YOUKALI, 5 página 52 Trabajo y valordir al planteamiento derridiano un suplemento corporal.Hay un quiasmo entre <strong>el</strong> cuerpo y <strong>el</strong> discursopor <strong>el</strong> que “<strong>el</strong> cuerpo excede <strong>el</strong> discurso al que dalugar”, mientras que “<strong>el</strong> discurso se mantiene irreductiblea los medios corporales de enunciación” (Butler,1997b: 156). Es ese desajuste entre cuerpo y discurso<strong>el</strong> que según Butler haría posible, entonces, <strong>el</strong> hablarcon autoridad aun sin estar autorizado a hablar.La posición de Butler no difiere sin embargo esencialmentede la que sostiene Derrida, la apuesta de amboses la de hacer descansar la ruptura en un vacío, sea <strong>el</strong>vacío de la arbitrariedad d<strong>el</strong> signo, que no lo fija demodo natural a ningún contexto, sea la nada d<strong>el</strong> desajusteentre cuerpo y discurso. Ese es su a priori, <strong>el</strong> apriori que a toda costa desean sostener, (re)producir.Ahora bien, si no deseamos sostener ningún a priori,la dialéctica entre repetición y ruptura tiene necesariamenteque complejizarse.No hay ninguna necesidad de utilizar la ruptura comocoartada para un a priori. Podemos entender que no essólo que toda repetición implique una ruptura con <strong>el</strong> contextoprevio, <strong>el</strong> caso es que, además, toda repetición es larepetición de una ruptura. Hay que pensar que la repeticiónde la ley o la norma tuvo un comienzo y que esecomienzo consistió en una transformación de las r<strong>el</strong>acionesde fuerza performativas y de otro tipo, en una ruptura.Es más, toda ruptura, para ser tal, exige repetirse. Unaruptura de la que no quedase memoria alguna nadamodificaría, no sería por tanto una ruptura. La ruptura,las rupturas se han dado ya siempre. Aqu<strong>el</strong>los capaces deponer en disputa una autoridad están repitiendo unaruptura tanto como aqu<strong>el</strong>los que se someten a <strong>el</strong>la sinatre<strong>ver</strong>se a ponerla en cuestión. El problema, desde estaperspectiva, se desplaza. La oposición ya no es entrerepetición y ruptura tal y como la plantean Derrida en lalectura de Butler y, en última instancia, la misma Butler,sino entre repetir una ruptura o repetir otras. La cuestiónes qué ruptura repites, repetimos. La cuestión es si iteramosun discurso que sólo concede consistencia históricosociala la producción de sujetos más o menos capaces deromper eventualmente con la identidad corporeizadaque los constituye o iteramos otro distinto que constataque, además de la producción de cuerpos sujetados, tambiénse producen experiencias de insumisión cuyas sedimentacioneshacen coagular historias. Para mí es claroque la condición de existencia d<strong>el</strong> teorizar de Butler (y,por supuesto, la de esta lectura) es que hay también historiasde insumisión que, en función de las variaciones enlas r<strong>el</strong>aciones de fuerza, se reiteran y se reconstruyen, quecirculan y se entr<strong>el</strong>azan, que en un determinado punto sedispersan y en otro confluyen, desplegando una enormepotencia efectiva.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.netY habrá que reconocer que <strong>el</strong> problema de Butlernunca ha sido cómo dar cuenta de ese punto de vistade la generalidad que no descuida las implicacionesentre identidad y exclusión. Desde su planteamientoes perfectamente posible entender, siempre que nodeseemos a toda costa un a priori, que así como losregímenes de regulación identitaria se entr<strong>el</strong>azan,también lo hacen las historias de insumisión, tambiénlo hacen las luchas contra las distintas formas de dominación,y que es ese entr<strong>el</strong>azamiento (problemático,conflictivo) <strong>el</strong> que produce la perspectiva general comoresultado de la con<strong>ver</strong>gencia dinámica de explicaciones,de insumisiones, singulares (cf. Butler, 1998: 37-8). La igualdad social no es un criterio previo a lasresistencias múltiples, a las múltiples reb<strong>el</strong>iones de losdesiguales. Por <strong>el</strong> contrario, d<strong>el</strong> mismo modo que ladominación se produce por la colaboración de losdominados, la igualdad social en la medida en que seda o se pueda dar (incluida la defensa efectiva de derechosbásicos) es o será fruto de sus luchas.BIBLIOGRAFÍA.Althusser, L., (1974), La filosofía como arma de la revolución,Madrid, Siglo XXI.Beauvoir, S. de (2000), El segundo sexo (2 vol.) Madrid,Cátedra,.Bourdieu, P. (1999), ¿Qué significa hablar? Economía d<strong>el</strong>os intercambios lingüísticos, Akal, Tres Cantos.Bourdieu, P. (1997), Razones prácticas. Sobre la teoría d<strong>el</strong>a acción, Barc<strong>el</strong>ona, Anagrama.Burgos Díaz, E. (2005), “Butler frente a Braidotti. Sobre latransformación social”, Riff Raff. Revista dePensamiento y Cultura, n.