YOUKALI, 5 página 186 Un clásico, un regaloproducción) y <strong>el</strong> sistema de acción concreta que se sustenta en «un acuerdo informal… entre los obreros de produccióny los obreros de mantenimiento» para la gestión de las a<strong>ver</strong>ías constantes de las máquinas: «se habíanlegado las tareas de mantenimiento más corrientes a los primeros, mientras que los obreros profesionales se reservabanla mayor libertad para arreglar las a<strong>ver</strong>ías más graves, y esto con <strong>el</strong> acuerdo tácito de los jefes de taller»(Crozier, 1963 en Segrestin, 1996). D<strong>el</strong> mismo modo que Bernoux, Motte y Saglio mostrarán que, para luchar contrala masa de disfunciones engendradas por la organización formal d<strong>el</strong> trabajo en los talleres, «sólo la trasgresiónd<strong>el</strong> reglamento permite asegurar la producción; (…) la jerarquía sabe que debe recurrir a la buena voluntad detodos para hacer funcionar <strong>el</strong> taller… la jerarquía usa una lógica d<strong>el</strong> sentimiento para que los compañeros implementenuna lógica de la eficacia» (Bernoux et alii, 1973, pp. 128-137).De todo <strong>el</strong>lo se puede desde luego concluir que, en cierta forma este análisis es «<strong>el</strong> opuesto exacto d<strong>el</strong> que no hacemucho permitieron creer E. Mayo y sus discípulos de la Escu<strong>el</strong>a de r<strong>el</strong>aciones humanas» (Segrestin, 1996, p. 124),si se privilegia la oposición entre ambas lógicas. Así Burawoy, al igual que Bernoux y sus colegas, critica la oposiciónque establece Mayo entre la lógica obrera informal y la lógica formal que impondría la dirección: <strong>el</strong> códigosocial producido por <strong>el</strong> grupo obrero para preservar su integridad no se opone en realidad a la lógica económicade la dirección, más bien le permite funcionar (Burawoy, 1979, pp. 79-80). Mich<strong>el</strong> Crozier por su parte, lejos deoponer la lógica de los sentimientos y la lógica de la eficacia, en contra de lo que Burawoy le proporciona (1979, p.79), considera las teorías sobre la racionalidad limitada de Simon (en quien se iba a inspirar) una prolongación d<strong>el</strong>a escu<strong>el</strong>a de las r<strong>el</strong>aciones humanas, en la medida en que permitiría una f<strong>el</strong>iz síntesis entre «<strong>el</strong> mundo de la afectividad»y «<strong>el</strong> mundo de LA racionalidad» que identificacon <strong>el</strong> de «la eficacia organizacional» (Crozier, 1979).En realidad, la lógica de la eficiencia a la que se referíaMayo, sin analizarla ni cuestionarla aunque se tuviera encuenta la «demanda» precisa de dirección de la WesternElectric (¿cómo aumentar la productividad de las operariasy poner fin al frenazo?, era a la vez organizacional (la obedienciaa las reglas) y económico (la lógica d<strong>el</strong> beneficio, d<strong>el</strong>a productividad). La sociología de las organizaciones no seinteresa más que en la primera y hará de la r<strong>el</strong>ación entrereglas formales y organización informal <strong>el</strong> ámbito de suproblemática.Introducirá pues bastante de «lo informal» en la lógica de laeficiencia, sin embargo se trata únicamente de la eficienciaorganizacional, y no de la eficiencia económica que está fuera de su campo. B. Mottez indica en ese sentido queTaylor, quien iba a con<strong>ver</strong>tirse en la proa mítica de LA racionalidad formal (de la organización) criticado por todaslas sociologías, había justamente realizado una desconexión 15 entre la lógica d<strong>el</strong> beneficio «formalizada por losanálisis de los economistas… que en fervoroso compromiso liberal al sistema capitalista, que a pesar de <strong>el</strong>lo élsigue reconociendo», que oculta no obstante la teoría de las organizaciones, y la «lógica de la eficiencia» organizacionalsinónimo por sí misma de la Racionalidad única (Mottez, 1971, pp. 14-15).La eficiencia económica se define en principio, como lo apuntaba Friedmann, por la r<strong>el</strong>ación entre un objetivo ysu resultado; ahora bien, la sociología d<strong>el</strong> trabajo como la de las organizaciones se desinteresa por los resultadosd<strong>el</strong> trabajo, y no se preocupa más que de las condiciones laborales, de las r<strong>el</strong>aciones entre operarios y directivos.A pesar de su referencia al marxismo, Burawoy sigue en este punto la tradición clásica de la sociología d<strong>el</strong> trabajo.La explicación de la búsqueda d<strong>el</strong> rendimiento (<strong>el</strong> «juego 16 de la prueba» obliga a impulsar sus máquinas pero15.- Desconexión más acentuada aún en la sociología francesa, por la traducción de scientific management por organización científica d<strong>el</strong> trabajo.Lo cual no tiene nada que <strong>ver</strong> con la dirección (management) de la empresa, la cual es a la vez económica y organizacional (Lorino,1991). Se puede por tanto plantear si esta nueva conexión entre lógica d<strong>el</strong> beneficio y lógica de la eficiencia organizacional no es un productodebido a los promotores d<strong>el</strong> mito tayloriano más que al mismo Taylor. Taylor fue en efecto, no lo olvidemos, uno de los inventores de lacontabilidad analítica (Lorino, 1991).16.- El juego según Burawoy es un juego obligatorio de los ejecutores sometidos a las normas y dispositivos de control. No tiene pues nada que<strong>ver</strong> con <strong>el</strong> juego de los interesados libremente y sin obstáculos según la teoría económica neoclásica.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net
