El Trabajo Infantil Doméstico en Honduras. A Puerta Cerrada..., 2003

No obstante, en ninguno de los casos analizados la familia tomó medidas para retirar a
las niñas del empleo. Sólo en tres casos las aconsejaron para que buscaran otro trabajo,
pidieran un aumento de salario, y solicitaran salir más temprano.
Los apoyos dados por la familia a las hijas que están trabajando como empleadas
domésticas, es muy limitado; cuidarles los hijos a las que son madre, brindarles un
espacio de descanso en los períodos en que se quedan desempleadas, y un refugio para
épocas de enfermedad. En el aspecto económico, son las chicas las que ayudan a sus
familias de origen.
-Percepciones de los familiares sobre el trabajo de las niñas
De las familiares entrevistadas el 51.5% está de acuerdo en que las niñas y los niños
trabajen en el servicio doméstico en hogares de terceros para que no vivan en la pobreza
(18.2%), porque aprenden a trabajar (18.2%), y porque no saben hacer otra cosa y les va
a ayudar en el futuro, siempre y cuando sea con personas responsables.
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Entre quienes opinaron que no deberían estar trabajando, argumentan que lo hacen por
necesidad, porque no les pueden suplir las necesidades básicas (27.2%), o porque la
familia necesita del aporte económico de la TID. El 15% piensa que es mejor que
estudien, pero que no pueden proporcionarles las condiciones para que lo hagan.
Las características de las familias de las chicas muestran el perfil de la pobreza;
ruralidad, bajos ingresos, baja educación, grupos extendidos que incorporan a más de
dos generaciones, empleos precarios y de baja calidad e ingresos del jefe o jefa, cónyuge
y otros adultos que trabajan, y dependencia del aporte de miembros externos al hogar
para el sostenimiento. No obstante, también el estudio revelan que la tendencia a
impulsar a las hijas menores a incorporarse al trabajo doméstico en hogares ajenos,
está relacionada con factores culturales y sociales.
En el imaginario de la cultura de la pobreza, se espera que las niñas y los niños se
incorporen pronto al trabajo, para que resuelvan por si mismos la subsistencia, y
ayuden a la familia. La idea de que la familia debería suplir las necesidades de sus hijas
e hijos hasta que cumplan los 18 años no entra en el horizonte de sus representaciones.
En países del primer mundo, donde existen los recursos, es el Estado o las
organizaciones de la sociedad civil, a través de subsidios, becas y otros beneficios, que
apoya a la población infantil y adolescente para que finalicen sus estudios. Pero en el
caso de Honduras, ese espacio queda librado a las propias capacidades de competencia
personal, en un medio hostil, carente, y de mínimas oportunidades sociales, donde las
niñas y niños tienen que ver por si mismos como se construyen un proyecto individual
de vida, para suplir sus necesidades más básicas.
CAPÍTULO 6 - ENTORNO FAMILIAR