2OPINIÓNEDITORIALOPINIÓNASOMARSE AL EXTERIORUna <strong>de</strong> las primeras cosas que el nuevo Director General <strong>de</strong>lINAEM ha hecho tras llegar a su cargo ha sido reunirse, conocasión <strong>de</strong>l último Festival <strong>de</strong> Alicante, con quienes <strong>de</strong> unmodo u otro están implicados en la creación, la interpretacióny la promoción <strong>de</strong> la música contemporánea española para tratar <strong>de</strong>diseñar un estado <strong>de</strong> la cuestión. Juan Carlos Marset ha manifestadoque sus planes para la música contemporánea están pensados en undoble horizonte temporal. Uno, más amplio, “abarcaría varias legislaturas”y compren<strong>de</strong> la creación <strong>de</strong> un gran centro a la manera <strong>de</strong> laparisina Cité <strong>de</strong> la Musique y un conjunto sobre el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>l EnsembleInterContemporain. Dado cómo se hacen las cosas en España,pensar en más allá <strong>de</strong> una legislatura suele ser ingenuo o utópico aunquela i<strong>de</strong>a sea buena. El otro horizonte es inmediato y, naturalmente,tiene que ver con las subvenciones, eterna muleta y foco <strong>de</strong> conflictosdifícilmente evitables.Convendría no olvidar, sin embargo, que también en la culturaexiste esa palabra que en <strong>de</strong>terminados ámbitos marca con un anatemaa quien la pronuncia o la escribe: mercado. ¿Por qué temerla y nohacerle frente? ¿Por qué no ir más allá <strong>de</strong> la inmediatez y crecer enambición? La música española merece estar mejor situada en nuestrasociedad y en el mundo y la estrechez <strong>de</strong> su circuito necesita algo másque un dinero ocasional. Necesita, por ejemplo, proyección exterior,una buena presentación <strong>de</strong>l producto a quienes <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n las programaciones<strong>de</strong> las orquestas o los festivales, especializados o no, que cuentanen el mundo, y hasta hacerle <strong>de</strong> vez en cuando algún encargo aalgún gran compositor extranjero como <strong>de</strong>mostración —aunque seguramentecriticada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro— <strong>de</strong> que no somos una cultura provincianay con la intención más o menos disimulada <strong>de</strong> aprovechar suefecto mediático.La presencia <strong>de</strong> nuestra cultura fuera <strong>de</strong> España es, lo sabemos,mucho menor <strong>de</strong> lo que creemos —incluso <strong>de</strong> lo que creen nuestrasautorida<strong>de</strong>s en la materia—, y no se trata <strong>de</strong> que no nos quieran, sino<strong>de</strong> que, en general, y salvo unas cuantas excepciones clamorosas, nonos conocen. Hay que aprovechar, sin duda, los canales <strong>de</strong> difusiónque ya existen. Y por eso es buena la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> involucrar al InstitutoCervantes en el asunto, aunque no olvi<strong>de</strong>mos que su <strong>de</strong>dicación preferenteno es la música y probablemente su papel sea más el <strong>de</strong> apoyoque el <strong>de</strong> ejecutor. Hay que ser más audaces, tratar <strong>de</strong> crear para lamúsica española <strong>de</strong> hoy esa imagen <strong>de</strong> marca que han logrado otorgara la suya países tan diferentes como el Reino Unido —ahí está elArts Council, como ejemplo <strong>de</strong> promoción— o Finlandia —con suFinnish Music Information Centre.Y, claro está, irradiar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro, atraer un público nuevo, nosólo, por <strong>de</strong>cirlo así, especializado, encantado <strong>de</strong> haberse conocido,endogámico en suma. Quizá fuera bueno, a estos efectos, replantearseseriamente —sin sentimentalismos, quiere <strong>de</strong>cirse— el papel que juegahoy el Festival <strong>de</strong> Alicante, buena muestra <strong>de</strong> la creación actualpero limitado escaparate <strong>de</strong> la misma ubicado en una ciudad que leda la espalda. El Centro para la Difusión <strong>de</strong> la Música Contemporáneaha <strong>de</strong>mostrado con sus conciertos en el Museo Reina Sofía que escapaz <strong>de</strong> moverse en la dirección correcta, lo que le otorga un margen<strong>de</strong> confianza para buscar un mo<strong>de</strong>lo más ambicioso, capaz <strong>de</strong> convertirseen un referente internacional y en un polo <strong>de</strong> atracción para algomás que los meros profesionales. Tenemos los mimbres, los compositores,los intérpretes, un público potencial al que convertir en real sise le atrae sin apriorismos ni falsos rigores. Vivimos un excelentemomento para la música contemporánea que es, a<strong>de</strong>más, una especie<strong>de</strong> ahora o nunca.
OPINIÓNLa música extremadaTIEMPOS DE VINILODiseño<strong>de</strong> portadaArgonautaEdita: SCHERZO EDITORIAL S.L.C/Cartagena, 10. 1º C28028 MADRIDTeléfono: 913 567 622FAX: 917 261 864Internet: www.scherzo.esE mail:Redacción: redaccion@scherzo.esAdministración: revista@scherzo.esPresi<strong>de</strong>nte: Santiago Martín Bermú<strong>de</strong>zREVISTA DE MÚSICADirector: Luis SuñénRedactor Jefe: Enrique Martínez MiuraEdición: Arantza QuintanillaMaquetación: Iván PascualFotografía: Rafa MartínSeccionesDiscos: Juan Manuel VianaEducación: Pedro SarmientoJazz: Pablo SanzLibros: Enrique Martínez MiuraPágina Web: Iván PascualConsejo <strong>de</strong> Dirección: Javier Alfaya, ManuelGarcía Franco, Santiago Martín Bermú<strong>de</strong>z, EnriquePérez Adrián, Pablo Queipo <strong>de</strong> Llano Ocaña,Arturo ReverterDepartamento Económico: José Antonio AndújarDepartamento <strong>de</strong> publicidadCristina García-Ramos (coordinación)cristinaramos@scherzo.esMagdalena Manzanaresmagdalena@scherzo.esDOBLE ESPACIO S.A.primerespacio@teleline.esRelaciones externas: Barbara McShaneSuscripciones y distribución: Choni Herrerasuscripciones@scherzo.esColaboradores: Cristina García-RamosImpresiónSAN GERMÁNDepósito Legal: M-41822-1985ISSN: 0213-4802<strong>Scherzo</strong> Editorial, S. L. , a los efectos previstos en elartículo 32.1, párrafo segundo <strong>de</strong>l vigente TRLPI, seopone expresamente a que cualquiera <strong>de</strong> las páginas <strong>de</strong><strong>Scherzo</strong>-Revista <strong>de</strong> música, o partes <strong>de</strong> ellas , seanutilizadas para la realización <strong>de</strong> resúmenes <strong>de</strong> prensa.Cualquier acto <strong>de</strong> explotación (reproducción,distribución, comunicación pública, puesta a disposición,etc.) <strong>de</strong> la totalidad o parte <strong>de</strong> las páginas <strong>de</strong> <strong>Scherzo</strong>-Revista <strong>de</strong> música, precisará <strong>de</strong> la oportuna autorización,que será concedida por CEDRO mediante licencia <strong>de</strong>ntro<strong>de</strong> los límites establecidos en ella.© <strong>Scherzo</strong> Editorial S.L.Reservados todos los <strong>de</strong>rechos.Se prohíbe la reproducción total o parcial por ningúnmedio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias,grabados, o cualquier otro sistema, <strong>de</strong> los artículosaparecidos en esta publicación sin la autorización expresapor escrito <strong>de</strong>l titular <strong>de</strong>l Copyright.TavionaAveces el porvenir está esperandoen el pasado. Igual que en lasciuda<strong>de</strong>s más civilizadas <strong>de</strong>Europa se <strong>de</strong>scubre que el porvenir<strong>de</strong>l transporte público son lostranvías, en los tiempos <strong>de</strong>l MP3 y <strong>de</strong>liPod la gente joven más aficionada a lamúsica se asombra ante la mo<strong>de</strong>rnidad<strong>de</strong> los discos <strong>de</strong> vinilo, que la generaciónanterior —la nuestra— había <strong>de</strong>scartado<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace unos veinte años afavor <strong>de</strong>l CD, tan irreflexivamente comolos planificadores urbanos <strong>de</strong> los sesenta<strong>de</strong>scartaron los tranvías para <strong>de</strong>jarpaso a la invasión brutal <strong>de</strong> los