YOUKALI, 5 página 166 Análisis de efectos / reseñasria de la sociedad se presenta como resultado de la actividad colectiva, pero se trata de una praxis in-intencional,que excluye cualquier propósito de situarla por r<strong>el</strong>ación a una voluntad (individual o colectiva) que organice ydetermine la estructura y <strong>el</strong> destino de la misma.Traducido a efectos prácticos, esto tiene una plasmación clara, al menos en lo que concierne a la obra y la estructuranarrativa que organiza <strong>el</strong> desarrollo de la misma: para empezar, se rechaza <strong>el</strong> tipo de r<strong>el</strong>ación causal motivadapor la mera sucesión crono-lógica de las figuras. De los gremios, dirá Cast<strong>el</strong>, no surge la figura histórica d<strong>el</strong> salariadomoderno, al menos no como <strong>el</strong> producto o <strong>el</strong> resultado de un interés consciente y promocionado por partede los primeros 9 . No es por razón de un posicionamiento crítico y consciente en <strong>el</strong> tiempo que se llega a la prohibición,primero, de las representaciones gremiales (véase los edictos de Turgot en1776) y posteriormente, como siesto fuese la culminación social de una vocación trans-histórica, al establecimiento d<strong>el</strong> salario como forma deretribución e integración 10 social dominante. De hecho, <strong>el</strong> proceso al que Cast<strong>el</strong> nos aboca es un movimiento en<strong>el</strong> que nada-está-dado-de-antemano, si bien esto último no significa que la realidad histórica sea absurda y muchomenos que carezca de algún tipo de coherencia que pueda hacerla int<strong>el</strong>igible 11 .En realidad, esto último es lo que hace, grosso modo, <strong>el</strong> libro d<strong>el</strong> sociólogo francés, un libro, entre otras cosas, queinvita a pensar de nuevo <strong>el</strong> concepto mismo de ‘cambio social’, eso sí, contemplándolo, no ya bajo <strong>el</strong> supuesto, ciertamenteconsolador, de los reconocimientos retrospectivos, sino como <strong>el</strong> resultado insospechado de un desplazamientoen las r<strong>el</strong>aciones de fuerza que integran una totalidad social. De este modo, <strong>el</strong> propio devenir histórico aparecedesprovisto de cualquier a priori de causalidadt<strong>el</strong>eológica, lo que, sin embargo, no significa que nadapueda r<strong>el</strong>acionarse con nada ni que existan tampocointereses históricamente situados, con capacidad limitadapara influir en <strong>el</strong> medio social. Al contrario, <strong>el</strong>mod<strong>el</strong>o al que Cast<strong>el</strong> se refiere no niega en ningún casola actuación de los agentes sociales, tampoco la idea,más o menos habitual, aunque también por <strong>el</strong>lo imprecisa,de considerar la transformación social por r<strong>el</strong>acióna las acciones recíprocas que los agentes mantienenentre sí; lo que rechaza, y es aquí donde radica lo másr<strong>el</strong>evante a efectos analíticos, es que sea la transformaciónmisma de la sociedad la consecuencia directa de unproyecto racional de transformación.Efectivamente, una cosa es la posibilidad de considerar la evolución social por r<strong>el</strong>ación al campo de fuerzas quegenera la interacción social, sin señalar cómo ni proponer una determinación explícita, y otra, retrotraer dichocambio al sentido establecido por uno u otro de los actores sociales que ejercen actuaciones d<strong>el</strong>iberadas sobre <strong>el</strong>la9.