ajo ciertos límites obedeciendo a las «reglas de juego») por la investigación de un espacio, incluso mínimo, deiniciativas, de <strong>el</strong>ecciones, de juegos que permiten mantener <strong>el</strong> «sistema», esta explicación «no se desmarca apenasde las tesis de sus precursores en <strong>el</strong> estudio d<strong>el</strong> taller» (Desmarez, 1986). Como D. Roy hace 30 años 17 ,Burawoy subestima la importancia d<strong>el</strong> aliciente d<strong>el</strong> lucro (de modo que, como apunta Desmarez, al producir un140% en lugar d<strong>el</strong> 100% los obreros pueden aumentar en un 20% su base salarial), con <strong>el</strong> beneficio de una explicaciónpuramente psicológica; <strong>el</strong> placer de jugar, d<strong>el</strong> riesgo, de la gratificante proeza deportiva («lo hicimos», «wemake out») fortalecería su autoestima en <strong>el</strong> lugar de trabajo y <strong>el</strong> reconocimiento de sus iguales. Ya no se trata másque de buscar un derivado (¿una droga?) que permitiría olvidar la coacción más fuerte d<strong>el</strong> trabajo de ensamblaje(su carácter molesto y fastidioso).No obstante, ¿no va lo uno sin lo otro? ¿No hay más bien que vincular la investigación de un aumento de salariocon la construcción de una resistencia colectiva que inscriba <strong>el</strong> aumento de los ritmos según los límites precisos,negociados con la dirección? La referencia al juego como pura proeza deportiva está completamente desconectadade la búsqueda d<strong>el</strong> lucro, de la recompensa, lo que supone <strong>el</strong> «consentimiento» de los obreros dentro de unadominación sin límite, fuera de toda coyuntura económica, fuera de todo cambio preciso en las condiciones laboraleso en la estrategia de la empresa (crecimiento interno o restructuraciones que entrañan despidos). Por <strong>el</strong> contrario,la r<strong>el</strong>ación precisa entre las tasas de rendimiento y los salarios restringe este «contrato», este compromisoentre los obreros y la dirección de la fábrica a las condiciones socioeconómicas precisas cuyo replanteamientopuede justamente perturbar las «reglas d<strong>el</strong> juego».Aún así puede sorprendernos especialmente que en esta fábrica (donde se considera que <strong>el</strong> «patriotismo deempresa» y la movilización d<strong>el</strong> personal en torno al «interés general» de la empresa parecen desconocidos) la gestióndirectiva que ha establecido la nueva firma multinacional que la ha absorbido no busca, a manera de sus competidores,implicar al personal en su estrategia industrial y comercial. A menos que, justamente, no sea un efectod<strong>el</strong> interés exclusivo d<strong>el</strong> autor, como de sus predecesores (Roy y Mayo, pero también la sociología de las organizaciones)en r<strong>el</strong>ación al trabajo, en detrimento de la r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> resultado de dicho trabajo y por consecuenciacon los objetivos estratégicos de la empresa.Según Burawoy, en efecto, «La importancia de las reglas será central según mi interpretación de las políticas d<strong>el</strong>os talleres (shop-floor politics), a pesar de que sus implicaciones se comprenderán en términos de dominación,más que de eficiencia (efficiency)». En efecto, para él la eficiencia envía de nuevo al análisis weberiano de las funcionesy disfunciones de la burocracia, no obstante apenas deja margen para la intervención de los ejecutoresencerrados en su microautonomía.A diferencia de Mayo y de la sociología d<strong>el</strong> trabajo, es ciertoque Burawoy tiene en cuenta 18 <strong>el</strong> entorno económico d<strong>el</strong>a empresa estudiada asociando la organización d<strong>el</strong> trabajomás individualizado, más autónomo y la transformaciónde la empresa en una multinacional donde la división entreconcepción y ejecución es más fuerte pero donde se reducenlos controles administrativos y los escalones intermedios.Sin embargo, los mundos de los cuadros dirigentes, d<strong>el</strong>os ingenieros, de los gestores permanecen lisos, encadenadosa un pensamiento único jamás cuestionado (la carrerapor la rentabilidad de los malvados ingenieros tayloristasque no se interesan más que en la racionalización d<strong>el</strong> trabajo):la única cosa que r<strong>el</strong>aciona <strong>el</strong> mundo d<strong>el</strong> taller con <strong>el</strong>de los gestores es aqu<strong>el</strong>la dominación sin tregua de losobreros por parte de la dirección (<strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de los sindicatosresulta marginal en esta fábrica), de una aplicación sin fricciones de las estrategias decididas por arriba. En <strong>ver</strong>dadse tiene esta vez en cuenta la lógica d<strong>el</strong> beneficio, pero desvinculada de la política industrial y comercial, que17.- «Quota restriction and goldbricking in machine shop», American Journal of Sociology, 57, (1952), pp. 427-442.18.- Pero de una manera muy superficial: se habla bastante de competitividad, pero no se dice gran cosa sobre los productos y sus mercados.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.netYOUKALI, 5 página 187 Un clásico, un regalo
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