coches.La superstición <strong>de</strong> lo nuevo a toda costase va viendo que fue una <strong>de</strong> las másdañinas <strong>de</strong>l siglo pasado: el papanatismo<strong>de</strong> lo último, la urgencia <strong>de</strong> no quedarseatrás, <strong>de</strong> abrazar lo recién inventadono fuera a que alguien le llamara auno retrógrado o antiguo. Nunca apren<strong>de</strong>mosque lo que distingue a la modaes pasarse <strong>de</strong> moda, y que nadie es máspatético que un joven que persiste en lajuventud cuando ya la ha perdido. Afinales <strong>de</strong> los años ochenta casi todosnos apresuramos a <strong>de</strong>scartar nuestrasqueridas colecciones <strong>de</strong> elepés porquenos convencimos <strong>de</strong> la infinita superioridad<strong>de</strong> los compactos: sonaban muchomejor, ocupaban menos espacio, noacumulaban polvo, permitían la recuperacióndigital <strong>de</strong> sonidos que <strong>de</strong> otraforma se habrían perdido, etc. Algunas<strong>de</strong> esas ventajas eran ciertas. Pero loque nos atraía, en el fondo, no era tantola calidad superior <strong>de</strong>l sonido como laapariencia <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>rnidad <strong>de</strong> los nuevosaparatos, la sofisticación <strong>de</strong> laspequeñas pantallas que obe<strong>de</strong>cían tandócilmente a los mandos a distancia, elbrillo plateado <strong>de</strong> los discos, la simplecomodidad <strong>de</strong> no tener que darles lavuelta… Con gran felicidad <strong>de</strong> los fabricantes<strong>de</strong> equipos <strong>de</strong> sonido y <strong>de</strong> lascompañías <strong>de</strong> discos nos faltó tiempopara lanzarnos a comprar, que era en elfondo <strong>de</strong> lo que se trataba. De prontolos elepés que habíamos estado adquiriendocon tanta codicia hasta unosmeses antes nos parecían <strong>de</strong> un arcaísmolamentable. Casi todos los míos seme quedaron atrás, en un cambio <strong>de</strong>casa y <strong>de</strong> vida, como se quedan atráslos electrodomésticos primitivos que yanadie quiere.Hace poco me dio la pista uno <strong>de</strong>mis hijos: el vinilo es lo último. La generaciónque educó el oído con la asepsia<strong>de</strong> los sonidos digitales <strong>de</strong>scubre en unviejo elepé el estremecimiento <strong>de</strong> algoque se parece mucho más a las sonorida<strong>de</strong>sverda<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> los instrumentos, ylo que nosotros <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñamos porque senos había vuelto obsoleto para ellos tieneun punto <strong>de</strong> romanticismo tecnológico:el disco negro y bruñido girando enel plato, la aguja que se posa en el primersurco, la tenue crepitación, la músicaque empieza a sonar con una fuertesugestión <strong>de</strong> presencia. Me acordé <strong>de</strong>algo que había visto con cierta intrigaunos meses atrás en Nueva York: salía<strong>de</strong> comprar discos en Virgin, don<strong>de</strong> nohabía nadie más que yo en las secciones<strong>de</strong> jazz y <strong>de</strong> música clásica, y me fijé alpasar en una tienda <strong>de</strong> vinilos <strong>de</strong> segundamano. Estaba llena <strong>de</strong> gente.El porvenir no es <strong>de</strong>l todo el pasado,pero tiene mucho que ver con él.Ahora algunas <strong>de</strong> las noveda<strong>de</strong>s másestimulantes que escucho son discosque compré hace más <strong>de</strong> veinte años yque daba por olvidados o perdidos, quehabían estado esperando intactos en elinterior <strong>de</strong> sus fundas como el arpa <strong>de</strong>Bécquer, y que me asombran por sufrescura, por su punto <strong>de</strong> aspereza, porla cercanía física <strong>de</strong>l sonido. Los tesorosmás valiosos no se pier<strong>de</strong>n por el robo,sino por la negligencia o el <strong>de</strong>sdén <strong>de</strong>quien no supo disfrutarlos. Escuchar unelepé da tanta felicidad como viajar entranvía por una capital culta <strong>de</strong> Europa.Antonio Muñoz Molina3