YOUKALI, 5 página 44 Trabajo y valordad, acabamos de <strong>ver</strong> que sí lo hace. Mi tesis es que <strong>el</strong>modo en que trata la generalidad de la exclusión identitaria,<strong>el</strong> modo en que tiende a vol<strong>ver</strong> a caer en unaconsideración que la trataría como ley a priori, obstaculizala explicación de la desigualdad entre procesosde construcción de identidades. Desde la teoría deButler no es posible dar cuenta de la desigualdad entre,por un lado, la construcción de identidad comoforma de dominación y explotación social de unoscolectivos sobre otros y, por otro, la construcción deidentidad con la que necesariamente se encuentra laposición de resistencia.El modo en que Butler trata la generalidad expone suteoría a la crítica de Braidotti de descuidar la asimetríaentre hombres y mujeres e “imposibilitar <strong>el</strong> pensamientofeminista sobre la dominación masculina,pensamiento que Braidotti encuentra ya formulado en<strong>el</strong> análisis de Beauvoir donde los hombres, en tantorepresentantes de lo uni<strong>ver</strong>sal abstracto, se nos presentandesincardinados y desde ahí capaces de transcendencia,y donde las mujeres aparecen r<strong>el</strong>egadas,perdiendo su subjetividad, al confinamiento en <strong>el</strong> espaciode sus cuerpos y así ancladas en la inmanencia”(Burgos Díaz, 2005).Si aceptamos la propuesta de Braidotti y la sumamosa la explicación de Butler, resulta que, dentro de unmismo sistema de dominación, y este esquema meparece común a todos los sistemas donde la identidadactúa sometiendo, las identidades se construyen almenos en cinco posiciones. Está la posición de identidadd<strong>el</strong> colectivo dominante (por ejemplo, los varones)y la de la identidad d<strong>el</strong> colectivo dominado (porejemplo, las mujeres). Ahora bien, además está laISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.netidentidad d<strong>el</strong> colectivo de dominantes y dominados.El hombre, por ejemplo, como identidad uni<strong>ver</strong>salintegradora de dominantes y dominados incluye altodo de varones y mujeres y los fusiona en la identidadd<strong>el</strong> colectivo dominante, de modo que la identidaduni<strong>ver</strong>sal funciona idealizando para todos los rasgosdefinitorios de la identidad d<strong>el</strong> colectivo dominante.En palabras de Simone de Beauvoir:La r<strong>el</strong>ación entre ambos sexos no es la de dos <strong>el</strong>ectricidades,dos polos: <strong>el</strong> hombre representa al mismotiempo al positivo y al neutro, hasta <strong>el</strong> punto que sedice “los hombres” para designar a los seres humanos...La mujer aparece como <strong>el</strong> negativo, de modoque toda determinación se le imputa como una limitación,sin reciprocidad. (Beauvoir, 2000: 49)La identidad uni<strong>ver</strong>sal sería la identidad no marcada,<strong>el</strong> varón en tanto que dominante, en tanto que ocupala posición uni<strong>ver</strong>sal, no es nunca responsable, porqueél se identifica con la ley, con la neutralidad.Quien “encarna” <strong>el</strong> Bien no es responsable de las consecuenciasde sus acciones. La ley es la que responsabilizay en cuanto esté reificada, como es <strong>el</strong> caso entoda forma de dominación, se presentará como inocente,neutral, natural, divina, absoluta, pura, autónoma...en definitiva, como absu<strong>el</strong>ta de cualquier responsabilidad.En la identidad d<strong>el</strong> colectivo dominado, por <strong>el</strong> contrario,se dan dos obligaciones imposibles, la de ser mujery la de ser humano (la de ser varón) de modo que lasmujeres están siempre cogidas en falta, hagan lo quehagan (“toda determinación se les imputa como unalimitación”). Si obedecen a la identidad de ser mujer,fallan en la de ser humanos <strong>completo</strong>s. Si obedecen ala de ser humano, fallan en la de ser mujer. Están por<strong>el</strong>lo siempre marcadas. Son siempre ya culpables. Yese sentimiento de culpabilidad es una tenaza o unobstáculo real contra <strong>el</strong> que tienen que enfrentarse adiario y que les lleva a definirse en r<strong>el</strong>ación al hombre(Ibid: 50). Ese sentimiento de culpabilidad fuerza lapasividad construida contra la que tienen que lucharlas mujeres en su proceso de liberación.Además, hay una cuarta posición de identidad que es laidentidad abyecta, aqu<strong>el</strong>lo que se es si se desobedece(en <strong>el</strong> caso de la dominación patriarcal, como bienmuestra Butler, marica o lesbiana; o, sólo para lasmujeres, “una cualquiera”, una “sin nombre”: <strong>el</strong> fantasmaamenazante de que fuera d<strong>el</strong> nombre de la familiapara la mujer sólo se abre <strong>el</strong> desierto). Y dado, por último,que no hay, por hipótesis, dominación sin resistencia,hay una quinta posición, la de resistencia que esuna posición compleja de identidad y explicación.
