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teoría marxista, queda superado aquí al considerar, de forma crítica, que aqu<strong>el</strong>lo que caracterizaba <strong>el</strong> realismodecimonónico –la objetividad d<strong>el</strong> espejo, etc.– estaba igualmente mediatizado por la subjetividad de clase. Eraun realismo cuya pretensión era legitimar <strong>el</strong> orden burgués como orden natural y, por lo tanto, inamovible,eterno. Y esto está llevado al extremo en la sociedad actual. Por lo tanto, desde La (re)conquista de la realidadno se denuncia que en la literatura de la posmodernidad –eufemismo de capitalismo radical– se haya producidoun abandono de la realidad; de hecho, hoy más que nunca, la realidad se configura como la estéticadominante. Y digo realidad y no realismo a propósito. Así como en <strong>el</strong> siglo XIX la burguesía se legitimaba através d<strong>el</strong> realismo, en <strong>el</strong> siglo XXI se legitima desde lo real. La tendencia artística posmoderna es la estéticad<strong>el</strong> simulacro, es decir, un arte donde lo real y lo ficticio se mezclan en un todo ontológico. Ya no hay límites:<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> narrativo se presenta como real. No es casualidad, por lo tanto, la proliferación de reality shows, talkshows o p<strong>el</strong>ículas con estética de documental. La realidad abarca todos los géneros, pero es una realidad queno nos interesa, porque aparece mediatizada por la ideología dominante: legitima <strong>el</strong> discurso d<strong>el</strong> capitalismoavanzado que postula <strong>el</strong> fin de las ideologías y de la lucha de clases.Un reality cualquiera pretende representar la degradaciónd<strong>el</strong> espacio público, la imposibilidad de lasr<strong>el</strong>aciones humanas –sociales– al margen de un liberalismoindividualista; presentan <strong>el</strong> egoísmo y <strong>el</strong>fracaso de la convivencia como algo natural, inmanentea la condición humana, pero, como dijera unpersonaje de los Tres centavos de Brecht, «Nos gustaríaser buenos y no tan groseros, si tan sólo las circunstanciasfueran diferentes». Desde esta presentaciónde la realidad –aparentemente objetiva ydesideologizada- <strong>el</strong> capitalismo muestra la lógica desus r<strong>el</strong>aciones sociales. La forma d<strong>el</strong> discurso inocenteesconde detrás una ideología.La estética d<strong>el</strong> simulacro parte con <strong>el</strong> mismo objetivo.La gravedad de esta estética no sólo se encuentra en <strong>el</strong> ámbito artístico, donde –apurando mucho– todocabe; lo p<strong>el</strong>igroso es cuando <strong>el</strong> discurso penetra en los textos académicos, teóricos, etc., que conducen a lanegación de la Historia. Paul Ricoeur, Hayen White o Roland Barthes son algunos de entre los que proponenque la Historia existe únicamente en tanto que entidad lingüística, es decir, que la Historia no es más que otroniv<strong>el</strong> narrativo. Según esto resulta imposible conocer la Historia y, claro, consiguientemente transformarla.Decía Barthes en un ensayo titulado Discurso de la Historia que «Nuestro conocimiento d<strong>el</strong> pasado puedeincrementarse, pero nuestro entendimiento no». Si no se toma conciencia de la Historia es inviable transformarla:he aquí <strong>el</strong> discurso dominante d<strong>el</strong> fin de la Historia.Por eso La (re)conquista de la realidad es un texto imprescindible. Es una herramienta ideológica en unmundo sin herramientas y sin ideologías transformadoras; es un material necesario para pensar dialécticamente.Dice Enrique Falcón en <strong>el</strong> libro que «la literatura no es más que un acto de ocupación»; pues bien, esnecesaria la literatura para ocupar una realidad usurpada por <strong>el</strong> discurso capitalista. Hay que escribir la realidaden tanto que lucha de clases. No hay que pasar un espejo –una cámara fotográfica o instalar una cámaraoculta en las calles– para atrapar la realidad, sino que se trata de analizar la lógica de las r<strong>el</strong>aciones sociales.Ir a la raíz. Producir una literatura radical.¿Puede esto ayudar a la construcción de un mundo nuevo? Quizá, por sí misma, no; pero como afirma JuanAntonio Hormigón en su escrito: con palabras que aquí hago mías –y quisiera que nuestras–: «esto puede desmovilizara muchos; pero este no es mi caso».No es <strong>el</strong> caso, en efecto, de los editores ni de los autores de La (re)conquista de la realidad.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.netYOUKALI, 5 página 125 Análisis de efectos / reseñas

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