- De hecho, <strong>el</strong> propio Cast<strong>el</strong> señala que la crítica a la organización tradicional de los gremios no proviene exactamente deámbitos r<strong>el</strong>acionados con la reivindicación popular. Incluso, durante la Revolución, las reivindicaciones de los sans-culottesy de las multitudes revolucionarias no se dirigían contra la organización gremial d<strong>el</strong> trabajo. También en un sentido similar,<strong>el</strong> caso inglés puede proporcionarnos ejemplos r<strong>el</strong>acionados: por ejemplo, <strong>el</strong> ‘luddismo’ y su crítica, en forma de violenciacolectiva, a las consecuencias que la liberalización d<strong>el</strong> trabajo trajo de cara a las antiguas medidas de proteccionismo.Véase Ibid., p. 200.10.- Naturalmente, esto no quiere decir que la salarización estuviese r<strong>el</strong>acionada desde <strong>el</strong> inicio con la regularización o la asignaciónde derechos y deberes jurídicamente establecidos. Una lectura de los capítulos IV y V, respectivamente, basta paraobservar <strong>el</strong> carácter fuertemente des-juridificado que acompaña al salariado en <strong>el</strong> siglo XIX. También en <strong>el</strong> mismo sentido,aunque con intereses analíticos diferenciados, <strong>el</strong> capítulo III (¿Un feudalismo capitalista?) d<strong>el</strong> libro de GAUDEMAR, J.-P.:El orden y la producción, op. cit., pp. 107-127.11.- Al igual que Foucault: “Pienso que no hay que referirse al gran mod<strong>el</strong>o de la lengua y de los signos, sino al de la guerra yde la batalla. La historicidad que nos arrastra y nos determina es b<strong>el</strong>icosa; no es habladora. (…) La historia no tiene ‘sentido’,lo que no quiere decir que sea absurda e incoherente. Al contrario es int<strong>el</strong>igible y debe poder ser analizada hasta su másmínimo detalle: pero a partir de la int<strong>el</strong>igibilidad de las luchas, de las estrategias y de las tácticas”. (FOUCAULT, M.: ‘Verdady poder’ en Microfísica d<strong>el</strong> poder, La Piqueta, Madrid, 1992, p. 179)ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net
(la sociedad) 12 . Entre ambas opciones, existen diferencias irreconciliables, diferencias por otra parte que nos abocanal tema, ya clásico en la reflexión teórica, entre partidarios de la adscripción metafísica 13 de los efectos imprevistosasociados a las prácticas sociales y aqu<strong>el</strong>los que someten tales irrupciones al azar b<strong>el</strong>icoso de una r<strong>el</strong>aciónde fuerzas, sin insertarlos a posteriori en una lógica extrínseca a los propios enfrentamientos 14 . En <strong>el</strong> caso de R.Cast<strong>el</strong>, esta fractura encuentra su momento ejemplar en la reconstrucción histórica de las vicisitudes d<strong>el</strong> salariadomoderno, en las ambigüedades recogidas por los documentos históricos 15 , pero también en la precaución explícitapor considerar la realidad social como algo donde nada-está-dado-de-antemano, en <strong>el</strong> sentido de no dependerde acciones premeditadas sino de efectos imprevistos motivados por prácticas o acciones más o menosd<strong>el</strong>iberadas.Tal es, en definitiva, la reconstrucción historiográficaque proporciona <strong>el</strong> libro d<strong>el</strong> autor francés, sin duda, unr<strong>el</strong>ato que no esquiva la b<strong>el</strong>icosidad d<strong>el</strong> proceso ni lacomplejidad d<strong>el</strong> problema.Dicho esto, conviene vol<strong>ver</strong> de nuevo al tema concernienteal debate ‘capital-trabajo’, así como al análisisteórico que subyace al estatuto asignado a cada uno d<strong>el</strong>os términos de la conexión. Pues bien, será de esto últimode lo que hablemos en lo que resta de exposición.Para <strong>el</strong>lo nos serviremos de aportes di<strong>ver</strong>sos que ahondanen la dirección adoptada por Cast<strong>el</strong>, en particularpor la de aqu<strong>el</strong>los que reclaman una visión d<strong>el</strong> trabajoo, mejor dicho, de