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cial humana quedaría destruida, pues <strong>el</strong>ementos tanindispensables para <strong>el</strong>la como las capacidades lingüísticasy comunicativas no pueden en ningún mododerivarse de la interacción mercantil de los individuos.El lenguaje, la comunicación, los afectos suponentodos <strong>el</strong>los una comunidad de los individuos, sonbienes comunes que <strong>el</strong> capital se apropia fuera de cualquiercontrato. En ese sentido, la acumulación originariade capital, lejos de ser un proceso enteramente concluidodesde la instauración de las dinámicas fundamentalesd<strong>el</strong> capitalismo, sigue, por <strong>el</strong> contrario, siendoactual. De hecho, la expropiación d<strong>el</strong> trabajador noha hecho más que radicalizarse a lo largo de la historiad<strong>el</strong> capitalismo, pues si esta empezó con la expropiaciónde los comunes de las sociedades agrícolas precapitalistas,hoy, en pleno régimen biopolítico, se centraen la expropiación y explotación de las facultades mentalesy físicas, afectivas, int<strong>el</strong>ectuales y comunicativascaracterísticas de la especie humana 19 .Soberanía, valor y trabajo abstractoEl corr<strong>el</strong>ato político de este proceso de expropiaciónes la soberanía. No por casualidad la idea de soberaníaconstituye uno de los escollos fundamentales d<strong>el</strong>pensamiento político moderno, en lo cual manifiestacierta analogía con <strong>el</strong> valor en <strong>el</strong> ámbito de la economía.Tanto la soberanía como <strong>el</strong> valor son conceptosque remiten a una dualidad de planos: por un lado ala legalidad, que tratándose de la soberanía se expresacomo derecho público y en <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> valor como <strong>el</strong>derecho privado que rige los intercambios mercantiles,y por otro a la violencia que se manifiesta comoposibilidad por parte d<strong>el</strong> soberano de situarse legalmentemás allá de las leyes a fin de restablecer <strong>el</strong> ordenque hace posible la aplicación de estas, y por partede los agentes d<strong>el</strong> capital en la explotación y expropiaciónd<strong>el</strong> trabajador que, ocurre “dentro y fuera d<strong>el</strong>mercado”. Legalidad y violencia no se oponen sinmás, en realidad se interpenetran. Naturalmente, <strong>el</strong>plano de la excepción, aqu<strong>el</strong> que no es contempladopor las leyes nunca se expresa como tal: en cierto modosiempre se ve arropado por la legalidad. La violenciade la explotación y la violencia d<strong>el</strong> estado de excepciónse expresan a través d<strong>el</strong> derecho. El soberano declarala suspensión d<strong>el</strong> derecho en <strong>el</strong> estado de excepciónamparándose en una norma jurídica y aun en lapropia constitución. La explotación y la expropiaciónperpetuada d<strong>el</strong> trabajador se expresan en los términosd<strong>el</strong> contrato laboral como una r<strong>el</strong>ación entre sujetoslibres, iguales y propietarios.Para un régimen como <strong>el</strong> liberal que ha pretendidodesde sus inicios limitar al mínimo la intervención d<strong>el</strong>poder político en los asuntos de la sociedad civil, <strong>el</strong>poder se presenta necesariamente como Estado dederecho, esto es como poder sometido a sus propiasleyes. Ello no descarta que más acá de estas leyes yamparándose en la libertad negativa que estas concedena la sociedad civil respecto de toda “opresión” porparte d<strong>el</strong> soberano, la sociedad de clases, la expropiacióny la explotación prosigan tranquilamente. Sin embargo,más importante aún que esto, es comprobarque la legalidad no es un mero disfraz que oculta laviolencia, sino la expresión necesaria y la condiciónde posibilidad de esta violencia. Cualquier reivindicaciónpolítica que pretenda oponerse al capital y su dominaciónen nombre de los derechos humanos, queno son sino <strong>el</strong> otro nombre de los derechos d<strong>el</strong> propietario-incluidos, naturalmente, los d<strong>el</strong> propietario defuerza de trabajo- termina necesariamente reproduciendo<strong>el</strong> propio marco de opresión que procura superar.Como afirmaba Mich<strong>el</strong> Foucault en su debate conNoam Chomsky de 1971 - frente al planteamiento deeste último conforme al cual es necesario tener un idealde justicia y de dignidad humana para reb<strong>el</strong>arsefrente al capitalismo- exigir que las r<strong>el</strong>aciones de mercadose rijan por la igualdad y la libertad no es oponerseal capitalismo, sino reafirmar sus condicionesjurídicas de existencia 20 . A pesar de que en determi-19.- K. Marx, F, Eng<strong>el</strong>s, Ibidem: “El «espíritu» nace ya con la maldición de estar «preñado» de materia, que aquí se manifiesta bajo la formade capas de aire en movimiento, de sonidos, en una palabra, bajo la forma d<strong>el</strong> lenguaje. El lenguaje es tan viejo como la conciencia: <strong>el</strong>lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real, que existe también para los otros hombres y que, por tanto, comienza a existirtambién para mí mismo; y <strong>el</strong> lenguaje nace, como la conciencia, de la necesidad, de los apremios de r<strong>el</strong>ación con los demás hombres.Donde existe una actitud, existe para mí, pues <strong>el</strong> animal no tiene «actitud» ante nada ni, en general, podemos decir que tenga «actitud»alguna. Para <strong>el</strong> animal, sus r<strong>el</strong>aciones con otros no existen como tales r<strong>el</strong>aciones. La conciencia, por tanto, es ya de antemano un productosocial, y lo seguirá siendo mientras existan seres humanos.”20.- Así sintetiza Foucault su oposición a las tesis de Chomsky: “Y contrariamente a lo que usted piensa, no puede impedirme pensar que estosconceptos de naturaleza humana, justicia, realización de la esencia de los seres humanos son todos <strong>el</strong>los nociones que se han formado dentrode nuestra civilización, dentro de nuestro tipo de conocimiento y nuestra forma de filosofía, y por consiguiente forman parte de nuestrosistema de clases; y por lamentable que sea, no pueden invocarse estas nociones para describir o justificar una lucha que debería derribar-y en principio derribará - los propios fundamentos de nuestra sociedad”. (“And contrary to what you think, you can’t prevent me fromb<strong>el</strong>ieving that these notions of human nature, of justice, of the realisation of the essence of human beings, are all notions and concepts whichhave been formed within our civilisation, within our type of knowledge and our form of philosophy, and that as a result form part of ourISSN:1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.netYOUKALI, 5 página 33 Trabajo y valor

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