YOUKALI, 5 página 36 Trabajo y valordiéndose cada vez más <strong>el</strong> valor de uso de las mercancíascon su condición de signo de determinados “estilosde vida” 24 . El trabajo que se explota en <strong>el</strong> postfordismono es ya trabajo abstracto, sino trabajo vivo: lasr<strong>el</strong>aciones sociales, las capacidades comunicativas yafectivas se integran de manera activa y directa en laproducción de la mercancía, al tiempo que <strong>el</strong> conjuntode las r<strong>el</strong>aciones sociales tiende a adquirir una dimensiónmercantil 25 . Esto no impide que las estructurasjurídicas y políticas propias de la explotación d<strong>el</strong>trabajo abstracto sigan todas <strong>el</strong>las en vigor, desde <strong>el</strong>Estado soberano hasta <strong>el</strong> mercado, desde los derechoshumanos al Estado de derecho. Lo que ocurre es quehan dejado de tener cualquier tipo de función real enla producción y en la organización de la sociedad. Elcapitalismo actual se ha con<strong>ver</strong>tido en una fuerza tanparasitaria como <strong>el</strong> feudalismo o <strong>el</strong> despotismo orientalrespecto de las capacidades productivas de la sociedad.La imposición a bombazos de la lógica d<strong>el</strong> trabajoabstracto con sus figuras político-jurídicas d<strong>el</strong>Estado de derecho y de los derechos humanos no esun mero capricho de gobernantes enloquecidos sinouna necesidad intrínseca de un sistema que debe seguirimponiendo la apariencia de una “situación normal”auna sociedad cuyas r<strong>el</strong>aciones reales le son cadavez más ajenas. Deben simular, aunque sea por lafuerza más extrema que su derecho y sus formas derepresentación política siguen vigentes, cuando, en lapráctica la capacidad productiva de la sociedad sebasa en r<strong>el</strong>aciones comunistas de cooperación. Tal esla paradoja d<strong>el</strong> “comunismo en <strong>el</strong> capitalismo” quehoy nos toca vivir. Por un lado, una enorme potenciaproductiva que ya no conoce limitaciones espacialesse expresa como mundialización; por otro, <strong>el</strong> Estado,los Estados, multiplican las fronteras y las desplazana su antojo. El espacio, las leyes, los derechos se aplicande manera arbitraria y terrorista: <strong>el</strong> Estado de derechose impone contra sí mismo, como excepciónpermanente.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.netEs fuerte la tentación de vol<strong>ver</strong> atrás hacia formasmás “decentes” y controlables de capitalismo y haciauna democracia con algo más de contenido. Tal fue ensu momento <strong>el</strong> objetivo d<strong>el</strong> eurocomunismo y de ciertasocialdemocracia, tal es aún hoy <strong>el</strong> de movimientoscomo Attac. Recuperar cierto control d<strong>el</strong> capital desdeun Estado nación redivivo. El problema es que la contrarrevoluciónneoliberal es una respuesta a una revolución:la d<strong>el</strong> proletariado y la juventud urbana contra<strong>el</strong> fordismo que su<strong>el</strong>e asociarse con <strong>el</strong> año 1968, peroque en realidad va mucho más allá de esa fecha. Laprecariedad no es sólo una estrategia d<strong>el</strong> capital, estambién la forma que adopta la libertad d<strong>el</strong> trabajadorque rompe con <strong>el</strong> fordismo bajo <strong>el</strong> mando capitalistamundializado. La propia mundialización es la únicasalida que permite al capital no vol<strong>ver</strong> a <strong>ver</strong>se preso d<strong>el</strong>as rigideces fordistas, pero para <strong>el</strong> trabajo vivo tambiénes una estrategia de éxodo. En <strong>el</strong> espacio abiertod<strong>el</strong> planeta se yerguen barreras que ya no dividen aEuropa u Occidente d<strong>el</strong> espacio colonial d<strong>el</strong> tercermundo, sino que intentan con eficacia limitada contenery canalizar este éxodo. No hay pues vu<strong>el</strong>ta atrásque no suponga una enorme regresión en la que vu<strong>el</strong>vana instituirse como polos de la vida social <strong>el</strong> Estadonación y sus fronteras y <strong>el</strong> espacio cerrado de la fábrica.Hasta las formas de resistencia que giran explícitamentealrededor de un referente nacionalista se venobligadas a superarlo en su propia formulación. Así,por ejemplo, la revolución bolivariana de Venezu<strong>el</strong>ase refiere a la Patria, pero ésta es a su vez <strong>el</strong> proyectode Patria Grande de Bolivar, proyecto que supera loslímites de los Estados nación racistas y neocoloniales.Sería indispensable reflexionar sobre esta y otrasprácticas de superación espacial d<strong>el</strong> trabajo abstractoy sus instituciones estatales para evitar caer en latrampa de las utopías regresivas d<strong>el</strong> trabajo abstractoy salir d<strong>el</strong> laberinto de las “democracias liberales” yd<strong>el</strong> “humanismo militar” en <strong>el</strong> que todavía estamosencerrados.24.- Cf. Naomi Klein, No logo, La tyrannie des marques, Actes Sud, 200125.- Cf. Christian Marazzi, Il posto dei calzini, Roma Derive-Approdi, y en general <strong>el</strong> muy interesante planteamiento que viene desarrollandoPaolo Virno y los demás colaboradores de la revista Forme di Vita.