º 027 extra, 2ª época, invierno.Butler, J. (1999), Gender Trouble: Feminism and theSub<strong>ver</strong>sion of Identity, London, Routledge.Butler, J. 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AUTONOMÍA Y SUBJETIVIDAD.Por una lectura crítica de algunos textos de A. Negripor Montserrat Galcerán HuguetUna de las críticas más repetidas al modo cómo Marxdesarrolla su análisis d<strong>el</strong> capitalismo en El Capital, es lade que descuida <strong>el</strong> lado subjetivo en beneficio de ladinámica objetiva de las r<strong>el</strong>aciones capitalistas. Los trabajadoresaparecen como capital variable y, en este sentido,inmersos en una dinámica, en la que constituyenuna parte d<strong>el</strong> capital –justamente <strong>el</strong> capital variable– yaparecen también, entre otros en <strong>el</strong> cap. 6º sobre la jornadade trabajo, como colectivos en lucha contra lascondiciones de trabajo impuestas, en lucha por mejorassalariales, por reducciones horarias, por mejores condicionesde trabajo,…Los trabajadores o la clase obrera, viven de modo internoa la propia r<strong>el</strong>ación-capital, que reproducen con sutrabajo. Y aunque nunca se limiten a ser sólo “parte d<strong>el</strong>capital”, la fuente de la resistencia está en cierto modopresupuesta. Los trabajadores nunca podrán reconciliarsetotalmente con <strong>el</strong> capital dado que éste no es másque una dinámica que reproduce y amplía una explotaciónque absorbe gran parte de su tiempo de vida, acambio de un salario que sólo permite comprar unpequeña parte de la riqueza producida. Nunca <strong>el</strong> trabajadorpuede reapropiarse d<strong>el</strong> total de la riqueza producidapor él mismo, ni tampoco la clase en su conjuntopuede reapropiarse <strong>el</strong> volumen total de la riqueza producidacolectivamente, ya que una parte nada despreciablecircula como plusvalor, formando en tanto quetal, la base común de la ganancia o beneficio capitalista,de la renta de la tierra y de los intereses d<strong>el</strong> capitalfinanciero. Al trabajador sólo le revierte bajo la formade salario una pequeña parte de lo producido.Es cierto que Marx en las Glosas marginales al Programade Gotha y en las Notas al “Manual de EconomíaPolítica” de Adolph Wagner, problematiza la reivindicación,por aqu<strong>el</strong>la época muy popular, que clamabapor que <strong>el</strong> salario devolviera al trabajador <strong>el</strong> “productoíntegro” de su trabajo. Marx explica que esta reivindicaciónes absurda, pues prescinde d<strong>el</strong> hecho de que entoda sociedad los trabajadores tienen que subvenir consu trabajo, a las necesidades de los que no trabajen o nopuedan trabajar, o sea niños, enfermos, ancianos, discapacitados,etc. razón por la cual cualquier sociedaddebería proceder a un cálculo de sus capacidades productivasy de sus necesidades, de forma que <strong>el</strong> repartode la riqueza no estuviera predeterminado por <strong>el</strong> lugarque se ocupe en la producción sino que estuvieramediado políticamente. De este modo aqu<strong>el</strong> reparto,que en <strong>el</strong> capitalismo se lleva a cabo por medios puramenteeconómicos: - quien posee <strong>el</strong> medio de cambiopor exc<strong>el</strong>encia, o sea dinero, puede apropiarse de todolo que pueda comprar, mientras para quien sólo disponede un salario, éste marca su capacidad de compra –frente a este mod<strong>el</strong>o, cabría un mod<strong>el</strong>o de producciónplanificada y de apropiación políticamente mediada.La pregunta subyacente, que se interroga por losdeseos, aspiraciones, expectativas y capacidades de losseres humanos en una sociedad dada, parecería fuerade lugar en la descripción de Marx. Parecería que podríamosacordar mejor o peor la magnitud de la produccióny de la satisfacción de las necesidades, pero queéstas serían más o menos constantes, sin que las diferenciasentre los seres humanos pudieran poner encuestión un reparto justo y equitativo. La poca atencióna “lo que quieren los trabajadores” y a “aqu<strong>el</strong>lo de lo queISSN:1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.netYOUKALI, 5 página 53 Trabajo y valor
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