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<strong>La</strong> <strong>voz</strong> <strong>ascendente</strong> - nº <strong>53</strong> Espéculo julio-diciembre <strong>2014</strong><br />

la interpretación sufí del mensaje religioso recogido en El Corán constituyó siempre el<br />

fundamento de su “feminismo espiritual” 4 .<br />

En términos generales, el sufismo es considerado como una corriente mística enseñada a<br />

través del Islam y difundida desde la Península Arábiga hasta el sur de Francia y el<br />

Valle del Indo durante los primeros ochocientos años de la expansión islámica y entre<br />

cuyos principales maestros y maestras cabe mencionar a Sheikh Saadi de Shiraz,<br />

Fariduddin Attar, Jalaluddin Rumi, Ibn Arabi, Al-Ghazali, Bahauddin Naqshbandi,<br />

Rabia al-Adawiyya, Hussein Ibn Mansur el-Hallaj<br />

5 , etc. Frente al Islam ortodoxo que,<br />

pocos años después de la muerte de Mahoma, se había convertido ya en un agente al<br />

servicio del poder imperial, el sufismo considera a éste totalmente ajeno a la experiencia<br />

religiosa auténtica que, en su opinión, radica en “la conciencia del hombre y no en<br />

organizaciones externas” 6 (Shah, 1999: 188-189). Es por eso que, en sus libros, Fatema<br />

Mernissi ha desarticulado la común equiparación entre “islamismo” e “Islam”<br />

definiendo al primero como una forma despótica de ejercicio del poder político y al<br />

segundo como “Islam Risala o espiritual”, equivalente, en este caso, al mensaje de<br />

igualdad y justicia social encerrado en El Corán. De igual modo, para profundizar en la<br />

explicación acerca de la diferencia existente entre los mismos, en su ensayo <strong>La</strong>s<br />

sultanas olvidadas, la historiadora magrebí se ha hecho eco de la distinción entre<br />

califato y mulk formulada por el historiador árabe del siglo XIV Ibn Jaldun. Según éste,<br />

el califato representa el gobierno espiritual de quien somete sus pasiones e intereses a la<br />

ley divina o sharia y defiende y sirve a las necesidades de la comunidad. En cambio, el<br />

mulk se corresponde con el abusivo mandato exclusivamente terrenal que niega la<br />

dimensión espiritual y redentorista del Islam 7 (Mernissi, 2008: 22-26). En opinión de la<br />

4 “Alá nos hizo a todos iguales”, cuenta Mernissi que decía su madre cuando quería negar la superioridad<br />

masculina que, además de descabellada, consideraba, por encima de todo, anti-musulmana. Por su parte,<br />

su abuela Yasmina esgrimía la igualdad predicada en El Corán para combatir los privilegios de los que<br />

gozaba la primera esposa de su marido, quien, por ser rica y ocupar una posición importante en la familia,<br />

no tenía obligaciones en el harén-granja en que vivían. “Me tiene sin cuidado lo rica que sea –aseguraba<br />

Yasmina-, tendría que trabajar como todas las demás. ¿Somos musulmanas o no? Si lo somos, todo el<br />

mundo es igual (Mernissi, 2004: 16, 33). Este fundamento “espiritual” de la defensa de la igualdad entre<br />

los géneros coexistía en el imaginario de la madre de nuestra protagonista con “sus modernas<br />

manifestaciones feministas”. Así, puesto que no sabía leer ni escribir, la madre de Mernissi solía rogarle a<br />

su marido que le leyera, entre otros, sus pasajes preferidos de <strong>La</strong> liberación de las mujeres (1885), obra<br />

del feminista egipcio Qacem Amin.<br />

5 Hussein Ibn Mansur el-Hallaj (827-922), popularmente conocido como Mansur, era uno de los maestros<br />

sufís preferidos de Yasmina, quien solía hablarle a su nieta del trágico destino del mismo. Y es que, en un<br />

contexto en que su Persia natal estaba siendo forzada a someterse a la ortodoxia del Islam, Hallaj se<br />

distanció de ésta y, tras una etapa de vida ascética, emprendió una serie de viajes a la India, China y la<br />

Meca, de los que regresó para defender una espiritualidad universal, abierta a todos, sin intermediarios ni<br />

ritual. Pronto su mensaje se convirtió en una amenaza para el islamismo abasida que, representado por el<br />

califa el-Muqtadir, lo acusó de atentar contra su autoridad, de poner en entredicho la concepción de la<br />

divinidad al atreverse a proclamar “Yo soy la Verdad”, y de defender el ideal del amor predicado por<br />

Jesucristo. Por todo ello, fue salvajemente torturado y quemado vivo (Mernissi, 2001: 13-14).<br />

6 El sufismo se declara ajeno a cualquier dogma u ortodoxia y afín a toda forma de religiosidad -ya sea el<br />

Budismo, el Judaísmo, el Cristianismo, el Paganismo, el Islam, etc-, siempre y cuando ésta mantenga viva<br />

su dimensión espiritual y no se convierta en un instrumento al servicio del despotismo. Esto explica que<br />

los sufís se presenten a sí mismos como abejas capaces de libar de muchas flores sin tener que convertirse<br />

en una de ellas en particular (Shah, 1999: 60).<br />

7 <strong>La</strong> diferencia entre califato y mulk estaba siempre implícita en las palabras de Yasmina. En cierta<br />

ocasión, ésta le dijo a su nieta que “en un Egipto musulmán justamente gobernado” el estrafalario,<br />

dilapidador y errático rey Faruq (1920-1965) tenía que haber sido derrocado en el momento mismo en<br />

que había repudiado a la princesa Farida por no haberle dado el hijo varón que quería. Según Yasmina,<br />

Faruq la había “sacrificado por simple ignorancia y vanidad”, ya que en El Corán estaba escrito que sólo<br />

Alá era responsable del sexo de los niños (Mernissi, 2004: 39).<br />

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