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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Pero surgió un imprevisto para desgracia de nuestra amiga norteamericana,pues delante de nosotros viajaban dos niños de entre cuatro y seis años unpoquito ruidosos.En cuanto los niños se percataron de que había una pasajera a la quemolestaban sobremanera con sus gritos y zarandeos, se recreaban viendo lacara de sufrimiento de aquella pobre mujer que a juzgar por el color rojizo desus ojos, debía tener una resaca considerable.La conversación que con mayor frecuencia oímos durante las casi ocho horasde trayecto era entre los niños y la ciudadana norteamericana, lo más curiosode todo, es que los padres de las criaturas consideraban normal elcomportamiento de sus fierecillas y nos les llamaron la atención en ningúnmomento.Niños:(Gritos, aullidos, golpes, tortazos)Norteamericana: Oh My God!En ocasiones después de que la pobre sufridora dijera su Oh my God!, unosde los niños se le quedaba mirando percatándose de su sufrimiento yhaciendo alarde de un sadismo que ni el Marqués de Sade en sus tiemposgloriosos, agudizaba un grito capaz de romper un vaso de whisky.El viaje se nos hizo bastante largo en un principio, pero después de unascervezas nos animamos un poco y el tiempo pasaba más rápido, nos dio laazafata un formulario que nos entretuvimos en rellenar como si se tratara deun crucigrama.Entre que mi nivel de inglés no es demasiado bueno y que ya llevábamosunas cervezas, le di a Don Quijote mi formulario para que lo repasara, falléen todas respondiendo afirmativamente, incluso entendí mal la últimaadvertencia de decía que en caso de responder alguna de las respuestasafirmativamente podrían denegarme el acceso al país.Menos mal que mi amigo Don Quijote tiene más nivel que yo, ya que estuvoun año de su vida viviendo allí, cuando me avisó de que todas mis respuestaseran erróneas, pedí a la azafata otro formulario y esta vez me tradujo DonQuijote cada una de las preguntas antes de responder.Cuando me leyó las preguntas, me quedé sorprendido de que el formularioque había rellenado antes era propio de una mente criminal y despiadada,menos mal que rectifiqué a tiempo y pude rellenar el formulario,efectivamente había respondido esta vez a todas negativamente, esta vez erael formulario propio de una persona que está en sus cabales.Preguntó una azafata en inglés a una pasajera Argentina que era invidenteporqué no había rellenado el formulario, como mi amigo Don Quijote habíaido al baño, salí cortésmente en la ayuda de la mujer con mi pobre nivel deinglés y con el deseo de no fallar esta vez en mi dicción como lo hiceanteriormente respondiendo las preguntas del formulario, le dije con miedo:- 132 -

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