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Giulietta Simionato Las Sonatas de Scarlatti Glenn Gould ... - Scherzo

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OPINIÓNLa música extremadaTIEMPOS DE VINILODiseño<strong>de</strong> portadaArgonautaEdita: SCHERZO EDITORIAL S.L.C/Cartagena, 10. 1º C28028 MADRIDTeléfono: 913 567 622FAX: 917 261 864Internet: www.scherzo.esE mail:Redacción: redaccion@scherzo.esAdministración: revista@scherzo.esPresi<strong>de</strong>nte: Santiago Martín Bermú<strong>de</strong>zREVISTA DE MÚSICADirector: Luis SuñénRedactor Jefe: Enrique Martínez MiuraEdición: Arantza QuintanillaMaquetación: Iván PascualFotografía: Rafa MartínSeccionesDiscos: Juan Manuel VianaEducación: Pedro SarmientoJazz: Pablo SanzLibros: Enrique Martínez MiuraPágina Web: Iván PascualConsejo <strong>de</strong> Dirección: Javier Alfaya, ManuelGarcía Franco, Santiago Martín Bermú<strong>de</strong>z, EnriquePérez Adrián, Pablo Queipo <strong>de</strong> Llano Ocaña,Arturo ReverterDepartamento Económico: José Antonio AndújarDepartamento <strong>de</strong> publicidadCristina García-Ramos (coordinación)cristinaramos@scherzo.esMagdalena Manzanaresmagdalena@scherzo.esDOBLE ESPACIO S.A.primerespacio@teleline.esRelaciones externas: Barbara McShaneSuscripciones y distribución: Choni Herrerasuscripciones@scherzo.esColaboradores: Cristina García-RamosImpresiónSAN GERMÁNDepósito Legal: M-41822-1985ISSN: 0213-4802<strong>Scherzo</strong> Editorial, S. L. , a los efectos previstos en elartículo 32.1, párrafo segundo <strong>de</strong>l vigente TRLPI, seopone expresamente a que cualquiera <strong>de</strong> las páginas <strong>de</strong><strong>Scherzo</strong>-Revista <strong>de</strong> música, o partes <strong>de</strong> ellas , seanutilizadas para la realización <strong>de</strong> resúmenes <strong>de</strong> prensa.Cualquier acto <strong>de</strong> explotación (reproducción,distribución, comunicación pública, puesta a disposición,etc.) <strong>de</strong> la totalidad o parte <strong>de</strong> las páginas <strong>de</strong> <strong>Scherzo</strong>-Revista <strong>de</strong> música, precisará <strong>de</strong> la oportuna autorización,que será concedida por CEDRO mediante licencia <strong>de</strong>ntro<strong>de</strong> los límites establecidos en ella.© <strong>Scherzo</strong> Editorial S.L.Reservados todos los <strong>de</strong>rechos.Se prohíbe la reproducción total o parcial por ningúnmedio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias,grabados, o cualquier otro sistema, <strong>de</strong> los artículosaparecidos en esta publicación sin la autorización expresapor escrito <strong>de</strong>l titular <strong>de</strong>l Copyright.TavionaAveces el porvenir está esperandoen el pasado. Igual que en lasciuda<strong>de</strong>s más civilizadas <strong>de</strong>Europa se <strong>de</strong>scubre que el porvenir<strong>de</strong>l transporte público son lostranvías, en los tiempos <strong>de</strong>l MP3 y <strong>de</strong>liPod la gente joven más aficionada a lamúsica se asombra ante la mo<strong>de</strong>rnidad<strong>de</strong> los discos <strong>de</strong> vinilo, que la generaciónanterior —la nuestra— había <strong>de</strong>scartado<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace unos veinte años afavor <strong>de</strong>l CD, tan irreflexivamente comolos planificadores urbanos <strong>de</strong> los sesenta<strong>de</strong>scartaron los tranvías para <strong>de</strong>jarpaso a la invasión brutal <strong>de</strong> los coches.La superstición <strong>de</strong> lo nuevo a toda costase va viendo que fue una <strong>de</strong> las másdañinas <strong>de</strong>l siglo pasado: el papanatismo<strong>de</strong> lo último, la urgencia <strong>de</strong> no quedarseatrás, <strong>de</strong> abrazar lo recién inventadono fuera