La identidad como forma de dominación es distinta d<strong>el</strong>a identidad integrada en la posición de resistencia.Aunque, ciertamente, las cosas pueden complicarse ypor eso es también fundamental <strong>el</strong> punto de vista generalen <strong>el</strong> que sitúa su teorización Judith Butler, siemprey cuando no lo reifiquemos y no <strong>el</strong>evemos sobre él unnuevo poder regulador, siempre que lo entendamoscomo una conclusión extraída de las experiencias d<strong>el</strong>ucha contra la dominación y no un principio previo atoda resistencia. Por un lado, lo que complica las cosases que nunca hay sólo una forma de dominación y unaresistencia, sino varias. Por otro, lo que las complicatodavía más es que toda forma de dominación generaespacios específicos de exclusión. Por último, lo quetampoco habría que olvidar nunca es que la posición deresistencia es precisamente una posición. La resistencia,por tanto, y las identidades que en <strong>el</strong>la entran enjuego son siempre r<strong>el</strong>ativas a una determinada luchacontra la dominación. Lo que significa que una identidadque ha funcionado en una posición de resistencia,puede perfectamente, cambiadas las r<strong>el</strong>aciones de fuerza,desprenderse de la explicación, reificarse y con<strong>ver</strong>tirseen identidad de dominación.Butler y otras teóricas que han criticado la identidad“mujer” ingenua son fundamentales porque han vu<strong>el</strong>toa recordar al feminismo lo que éste le recordó almarxismo y éste había enseñado al liberalismo. Lehan recordado que, al tiempo que uno está enfrentándosea una forma de dominación, puede estar colaborandocon otra forma de dominación distinta. Y ademáshan enseñado algo tanto al feminismo como almarxismo como al liberalismo, les han enseñado queuna identidad de resistencia puede estar excluyendo alos mismos seres humanos que excluye la forma dedominación contra la que se enfrenta. El problema eneste segundo caso es que la identidad de resistencia seconstruye a partir d<strong>el</strong> marco establecido por la identidadde dominación contra la que lucha, y por tantorecoge la misma zona de exclusión. En la lucha identitariaacrítica de la clase obrera, por cambiar de ejemplo,la zona de abyección compartida con la clasedominante la ocupaba en <strong>el</strong> siglo XIX lo que se llamó<strong>el</strong> lumpenproletariado y en la actualidad en Europa laocupa <strong>el</strong> emigrante más pobre, que siempre acabarecibiendo un ap<strong>el</strong>ativo despectivo.La diferencia entre identidades de dominación e identidadesde resistencia es importante también porqu<strong>el</strong>a identidad de resistencia ocupa la zona abyecta quegenera la identidad de dominación. La identidad deresistencia parte entonces siempre de dos lados indeseables,d<strong>el</strong> lado de la identidad de subordinación yd<strong>el</strong> lado de la identidad de la abyección. Y amboslados, que no son <strong>el</strong> mismo, son los que tiene que trabajar-siguiendo las marcas de la abyección que <strong>el</strong>lapuede colaborar a reproducir- para ser eficaz, es decir,para minar y, si es posible, abolir la forma de dominacióncontra la que se enfrenta.¿Por qué, siendo que todos estos planteamientos noson ajenos totalmente a Butler no encuentran unlugar teórico en sus escritos? Para responder a estacuestión, podemos empezar analizando su conceptode norma performativa como “poder repetido de conferirrealidad” (Butler, 2004: 52). De hecho, la maneraen la que se expresa Butler puede generar confusión.Cabría decir igualmente que la norma es performativaen tanto que produce “ficción que pasa comorealidad”, como, por otra parte, la misma Butler defiendeen diferentes ocasiones en absoluto marginales.La primera ficción que pasa como realidad es laficción reguladora, que es la propia norma. Podemosentender que esas “ficciones” articulan nuestra nociónde lo que es “real” y lo que no lo es. Pero cuando sedefiende una teoría performativa de la identidad, loque se está diciendo es que la propia atribución que laidentidad hace sobre sí misma, la de ser algo sustanciale independiente, autogenerado, no es cierta. La propiateoría de la performatividad de Butler transformanuestra noción de realidad y establece como ficticio loque se muestra a sí mismo como si fuera lo más real. Ysin embargo, la teoría de Butler no transforma nuestranoción de realidad únicamente por medio de la construcciónde una identidad opuesta. Lo hace explicando.(De)construye la identidad hegemónica, demostrandocómo se produce esa identidad que se presentacomo si fuera ingenerada e inmutable.Además Butler demuestra que esa ficción no es una“mera ficción”, sino que a su vez produce efectos deISSN:1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.netYOUKALI, 5 página 45 Trabajo y valor
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