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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» El ExtintorTras el verano del noventa y tres me encontraba absorto mirando uno de esosmensajes subliminales que han quedado en mi memoria, esos que tienen unsignificado sencillo, pero que saben encierran un mensaje oculto que algúndía conseguiría descifrar.Era una pintada que había dejado algún subversivo del barrio en una paredde una casa cercana a la mía que decía:¡Gredos para la cabras, no para los cabrones!También en aquellos días sacudía mi mente una duda, era sobre unasecuencia de una película de Alfred Hitchcock, concretamente de Psicosis,después de ser asesinada la protagonista, puede verse su cara inerte bajo laducha con los ojos abiertos, ¿cómo demonios lograría el director que aquellaactriz permaneciera totalmente inmóvil, acaso le suministró una drogaparalizante?Ya habrá advertido el lector que mi filosofía de vida se basa en la dualidad,soy seguidor del pensamiento oriental en muchos aspectos y uno de ellos esen la inevitable existencia del yin y el yang, mi duda es, ¿por qué elegir elmal en lugar del bien?No comprendo por qué el ser humano tiende a elegir la maldad como estilode vida, es decir, sentir cierto grado de satisfacción infringiendo sufrimientoo molestias a nuestro vecino, es esta una duda que temo no encontrarrespuesta hasta el fin de mis días, pero al menos algo hay algo que si me haquedado claro, el que la hace, tarde o temprano, paga por sus fechorías.No pensemos que vamos a salir indemnes, ser malo sale caro, no hay mayorerror para un comerciante o un hombre de negocios que elegir la maldadcomo estilo de vida, no hay peor negocio que dicha empresa, su quiebra estáasegurada cien por cien.Nuestro mayor amigo, la historia, la memoria histórica nos repite día a día loque ha ocurrido y ocurre a quien elige el mal como estilo de vida, su ceguerale impide ver el desastre cuando lo tiene a la vuelta de la esquina.¿Quién es víctima y quién es verdugo?, aparentemente el que infringe el males el verdugo y quien lo sufre es la víctima, pero por fortuna para todos, tansolo en apariencia, ¿merece la pena elegir la maldad como estilo de vida?, meenorgullece poder afirmar categóricamente que no, en absoluto.Muchas de mis dudas han encontrado su respuesta a lo largo de mi vida, yotras muchas no, pero vivo con la esperanza de que llegue el día en quetodas mis dudas queden totalmente resueltas, eso sí, no tengo ninguna prisaen que llegue ese día.Se podría comparar el mal, la destrucción con uno de nuestros elementos, elfuego, y el extintor, ese capaz de combatir el mal con otro elemento, el agua.- 59 -

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