1 - Real Academia de Ciencias Exactas, FÃÂsicas y Naturales
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H<br />
I38<br />
ASTRONOMÍA.<br />
un astro, para saber la situación <strong>de</strong> un lugar <strong>de</strong> la<br />
tierra que tenga á aquel por zenit. Todas las apariencias<br />
nos conducen á inferir que la tierra se halla<br />
en el centro <strong>de</strong>l universo (*), y por consiguiente<br />
no habrá gran dificultad en imaginarse que el<br />
exe <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong>be atravesar la tierra por su centro.<br />
En este caso la parte <strong>de</strong> este exe que toque<br />
en la superficie <strong>de</strong> la tierra, por la parte que mira<br />
al polo septentrional, se llamará polo septentrión<br />
nal <strong>de</strong> la tierra, y el opuesto se llamará polo meridional.<br />
Si imaginamos ahora, que lo que hemos<br />
llamado equador en el cielo es un plano que continúa<br />
hasta la tierra la dividirá igualmente en do&<br />
partes iguales, y la circunferencia por don<strong>de</strong> que<strong>de</strong><br />
dividida será el equador terrestre. Diremos, pues,<br />
que la tierra tiene polos y equador, y no habrá<br />
inconveniente en imaginar que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquellos á este<br />
van otros tantos círculos perpendiculares quantos<br />
hemos imaginado correspondientemente en el cielo ;.<br />
y estos que en el cielo llevan el nombre <strong>de</strong> círculos<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>clinación, tienen en la tierra el <strong>de</strong> círculos<br />
<strong>de</strong> latitud. Por ellos se cuenta lo que un punto<br />
<strong>de</strong> la tierra se separa <strong>de</strong> su equador hacia los polos.<br />
Imaginando ahora que pasan por los diferen-<br />
(*) Convengamos por ahora en tablecerémos. como probable, haréesta<br />
suposición, pues aunque no sea mos ver que aun en aquel caso no<br />
conforme al sistema que <strong>de</strong>spués es- ocasiona error sensible enla práctica.<br />
CAPÍTULO PRIMERO.<br />
I39<br />
tes lugares <strong>de</strong> la tierra paralelamente al equador<br />
semejantes círculos á los que hemos visto que <strong>de</strong>scribían<br />
los astros, en el cielo, servirán para medir<br />
lo que un lugar <strong>de</strong> la tierra se separa <strong>de</strong> un punto<br />
<strong>de</strong>terminado <strong>de</strong>l equador, que señalaremos por<br />
ahora arbitrariamente, y esto se llama longitud en<br />
la tierra, y por medio <strong>de</strong> la concurrencia <strong>de</strong> estos<br />
dos círculos queda <strong>de</strong>terminada la posición <strong>de</strong> lugar<br />
<strong>de</strong> modo que no pueda confundirse con otro.<br />
SECCIÓN SEGUNDA.<br />
De las estrellas y constelaciones.<br />
§. XIV.<br />
nr .<br />
iL odos estos astros que el Observador ha visto Q U ¿ e$ Jo<br />
que giran con tanta uniformidad se llaman estre- .J¡ u e e nd* J¡¡~<br />
lias, ó astros fixos, para distinguirlos <strong>de</strong> otros que es í re,,as - Su<br />
tienen un movimiento particular a<strong>de</strong>mas <strong>de</strong>l común casi infi nito.<br />
que hemos observado que tienen todos. Pero por<br />
ahora <strong>de</strong>be <strong>de</strong>spreciarse qualquiera irregularidad<br />
que se observe, y aten<strong>de</strong>r únicamente al movimiento<br />
mas general y mas constantemente seguido. Mirando<br />
el cielo se ve un número tal <strong>de</strong> estrellas qué<br />
nunca se podrían contar por mucha atención que se<br />
pusiese; pero esta multitud crece mucho mas quan-