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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Conocía aquella mujer que en una ocasión me dijo que era «el amor de suvida», lo que no sabía yo el concepto que tenía ella de la palabra «vida»,vamos cuatro meses.Aquella mujer que te pide que confíes en ella cuando se salta a la toreratodos los valores básicos de una convivencia. Es fácil detectar este tipo depersonas.Si alguien te dice el segundo día de conocerla que eres «el amor de su vida»,ya puedes comenzar a pensar que ya ha empezado a mentirte o que tal vezesté algo desequilibrada, si esa persona espera a que pagues tú, además esque tiene mucha cara.Si esta persona sin venir a cuento te dice, que ella nunca pone los cuernos, yate puede a empezar a dar la risa, ten por seguro que ya tienes más cuernosque el toro de Osborne.Si a los cuatro meses, esa persona, te dice que vamos a darnos un respiro,que necesita tiempo, es que ya le empieza a resultar molesto estar con dos ala vez, te ha dejado.Pero aquella mujer al igual que los «amigos» de los que a veces se pagan lascañas, me empiezan a calentar los dedos, prefiero hablaros de personasauténtica, como mis padres, de una mujer con sus cinco letras y de unhombre con sus seis.Al regreso de mi viaje estaba aburrido, sin amigos y aún con algo devacaciones. Hice lo que normalmente solo hacía en casos de emergencia,chatear.Nunca me gustó chatear porque es demasiado difícil encontrar a alguien queno te insulte o te trate de hacer daño emocional, pero estaba demasiado solopara no correr ese riesgo.Después de unos cuantos insultos, vejaciones y las que dejaban de hablar deinmediato cuando les respondía mi edad o no lograban sacarme una fotomía, pinché a M_A_R. Recuerdo poco sobre lo que hablamos, el hecho esque estuvimos chateando hasta altas horas de la madrugada sin apenasdarnos cuenta de que pasaba el tiempo.Después de mucho hablar, pude deducir que era una buena persona,respetuosa y quedamos para ir a bailar, porque a ella también le gustabamucho salir a bailar.La llamé al mediodía y fue mi primera conversación por teléfono, tenía unavoz que me gustó mucho, como muy cariñosa, esto daba más fuerza a mihipótesis de que era buena chica.Me dijo que se había tomado un vermut (vermú) y que se había pillado unabuena castaña, me hizo reír y confirmamos que nos veríamos por la noche enuna discoteca en la que hacían quedadas los del chat.- 277 -

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