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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Escribo con una ilusión de que cualquier persona que haya pasado o algúndía pase por un bache en su vida que me esté leyendo mantenga su ilusiónen continuar la lucha, la esperanza de salir triunfante, una esperanza quetenemos la obligación de mantener hasta el día que nuestro corazón deje delatir, se lo debemos al privilegio de haber permanecidos vivos en unminúsculo y recóndito espacio de este universo, llamado tierra.Tras haber regresado de Tenerife de salvar a Zori y tras una pausa de unosdías en los que continué de baja laboral, necesitaba volver a la actividad,visité al psiquiatra y le expuse todos mis pensamientos de esperanza, deseguir adelante, me debió ver tan convencido que me entregó de inmediatoun informe con la recomendación para regresar al trabajo.Con toda la ilusión del mundo me dirigí a trabajar a Torrejón de Ardoz, en elcamino desde el tren hasta la oficina, me encontré con Leticia, ella ya no mehablaba desde hacía unos meses, deseé poder contarle que era un héroe,todas mis aventuras, pero me retiró la mirada, la que había sido la mejoramiga que había tenido en un trabajo, ya no quería saber nada de mí.Recuerdo con alegría el primer día que me incorporé a Indra Sistemas S.A.,me sentaron junto a una chica muy bella, morena de piel, ojos oscuros y conuna sonrisa pintada en la cara, pronto hicimos tanta amistad de tal modoque necesitábamos estar siempre juntos.Llegó un día en el que nos separaron de sitio, pero manteníamos lacomunicación enviándonos mensajes por la red informática, tal eracomplicidad de ambos que incluso llegué a darme cuenta que estabadesatendiendo mis tareas y le pedía que no me enviara tantos mensajes, estola enojó muchísimo, pero a la salida del trabajo, mientras caminábamoshacia el tren, se nos olvidaba que existía un mundo, solo estábamos ella y yo.Me enamoré de Leticia, al diablo con el tópico de que no se debe intimar connadie del trabajo, esta vez estaba segurísimo, ella era mi amor verdadero, nohabía lugar a dudas, nos compenetrábamos a la perfección.Un día a la vuelta del trabajo me pidió que le acompañara a su empresaporque iba a firmar su contrato, ella trabajaba en una empresa de serviciosque ofrecía personal para trabajar en mi empresa, a la vista estaba queenviaban de lo mejorcito, no tengo palabras para describir a Leticia.Pero tras el golpe de Zori, estaba a punto de recibir otra terrible decepción,al confesarle mis sentimientos por ella, Leticia me confesó que tenía unnovio destinado en Serbia y que iba a venir a Madrid en pocos días.Cuando le pedí explicaciones de por qué había tardado tanto en confesarmeque tenía novio me confesó, algo que rompió mi corazón en mil pedazos, secalló que ya tenía novio porque había estado jugando con mis sentimientos.Nadie puede imaginar cómo me dolía el alma ante esa traición, pero aún así,traté de conservar al menos la amistad, pero ella decidió finalizar en aquellaterraza de la calle Arturo Soria, esa amistad en la que tanta fe había puesto.- 190 -

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