiográfico Sueños en el umbral, Fatema Mernissi ha hecho referencia a<br />

“los siete ríos, las siete montañas y los siete mares” que invariablemente tenía que dejar atrás la heroína<br />

de las historias de su tía Habiba (Mernissi, 2004: 24).<br />

25 <strong>La</strong> idea de la “prisión interior” y de la lucha contra ella es fundamental para el Islam espiritual. Por<br />

ello, en su Diwan de Shams de Tabriz, Rumi dejó escrito: “En la amplitud de la Tierra de Dios, ¿por qué<br />

te has dormido en una prisión?” (Rumi, 2002). En alusión a ésta y, de acuerdo con el sufismo, en su libro<br />

Sueños en el umbral, la historiadora afirma que “[…] la peor de las prisiones es la que uno mismo se<br />

crea” (Mernissi, 2004: 167-171).<br />

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