la r<strong>el</strong>ación ‘capital-trabajo’, ajena alenfoque d<strong>el</strong> materialismo histórico tradicional, <strong>el</strong> cualprioriza una dimensión uni<strong>ver</strong>salmente antropológica d<strong>el</strong> mismo, como si este último (trabajo) fuese en <strong>ver</strong>daduna “potencialidad constitutiva en r<strong>el</strong>ación con los fundamentos histórico-materiales de las distintas formas deorganización social” 16 , y provocando así, digámoslo por anticipado, una imagen ciertamente trans-histórica d<strong>el</strong>trabajo, “causa o sujeto d<strong>el</strong> proceso de socialización capitalista” 17 .12.- Véase a este respecto los comentarios, siempre sugerentes, de IBAÑEZ, T.: ‘Adiós a la revolución y… ¡viva <strong>el</strong> gran desbarajuste!’en ¿Por qué Anarquismo? Fragmentos dispersos para un anarquismo sin dogmas, Anthropos, Barc<strong>el</strong>ona, 2006, pp.71-85.13.- Obviamente, la referencia a Heg<strong>el</strong> en este punto es clara. La idea de una ‘astucia de la razón’, que se muestra independientede la voluntad y <strong>el</strong> desarrollo de los pueblos, indica, en cierto sentido, una preocupación similar a la que aquí hemos tratadode poner de manifiesto. Heg<strong>el</strong> sabía d<strong>el</strong> carácter hetero-télico de la propia historia con respecto a la voluntad de los actores;sabía que de los planes y las intenciones que los hombres asignaban a sus acciones surgían efectos que ninguno de <strong>el</strong>loshabían pretendido en las mismas. Pero como sabía todo eso, supuso también, quizá de manera idealista, que dichos efectos(no previstos) respondían a su vez a la voluntad de un principio (espíritu, Geist) encarnado en <strong>el</strong> devenir espiritual de lahumanidad. He aquí, pues, la diferencia fundamental con respecto a los enfoques que las corrientes d<strong>el</strong> siglo XX imponen(léase, estructuralismo, materialismo histórico, historiografía serial, historia cultural de las prácticas sociales, etc.)14.- Véase a este respecto la redefinición d<strong>el</strong> concepto de “acontecimiento” (o suceso, évènement) propuesta por M. Foucault.Desde luego, ya no se trata de aqu<strong>el</strong> término largamente cuestionado (así como la temporalidad que él mismo llevaba inscrita)por la historiografía de los Annales. En Foucault, <strong>el</strong> concepto de ‘acontecimiento’ se resignifica de un modo estratégico.Una vez más, Foucault, lo pone en claro: “Suceso –por esto es necesario entender no una decisión, un tratado, un reino, o unabatalla, sino una r<strong>el</strong>ación de fuerzas que se invierte, un poder confiscado, un vocabulario retomado y que se vu<strong>el</strong>ve contra susutilizadores (…) algo distinto que aparece en escena” (FOUCALT, M.: Ibid., p. 20)15.- Hablando de la burguesía y de su pap<strong>el</strong> en la con<strong>ver</strong>sión al libre acceso al trabajo R. Cast<strong>el</strong> señala lo siguiente: “Mi interpretaciónes más bien que la ambigüedad constantemente subrayada a través d<strong>el</strong> análisis de estas posiciones era una ambigüedadreal, presente en los espíritus, porque estaba también en los hechos. Esta es la razón por la cual, a una lectura cínica(la burguesía en ascenso lo manipuló todo en función de su interés), yo prefiero otra, que permita reubicar este episodio revolucionarioen <strong>el</strong> largo término e introduzca una mejor comprensión de las peripecias de la cuestión social. (CASTEL, R.: Ibid.,p. 201.)16.- CASTILLO MENDOZA, C. A.: ‘Estudio introductorio’ en Op. cit., p. 10.17.- Ibidem.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.netYOUKALI, 5 página 167 Análisis de efectos / reseñas
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