a que alguien le llamara auno retrógrado o antiguo. Nunca apren<strong>de</strong>mosque lo que distingue a la modaes pasarse <strong>de</strong> moda, y que nadie es máspatético que un joven que persiste en lajuventud cuando ya la ha perdido. Afinales <strong>de</strong> los años ochenta casi todosnos apresuramos a <strong>de</strong>scartar nuestrasqueridas colecciones <strong>de</strong> elepés porquenos convencimos <strong>de</strong> la infinita superioridad<strong>de</strong> los compactos: sonaban muchomejor, ocupaban menos espacio, noacumulaban polvo, permitían la recuperacióndigital <strong>de</strong> sonidos que <strong>de</strong> otraforma se habrían perdido, etc. Algunas<strong>de</strong> esas ventajas eran ciertas. Pero loque nos atraía, en el fondo, no era tantola calidad superior <strong>de</strong>l sonido como laapariencia <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>rnidad <strong>de</strong> los nuevosaparatos, la sofisticación <strong>de</strong> laspequeñas pantallas que obe<strong>de</strong>cían tandócilmente a los mandos a distancia, elbrillo plateado <strong>de</strong> los discos, la simplecomodidad <strong>de</strong> no tener que darles lavuelta… Con gran felicidad <strong>de</strong> los fabricantes<strong>de</strong> equipos <strong>de</strong> sonido y <strong>de</strong> lascompañías <strong>de</strong> discos nos faltó tiempopara lanzarnos a comprar, que era en elfondo <strong>de</strong> lo que se trataba. De prontolos elepés que habíamos estado adquiriendocon tanta codicia hasta unosmeses antes nos parecían <strong>de</strong> un arcaísmolamentable. Casi todos los míos seme quedaron atrás, en un cambio <strong>de</strong>casa y <strong>de</strong> vida, como se quedan atráslos electrodomésticos primitivos que yanadie quiere.Hace poco me dio la pista uno <strong>de</strong>mis hijos: el vinilo es lo último. La generaciónque educó el oído con la asepsia<strong>de</strong> los sonidos digitales <strong>de</strong>scubre en unviejo elepé el estremecimiento <strong>de</strong> algoque se parece mucho más a las sonorida<strong>de</strong>sverda<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> los instrumentos, ylo que nosotros <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñamos porque senos había vuelto obsoleto para ellos tieneun punto <strong>de</strong> romanticismo tecnológico:el disco negro y bruñido girando enel plato, la aguja que se posa en el primersurco, la tenue crepitación, la músicaque empieza a sonar con una fuertesugestión <strong>de</strong> presencia. Me acordé <strong>de</strong>algo que había visto con cierta intrigaunos meses atrás en Nueva York: salía<strong>de</strong> comprar discos en Virgin, don<strong>de</strong> nohabía nadie más que yo en las secciones<strong>de</strong> jazz y <strong>de</strong> música clásica, y me fijé alpasar en una tienda <strong>de</strong> vinilos <strong>de</strong> segundamano. Estaba llena <strong>de</strong> gente.El porvenir no es <strong>de</strong>l todo el pasado,pero tiene mucho que ver con él.Ahora algunas <strong>de</strong> las noveda<strong>de</strong>s másestimulantes que escucho son discosque compré hace más <strong>de</strong> veinte años yque daba por olvidados o perdidos, quehabían estado esperando intactos en elinterior <strong>de</strong> sus fundas como el arpa <strong>de</strong>Bécquer, y que me asombran por sufrescura, por su punto <strong>de</strong> aspereza, porla cercanía física <strong>de</strong>l sonido. Los tesorosmás valiosos no se pier<strong>de</strong>n por el robo,sino por la negligencia o el <strong>de</strong>sdén <strong>de</strong>quien no supo disfrutarlos. Escuchar unelepé da tanta felicidad como viajar entranvía por una capital culta <strong>de</strong> Europa.Antonio Muñoz Molina3

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