12.07.2015 Views

Descargar original - Ediciona

Descargar original - Ediciona

Descargar original - Ediciona

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Salir del vehículo no me resultó nada difícil, puesto que no había bebido nigota de alcohol ya que en aquella etapa de mi vida era abstemio, pero alponer las manos en alto (cosa que hice sin mayor dificultad), mis pantalonesse cayeron al suelo dejando al aire mis calzoncillos negros (gracias al cieloque no tuve tiempo de quitármelos y que al ser negros disimulaban elconsiderable volumen de mi motor pasional cuando está a plenorendimiento).Afortunadamente este gesto arrancó una tremenda risa de cada uno de losagentes, circunstancia que aprovechó Soledad para hacer lo propio, mientrasyo permanecía rojo como un tomate y para tratar de arreglar en algo lasituación tan embarazosa en la que me encontraba le dije al agente, ¡es quese me había caído el cinturón y estábamos buscándolo.No sé si debido a que ya se habían reído bastante o tal vez por haberrecibido otro aviso más urgente por radio, el caso es que se marcharonrápidamente no sin antes advertirme que nos marcháramos de allí porqueestaba terminantemente prohibido estacionar en el arcén, que fuéramos aestacionar otro lugar a buscar el cinturón que decía haber perdido.Les agradecí la atención y, aunque no se lo dije directamente, tambiénagradecí el hecho de que no me multaran debido a la infracción cometida,que de haberse ceñido estrictamente a la ley, preveo hubiera sido de unimporte considerable.Esta hazaña fue muy comentada en muchas ocasiones de nuestra corta yefímera relación de cuatro meses, que estando ahora en un estado de paz ytranquilidad alto, recuerdo como muy gratos, aunque no puedo evitar quedentro de aquellos días, se produjera algún que otro suceso desagradable.Por aquel entonces en ocasiones me veía con mi amigo Rocinante, puestoque don Quijote huía despavorido al olor de una dama, siendo así, me llamóRocinante y pensé que sería buen idea presentarle a mi recién estrenadanovia Soledad.Rocinante se llevó a un amigo suyo y Soledad a unas compañeras de trabajo,situación ideal para que pudiera surgir la pasión entre algunos de losmiembros de la reunión, y así fue, pero entre miembros equivocados.El amigo que se llevó Rocinante se obsesionó con mi novia Soledad, pero lopeor fue que ella parecía disfrutar con aquella situación, hubo un momentoen que yo dejé de existir para aquella a quien había entregado mi corazón enbandeja y aunque la sinrazón me hacía estar muy aturdido y confuso, pudereflexionar, ¿hubiera reaccionado yo como lo hizo Soledad ante semejantesituación?, me respondió a mi cabeza un rotundo y sonoro, no.Ese hubiera sido el momento idóneo para haber abandonado aquellarelación que supe de inmediato tenía menos futuro que una gota de agua enel desierto del Sahara, pero aún así, la pasión era demasiado fuerte y quisecerrar aquella herida con fuego y la cerré, pero sin limpiarla bien, fue este elcomienzo del declive de la relación, a tan solo una semana de comenzar.- 160 -

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!