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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» ¡Por Fin Vacaciones!Las vacaciones de San Vicente fueron las primeras que disfruté desde hacíaaños. Era el primer año que salíamos de vacaciones mi mujer y yo.Acostumbrado como estaba a ir solo o con malas compañías de vacaciones,se valora mucho más cuando te encuentras que quien te acompaña es unapersona con la que se puede convivir.Las vacaciones del año anterior habían sido en compañía de los «amigos»que a veces se pagan las cañas y confieso que en ocasiones llegaba a pensarsi el raro era yo, en muchas ocasiones me hacían dudar. Pero estando con mimujer pude corroborar que esos «amigos» eran peor que las hienas deldesierto.Con Marga todo era sencillo, disfrutamos mucho de cada uno de los sitiosque visitamos, el plan que teníamos era por la mañana ir a la playa y por latarde hacer alguna excursión, ya no recuerdo la cantidad de sitios quevisitamos en tan solo una semana. De noche salíamos a dar un paseíto y atomar algo.Comillas era un pueblo muy llamativo, recuerdo dos lugares mágicos, uno deellos fue el capricho de Gaudí, con esa arquitectura tan peculiar que tetransporta al país de las maravillas sin apenas darte cuenta, un lugar muytranquilo y bello.Otro lugar que resultó mágico era la casa de los duques de Almodóvar cuyasparedes estaban adornadas de verde, bromeábamos con la idea de comprarla casa para irnos a vivir allí. La verdad que creo difícil encontrar un lugarmás tranquilo y bello que Comillas.En general la imagen que pude llevarme de Cantabria es de sumatranquilidad, un lugar en el que disfrutar de la paz que sus lugares eimágenes poco a poco van introduciendo en el alma. Son de unaindescriptible belleza las cascadas naturales que se forman en el valle del Pascon el paso de una lluvia pasajera, tras la lluvia desaparecen como si setratara de espejismos.En una semana Cantabria se nos hizo pequeña y nos adentramos porhorizontes más lejanos como la vecina Asturias, una visita al santuario deCovadonga con tan mala fortuna de haber elegido para visitarlo el día deldescenso del Sella.Como podíamos regresar por la tarde, nos fuimos a Luarca, lugar dondehabía veraneado de niña Marga y al que le hacía ilusión regresar. Aunque yalo conocía, me resultó placentero volver a ver ese pueblecito pesquero tanbonito.Estuvimos comiendo una mariscada donde acaba el puerto en compañía delas gaviotas, de las cuales a una se le ocurrió la feliz idea de tirarse al plato,tras la colleja que se llevó debió pensar que era mejor no volver a intentarlo,aunque de lejos seguía mirando las sabrosas pinzas de buey de mar.- 243 -

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