1 - Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

2 ÓO . ASTRONOMÍA.
SECCIÓN
PRIMERA.
De las causas del movimiento que suponían
Ptoloméo y Descartes.
$- I.
Sistema de JLJJecia Ptoloméo que cada planeta estaba engas-
Ftolomeopa-
•*
ra explicar tado en un epiciclo que se movia al rededor del
elmovimien- , •'_ *
to. excéntrico (cap. i." §. 61); explicación que supone
que las órbitas eran en efecto caminos labrados y
sólidos, y que también los epiciclos eran anillos
materiales. Así lo suponian, y decían que cada uno
de los cuerpos que vemos tenia un cielo aparte,
excepto las fixas á las que solo tocaba uno para
todas. Para poderse ver los cuerpos superiores, suponian
estos cielos de una materia trasparente como
el cristal; y en estas esferas de vidrio querían
que estuviesen señalados los caminos que hacian los
astros, para explicar de algún modo la precisión
de hacerlos. Todos los cielos ademas daban la
buelta sobre su exe en el espacio de 24- h ; de modo
que no se hacia para Ptoloméo movimiento alguno
sin que se necesitase para ello de una cantidad
de materia infinitamente mayor que la del cuerpo
que se habia de mover, y todo el cielo se mo-
r
°
CAPÍTULO SEGUNDO. 261
via á fuerza de máquina, y un gasto superfluo de
cantidad de movimiento.
§• II.
La variedad de movimientos que hemos notado j mp os¡bii¡-
en los planetas es tal que no puede verificarse esta Sos^crE
suposición, porque hemos visto que la inclinación r*oiomi. d8
de sus órbitas varía anualmente; y por tanto el paso
que debe estar señalado en el cielo debe variar
continuamente, y estar hechos estos cristales pedazos
sumamente pequeños. Hay ademas el movimiento
de los cometas, que acercándose á su perihelio
vienen de distancias inmensas, y han de atravesar
precisamente las esferas que se suponen, y seria muy
temible un choque tan funesto, que acabase con el
mundo, destruyendo todo este armazón de vidrios,
de lo que se seguiría un trastorno general, y confusión
contraria á la armonía que actualmente se
nota en la naturaleza. Después de todo esto aun
se queda por explicar lo principal que se busca,
pues únicamente se dá razón de la causa que sostiene
á los cuerpos, pero del movimiento, ninguna;
porque aun quando se diga que se mueven con todo
el cielo en que están queda lugar para preguntar,
¿quién mueve estos mismos cielos de cristal
y lejos de darse alguna razón del movimiento se
supone todo lo contrario, añadiendo dificultad dé
I