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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Recuerdo que un profesor del instituto, una eminencia, nos habló de lasolimpiadas de matemáticas, solían ganar siempre los países más pobres, casime sale la frase «tercer mundo», si llegaremos a ser clasistas, que somoscapaces de partir el mundo para diferenciarnos del resto.Además de mi compañero, el actor alicantino aventurero, me topé con lahorma de mi zapato, otro escritor, que como yo, dona alegremente su obra alrespetable con la ilusión de que un día llegue a manos de alguien que laconsidere realmente buena.No supe que era escritor hasta que al llegar a mi casa le envié un correopidiéndole que me enviara las fotos del rodaje, cuando las recibí, quedéimpresionado de su calidad, no solo por haber sido hechas con cámaradigital, sino por su gran expresividad.Aproveché el correo para invitarle a leer la primera parte de mi libro Zori, meagradeció el detalle, pero me sorprendió con algo que no esperaba, me envióun cuento que había escrito, esto me ha producido gran ilusión.Probablemente si es usted de los primeros que me leen, haya sido yo mismoel que le haya invitado a leer mi obra de modo gratuito, yo no sabía hastaahora que sensación puede causar en alguien que un escritor en persona, leinvite a leer su propia obra, al menos a mí me ha hecho bastante ilusión.Es un modelo a elegir por todos los escritores del planeta, donar los primerosejemplares a distintos lectores al azar, qué mejor manera de incentivar a lalectura, si es el propio autor de la obra el que te regala un ejemplar.Debo reiterarme en agradecer el empeño y dedicación de todos aquellos queme posibilitaron conocer a gente como este escritor, gente de un valorincalculable, mientras aquellos que un día del año dos mil tres medefenestraron de mi vida laboral y tantos otros que siguieron sus pasos,siguen metidos en sus aburridas oficinas engordando y cebando susmalolientes culos.Habrá notado el lector que hoy no estoy de humor, debo reconocer quedetalles como negar el desayuno a los figurantes me alteran un poco, aunquetengo el don de olvidar pronto.Tras este desahogo, creo haber quedado satisfecho con unas cuantasdedicatorias al responsable de semejante discriminación, compareciendo a lamadre que le trajo, que la pobre tiene más desgracia que culpa de habergenerado semejante ser.Hemos hablado de tirarse a la piscina en sentido figurado, pero a misveintiún años allá por el año noventa, fui testigo del más gracioso salto a lapiscina de cabeza, en sentido literal, que jamás haya presenciado.El protagonista Anxo, un compañero de la universidad que, encontrándoseen estado sobrio, era el tipo más serio y cabal, llegaba a transformarsesobremanera cuando se tomaba unas copas de más.- 15 -

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