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La formación de coaliciones trans<strong>ver</strong>sales y de una red de actores solidarios en los di<strong>ver</strong>sos niv<strong>el</strong>es de poder en laempresa, en <strong>el</strong> espacio público local (depósito de empleo, región, etc.), pero también en <strong>el</strong> espacio público nacionaly mundial. La articulación entre lo local y lo mundial en estas coaliciones es en la actualidad absolutamentedecisivo ante la enorme presión ideológica ejercida por la mundialización financiera.Primera condición: la división de las normas directivasEsta división podría medirse según los diseñadores de normas y los estrategas (los cuadros dirigentes, pero tambiéntodos los profesionales especializados en la gestión) por la expresión pública de un debate sobre las orientacionesa seguir, incluso sobre los «buenos criterios» de la realización económica. Una serie de investigaciones engestión parecen, en efecto, dar a conocer las fisuras, las tensiones, los debates entre directivos, lo cual gira alrededorde sacrosanto criterio de la rentabilidad, esta «regla de juego» intocable hasta ahora. Si eso se rev<strong>el</strong>ase exacto,habría entonces la posibilidad de introducir una auténtica confrontación de actores, o más bien una <strong>ver</strong>daderaconfrontación de actores al mismo niv<strong>el</strong> de la norma suprema.Múltiples estudios recientes 23 han demostrado que las oleadas de despidos desencadenadas por las empresasapuntan más a un cálculo racional de los factores comparados de su pérdida de competitividad que a una creenciaciega en las virtudes -«míticas»- de un cociente único que mide la productividad aparente d<strong>el</strong> trabajo, sin preocuparsepor las consecuencias de la contribución de los puestos de trabajo <strong>el</strong>iminados a la creación d<strong>el</strong> valor añadido.El número de despidos a realizar será así calculado «mecánicamente» en función de las pérdidas financierasregistradas, como si la mera supresión de empleos tuviera resultados financieros tangibles, los efectivos desempeñan<strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de «variable de ajuste» para alcanzar <strong>el</strong> punto muerto financiero.Los autores de estas investigaciones apuntan ciertamente que estos recursos sistemáticos a los despidos para recuperaruna empresa en dificultades (particularmente en Francia), se hallan «en un entorno marcado por una competicióneconómica mortal, donde toda ventaja adquirida (por una empresa en su búsqueda de cualquier plus deproductividad) puede tener para sus competidores efectos temibles», sin que las ventajas reales de cada uno seanconocidas con certeza: «los competidores, presas d<strong>el</strong> pánico, se espían y están atentos a los menores detalles. Laeficacia es una de las pocas cosas que se hace visibles a través de los balances sociales y cuentas de la empresa» 24 .Ahora bien los investigadores han podido notar que los efectos «benéficos» de estos despidos están lejos dedemostrarse: en nombre de las fábricas donde se había procedido a tales despidos colectivos más o menos «ciegos»,los asalariados más experimentados se han ido con pre-jubilaciones, los más jóvenes se han aprovechadode las reestructuraciones para abandonar la empresa, <strong>el</strong> personal restante que está profundamente desmotivado,es <strong>el</strong> que ha experimentado los sobrecostes que no habían sido calculados en <strong>el</strong> momento de decidir los despidos,etc. De modo más global los investigadores han constatado, al comparar sistemáticamente Francia, Alemania,Japón y los EE.UU., que nuestro país estaba muy a la cabeza en las ganancias acumuladas de productividad d<strong>el</strong>trabajo, pero en la cola por las ganancias de productividad d<strong>el</strong> capital 25 .Las comparaciones que acabamos de mencionar así como los estudios de las consecuencias reales sobre estasempresas que utilizan <strong>el</strong> recurso sistemático a los despidos, muestran en efecto que tales métodos de dirección notienen nada de in<strong>el</strong>udible, sino incluso de «normal» en <strong>el</strong> marco de nuestro mundo capitalista; las empresas quemejor resisten a la competencia mundial actual son ciertamente las empresas que no basan en este criterio únicofetichizado. Lo cual no quiere decir que no lo utilicen también. Sin embargo, los ejemplos comparativos citadosmuestran con claridad que la mundialización no es sinónimo de uniformización monolítica de las estrategias y d<strong>el</strong>as gestiones: los márgenes de libertad, de «actuaciones», incluso de alternativas di<strong>ver</strong>gentes están presentes en23.- P. Chevalier, D. Dure, «Qu<strong>el</strong>ques effets per<strong>ver</strong>s des mécanismes de gestion», Gérer et Comprendre, Septembre 1994, pp. 4-14 ; Rach<strong>el</strong>Beaujolin, «Outils de gestion et prise de décision en matière de réduction des effectifs», Travail, nº 34, 1995, pp. 59-74.24.- Ibidem, p. 10.25.- De 1971 a 1991, Francia «corre más deprisa» en un 15% que sus dos competidores occidentales (en productividad d<strong>el</strong> trabajo), pero estámuy por detrás de todos los países desarrollados excepto <strong>el</strong> Reino Unido en la productividad d<strong>el</strong> capital (ibídem, pp. 12-13).ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.netYOUKALI, 5 página 191 Un clásico, un regalo

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