PERFORMATIVIDAD Y EXPLOTACIÓN SIMBÓLICAEN JUDITH BUTLER: UNA LECTURA CRÍTICApor Aur<strong>el</strong>io Sainz PezonagaLa teoría de la performatividad de género deJudith ButlerLa apuesta teórica más fuerte d<strong>el</strong> concepto de génerode Judith Butler consiste en no dejar espacio paraconsiderar como posible la existencia de ninguna realidadhumana que sea improducida o inmodificableen términos absolutos. Tres de esas supuestas realidadesque tradicionalmente se han considerado comoimproducidas, y muchos, no olvidemos, considerantodavía así, son especialmente importantes para lacuestión de género. Una es <strong>el</strong> sexo: la división sexualentre hombres y mujeres es, según Butler, producidasocialmente. La otra es la norma heterosexual: considerarcomo lo “normal” que los varones deseen a lasmujeres y las mujeres a los varones no nos viene dadoa los seres humanos antes de toda enculturación, por<strong>el</strong> contrario lo que en ese juicio funciona es una“norma” que se construye también socialmente. Y laúltima es la de sujeto: la concepción de un “yo” o deun “nosotros” como ser que actúa por propia iniciativay perfectamente idéntico a sí mismo a lo largo d<strong>el</strong>tiempo es igualmente un producto histórico.Esta posición teórica de Butler rompe con las concepcionesdominantes acerca de la división sexual, laheterosexualidad y <strong>el</strong> sujeto que los presentan precisamentecomo improducidos, como realidades queescapan enteramente a la acción humana. Dado quehay tendencias en <strong>el</strong> feminismo que también sostienen,parcial o totalmente, esas concepciones llamémoslas“idealistas”, Butler propone un debate dentrod<strong>el</strong> feminismo al tiempo que desarrolla una crítica alpensamiento hegemónico patriarcal. Ahora bien, queestemos ante concepciones dominantes significa queestas visiones idealistas organizan nuestra experienciade modo que <strong>el</strong> carácter intocable de la divisiónsexual, de la heterosexualidad y d<strong>el</strong> sujeto parezcan irde suyo. La teoría de la performatividad de genero deJudith Butler tendrá que explicar, entonces, doscosas. Tendrá que explicar, primero, cómo se producenla división sexual, la norma heterosexual y <strong>el</strong> sujetoy tendrá que explicar, también, cómo hace esa producciónpara pasar inad<strong>ver</strong>tida, cómo produce esasrealidades como si fueran improducidas.“Género” es, así, para Butler tanto “<strong>el</strong> aparato mismode producción en <strong>el</strong> que y por <strong>el</strong> que los sexos sonestablecidos” como “los medios discursivo-culturalespor los que la ‘naturaleza sexuada’ o ‘un sexo natural’es producido y establecido como ‘prediscursivo’, anteriora la cultura, una superficie políticamente neutralsobre la que actúa la cultura” (Butler, 1999: 11).Dos cuestiones fundamentales se derivan de esta concepciónd<strong>el</strong> género. Por un lado, que no hay un lugarpolíticamente neutral desde <strong>el</strong> que reivindicar unaacción como intrínsecamente justa. Y, por eso mismo,que <strong>el</strong> conflicto político recorre todo <strong>el</strong> espacio social,incluido, de forma en absoluto carente de importancia,<strong>el</strong> modo en que nos concebimos a nosotros mismos.Esta es la forma radical de entender, por partede Butler la consigna feminista de que lo personal espolítico. La expresión que utiliza Butler para remarcareste carácter político de todo posicionamiento es queISSN:1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.netYOUKALI, 5 página 37 Trabajo y valor
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