El Trabajo Infantil Doméstico en Honduras. A Puerta Cerrada..., 2003

vigente, y no deja de ser una estrategia de las familias pobres en la crianza de las hijas,
“mejor que estén trabajando y no en la calle”. Esta delegación de la responsabilidad
hacia otra familia esconde la relación laboral y justifica a veces el abuso. Las madres
de las niñas considerando que puede haber una suerte de “formación” por parte de las
patronas, les ceden derechos de mando, “se la doy para que la aconseje”, “si necesita
castíguela”. Se espera que las niñas aprendan los oficios del hogar para ser buenas amas
de casa o buenas trabajadoras domésticas, y que además demuestren agradecimiento y
no se revelen.
76
TRABAJO INFANTIL DOMÉSTICO EN HONDURAS
Historias dramáticas esconden estas costumbres. En un grupo focal realizado en una
comunidad local fue relatado el caso de una chica del lugar, de quince años, a quien su
familia había colocado en una casa en Tegucigalpa. Como recibía maltrato se cambió
de trabajo y su propia familia la hizo regresar a su lugar de origen con la intervención
de la policía, para luego enviarla nuevamente con los patrones que la agredían.
Las niñas de menor edad son las más susceptibles de ser colocadas por sus familias en
hogares de terceros como “hijas de casa”, lo cual significa que de alguna manera las
consideren parte de la familia empleadora sin serlo realmente, trabajando a cambio de
comida y escuela, sin recibir salario. De una forma caricaturizada las chicas
trabajadoras domésticas se ven envueltas en relaciones familiares, que no pocas veces
encubren situaciones de grave explotación y violencia, en un círculo difícil de romper
que no se hace evidente. Esta es la forma más invisible de trabajo infantil doméstico y
a la vez, por esa misma condición, la de mayor riesgo de abuso.
En un grupo focal, una mujer joven contaba su experiencia de cuando llegó a trabajar
a la ciudad, a los 14 años, como empleada doméstica en una casa donde la empezaron
a tratar muy bien, hasta considerarla como “hija de casa”. Al preguntarle de qué manera
esa nueva condición mejoró su situación, respondió que por el contrario, había
empeorado porque dejaron de pagarle el salario: “Me dijeron que ya no iba a ser
trabajadora, que ahora me iban a tratar como una hija, pero si iban a la playa, yo tenía
que estar cuidando que los niños no se metieran mucho en el mar, si había una fiesta
yo asaba la carne y limpiaba después. Me habían prometido que iba a estudiar, pero
tampoco y ahora ya no me pagaban”.
Se tiene la percepción de que esa parece ser una práctica más frecuente en áreas rurales
y centros urbanos menores, y de manera generalizada, que hay más explotación y riesgo
de maltrato a las TID en las áreas rurales. Además del trabajo doméstico tienen que
colaborar en actividades productivas en la casa y el campo, hacer trabajos pesados,
como cortar y acarrear leña, halar agua, hacer comida para los trabajadores agrícolas,
cocinar y moler maíz, lavar ropa en el río, atizar fuego, entrar en contacto con materiales
peligrosos como pesticidas. Por otro lado ha sido anotado el riesgo de abuso sexual, en
el caso de las niñas que apoyan a las madres en el cuidado de trabajadores para corte
de café, cacao, banano, etc.
Con respecto al sistema institucional, fue señalado como un factor que fomenta el
ocultamiento de la situación de la TID, la vigencia de una “cultura de futuro” que
impregna los enfoques sobre la niñez. Suelen privilegiarse iniciativas que tengan