YOUKALI, 5 página 114 Elementos de producción críticaNo puedo explayarme aquí con respecto a los alcances d<strong>el</strong> cinismo como configuración cultural hegemónicaen nuestras sociedades contemporáneas. Con todo, lo dicho basta para indicar que la crítica radical (desdeunas poéticas específicas) no deviene por necesidad en práctica radical (de sus lectores), lo que no niega quepueda producir determinados efectos de sentido. Más todavía: la conciencia cínica, ap<strong>el</strong>ando a fórmulas retóricasacerca de lo inevitable d<strong>el</strong> proceso histórico y lo imposible de caminos alternativos, termina justificandolo existente, aun cuando admita <strong>el</strong> mal presente. La razón cínica resulta impermeable a la crítica d<strong>el</strong> presente.Al menos de forma provisional, es plausible concluir que ante esta situación inquietante, ninguna poéticaen particular alcanza para desestabilizar la predominante conciencia cínica: ante la denuncia d<strong>el</strong> sufrimiento,se responde con indiferencia; ante <strong>el</strong> mal impartido se responde con una carcajada que significa loreal como cosa inexorable.Frente a la insuficiencia radical de todas las estrategias estéticas de sub<strong>ver</strong>sión, no hay razones para aferrarsede forma esencialista a una en particular. Una política heterodoxa de proliferación poética, en principio,resulta más apropiada para afrontar algunas problemáticas d<strong>el</strong> presente. No se trata, sin embargo, de promo<strong>ver</strong>un sincretismo estético, sino de reivindicar un estricto pluralismo unificado por <strong>el</strong> ejercicio de la crítica16 . En otras palabras: por más apremiante que resulte <strong>el</strong> esclarecimiento crítico, si de lo que se trata esde movilizar al sujeto y no simplemente aumentar su conciencia d<strong>el</strong> mal existente 17 , entonces, habrá que desplegarestrategias poéticas plurales que incrementen su eficacia política (por lo demás, inevitablemente limitada).Quizás por eso, como sostuvo Kafka, “...importaría no sólo hacer vacilar las conciencias, sino tambiénlos pies” 18 .De ahí también la necesidad de ampliar <strong>el</strong>arsenal de instrumentos críticos para conmo<strong>ver</strong>(solicitar) los cimientos mismos de nuestrasconstituciones como sujetos sociales. Eneste sentido, la ap<strong>el</strong>ación a lo inint<strong>el</strong>igible, laredescripción metafórica (enlazando <strong>el</strong>ementosaparentemente inconexos), la distancialexical con respecto al mundo cotidiano, laruptura o la fragmentación sintácticas, la problematizaciónde lo evidente, la interrogaciónpor una intimidad desgarrada, la reintepretaciónde lo trivial, la irrupción de lo fantástico,<strong>el</strong> cuestionamiento d<strong>el</strong> sentido común cotidiano,la atención a lo inad<strong>ver</strong>tido, la imaginaciónde otras comunidades posibles, la descripciónde experiencias vitales en las condiciones d<strong>el</strong> presente y <strong>el</strong> reenvío de lo conocido a lo desconocido, entreotras cuestiones, son algunas operaciones poéticas (susceptibles de complementación) que permiten interp<strong>el</strong>ara los individuos como lectores críticos. Pero dista de ser evidente que la poesía deba restringirse a unacrítica d<strong>el</strong> presente, tarea que además comparte con otros campos simbólicos, como las ciencias sociales o lafilosofía. Puesto que toda institución social efectiva encarna en unos sujetos concretos, indagar sobre esossujetos (y sus uni<strong>ver</strong>sos vivenciales) es reflexionar, por implicación, sobre la institución encarnada.16.- Un pluralismo crítico–radical no puede permitirse tolerar posiciones pre–críticas o dogmáticas, porque eso supondría la <strong>el</strong>iminaciónde aqu<strong>el</strong>las diferencias ideológicas y teóricas que no coincidieran con la propia posición (sustraída de la evaluación apartir de estrategias discursivas inmnunizadoras).17.- En un trabajo sorprendente y heterogéneo, D<strong>el</strong>euze y Guattari remarcan que <strong>el</strong> capitalismo no se reproduce por un engaño d<strong>el</strong>as masas –aun cuando vaya contra sus intereses de clase o sus posiciones objetivas– sino por cierto agenciamiento reaccionariod<strong>el</strong> deseo colectivo. “No es un problema ideológico [en <strong>el</strong> sentido de falsa conciencia], de desconocimiento y de ilusión, esun problema de deseo, y <strong>el</strong> deseo forma parte de la infraestructura. (...) Una forma de producción o de reproducción social,con sus mecanismos económicos o financieros, sus formaciones políticas, etc., puede ser deseada como tal, totalmente o enparte, independientemente d<strong>el</strong> interés d<strong>el</strong> sujeto que desea” (D<strong>el</strong>euze, G., y Guattari, F., El Antiedipo, Capitalismo y esquizofrenia,Paidós, Barc<strong>el</strong>ona, 1995.p. 110).18.- Kafka, F., La Muralla China, Cultura, Barc<strong>el</strong>ona, 2001, p. 38.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net
