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<strong>La</strong> <strong>voz</strong> <strong>ascendente</strong> - nº <strong>53</strong> Espéculo julio-diciembre <strong>2014</strong><br />

dicha racionalidad sufí y campesina no sólo siga fieramente viva en su imaginario, sino<br />

que conviva allí con la razón teórica propia de la Ciencia Política, la Historia y la<br />

Sociología, con la que además mantiene una relación presidida por la paz y la armonía.<br />

De este modo, como comprobaremos enseguida, Fatema Mernissi personifica la<br />

creencia sufí según la cual habitar en una combinación de cosmovisiones y de<br />

perspectivas resulta mucho más edificante y atractivo que percibir el mundo y la vida<br />

desde un único y unánime punto de vista. Por ello, en nuestra investigación afirmamos<br />

que el acuciante deseo de la historiadora de viajar derribando fronteras en lugar de<br />

construyéndolas, así como de hacer de la comprensión de los códigos por los que se<br />

rigen otros una ocasión privilegiada para ampliar su mapa de la realidad, es en su caso<br />

fruto de la convergencia entre el feminismo de las campesinas analfabetas y esclavas<br />

por las que fue educada y la espiritualidad sufí que de ellas asimilara. Para exponer<br />

dicha confluencia, presentaremos primero y paulatinamente los rasgos característicos<br />

del sufismo. A medida que los enumeremos, recogeremos también las referencias a los<br />

mismos dispersas en sus ensayos y trabajos, algunas de las cuales pasan probablemente<br />

desapercibidas para los “no iniciados” en este particular misticismo. Por último,<br />

tenderemos puentes entre esta singular corriente espiritual y la sabiduría oral y<br />

campesina de los hombres y mujeres que marcaron su vida. Del análisis y exposición de<br />

dicha convergencia se desprenderá que sufismo y saber tradicional femenino comparten<br />

la creencia de que el yo y el mundo son susceptibles de perfeccionar, así como de que la<br />

única utopía posible pasa por armonizar la vida material y la vida espiritual, la igualdad<br />

y la individualidad, la transformación del mundo y la de la subjetividad, y todo ello a<br />

sabiendas de que, como afirmara el místico sufí Al-Ghazali, la dicha de los que “buscan<br />

el bien es incomparablemente mayor de lo que se pueda imaginar” (Shah, 1999: 219).<br />

2. El sufismo y la afinidad de lo distinto frente a la razón excluyente del islamismo<br />

Fatema Mernissi afirma haber sido iniciada en el sufismo de manera inadvertida por su<br />

madre, su tía Habiba y, más particularmente, su abuela Yasmina, una campesina<br />

analfabeta, oriunda de la región montañosa del Atlas, a la que le encantaba trepar a los<br />

árboles y tomar el té sentada en sus ramas 3 . Tanto para ésta -habitante de una granja<br />

situada en la llanura del Garb-, como para sus dos hijas –residentes en un harén de Fez-<br />

sueños de autonomía. Por otro lado, al negarle el consejo familiar su derecho a estudiar, la madre de<br />

Mernissi se sintió parcialmente resarcida al saber que al menos su hija sí asistiría a un moderno centro de<br />

enseñanza secundaria de ascendencia francesa (Mernissi, 2004).<br />

3 <strong>La</strong> escritora marroquí no menciona en ninguno de sus libros la comunidad sufí a la que su abuela<br />

pertenecía ni la ubicación de la misma. No obstante, en las primeras páginas de El harén en Occidente,<br />

deja constancia de que ya en la Fez medieval había corrido de boca en boca la noticia de la presencia en<br />

la ciudad de unos maestros sufís cultivados que “dedicaban todos sus esfuerzos a aprender de los<br />

extranjeros” (Mernissi, 2011: 11). Entre ellos se encontraba probablemente el sabio Abdulalim, al que<br />

alude con frecuencia la tradición oral marroquí (Shah, 1990: 48). Según parece, tales maestros habían<br />

llegado a Fez huyendo de la persecución que contra ellos habían orquestado los dirigentes del imperio<br />

musulmán, quienes en el siglo IX emprendieron la islamización forzosa de Marruecos. Cuando, gracias a<br />

la construcción de la mezquita Quaraouine y de la universidad asociada a ésta, Fez se convirtió en uno de<br />

los grandes centros religiosos y culturales del nuevo y dogmático Islam, sus comunidades sufís se<br />

refugiaron entre la población bereber autóctona de las tierras desérticas del Sahara y de las montañas del<br />

Rif y del Atlas. De esta última región era también originaria la familia del esposo de Yasmina, el<br />

orgulloso, pacífico y poco locuaz abuelo Tazi, a quien le complacía que en el Islam “la responsabilidad<br />

fuese un asunto personal” (Mernissi, 2004: 75). Asimismo, de tales zonas montañosas y apartadas<br />

procedían los guerreros que, como Al-Hiba, Moha Ou Hammou Zayani o Abdelkrim, encabezaron luego<br />

la resistencia marroquí contra la administración colonial española y francesa.<br />

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