No obstante, no es <strong>el</strong> campo de los objetos poetizableslo que define la condición crítica: antesbien, remite a la propiedad (textual) de especificarlímites concretos a determinadas configuraciones.Dicho en términos generales, es <strong>el</strong>modo de tratamiento estético lo que determinala constitución crítica de una poética: la capacidadde renovación de la mirada (o, si se prefiere,<strong>el</strong> poder de cambiar un «régimen de visibilidad»,por decirlo con Foucault), de cuestionarlas percepciones cotidianas acerca d<strong>el</strong> mundosocial efectivo, de arriesgar nuevas y más fecundaslecturas sobre lo real, poniendo demanifiesto los límites de determinadas interpretacionessocialmente legitimadas. En suma:produciendo sentidos desestructurantes conrespecto a ciertos imaginarios sociales que sostienenla realidad efectiva. El problema d<strong>el</strong> panfletarismo poético, en este sentido, no es su exceso de crítica,sino su incapacidad para desplazarse de ciertos clichés ideológicos: a partir de una acepción estrecha de lacrítica, repite fórmulas que a priori ya resultan aceptables (para las comunidades de pertenencia). Lo mismopuede sostenerse con respecto a la condición política de lo poético: no es la temática (p.e. la pobreza, la marginalidad,la explotación o <strong>el</strong> capitalismo) lo que determina la condición política de un texto, sino <strong>el</strong> tipo devínculo que plantea con respecto a la institución social en conjunto, al menos bajo tres aspectos.En primer lugar, un texto poético (tomado como totalidad significativa) d<strong>el</strong>imita, de forma más o menosimplícita, una forma de sociedad deseable (una utopía más o menos determinada), que compromete concierto tipo de política. En segundo lugar, a grandes rasgos, cada poética especifica un modo de r<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong>sujeto con sus condiciones de existencia. Cuando una poética, por ejemplo, describe la cotidianeidad desde<strong>el</strong> malestar, no necesariamente está reactivando su momento político: sólo lo hace cuando establece esa cotidianeidadcomo producto, como institución social concreta 19 , de la cual <strong>el</strong> propio sujeto es, en cierta medida,co–responsable 20 . Visto así, son perfectamente imaginables las alusiones a “paisajes” d<strong>el</strong> capitalismodesde un horizonte reaccionario, en tanto son presentados como fatalidades metafísicas más que como resultadode prácticas políticas, direccionadas por las clases dominantes. En tercer orden, cada poética s<strong>el</strong>eccionade forma estratégica y según pautas de pertinencia determinada, ciertos campos referenciales para constituirloscomo objetos poéticos, (re)produciendo tanto una imagen específica d<strong>el</strong> mundo –que colabora en sureafirmación o en su negación concreta–, como un inventario de los <strong>el</strong>ementos que son r<strong>el</strong>evantes o irr<strong>el</strong>evantesen ese mundo.IIILa r<strong>el</strong>ación entre lo poético y lo político, sin embargo, es esquiva: opera en múltiples niv<strong>el</strong>es que no resultanfáciles de desentrañar. En todo caso, es erróneo suponer que la poesía puede desligarse de lo político demanera opcional. Como anticipé, la enunciación poética presupone la remisión d<strong>el</strong> sujeto a unas condicionessociales e históricas de producción, que lo sitúan en una posición específica desde <strong>el</strong> cual enuncia, inclusoprevio a toda idea que se pudiera formular en un poema o en una obra. Esa posición ya supone un lazo19.- La noción de lo político como dimensión instituyente de la sociedad, puede consultarse en Castoriadis, C., Los dominios d<strong>el</strong>hombre: las encrucijadas d<strong>el</strong> laberinto, Gedisa, Barc<strong>el</strong>ona, 1995. También Castoriadis se refiere a lo «político» como «autoinstituciónefectiva de la sociedad», diferenciado claramente de un sistema de partidos o de unos aparatos estatales (cf., VVAA, Lasociedad contra la política, Altamira, Uruguay, 1993).20.- Ello no supone, desde luego, olvidar que existen responsabilidades diferentes (dependientes de las posiciones que cada unoocupa), pero remarca la condición compartida de esta responsabilidad r<strong>el</strong>ativa a la construcción d<strong>el</strong> mundo social efectivo.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.netYOUKALI, 5 página 115 Elementos de producción crítica
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