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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» A veces pienso la poca consideración de algunos pasajeros del metro, queparecen no darse cuenta que hay otros pasajeros que no quieren quedarse sinsaber qué demonios podría haberle pasado a la señora Dominga, menos malque aún iba por la estación de Pueblo Nuevo, hasta llegar a Óperaimaginaba que tendría tiempo de enterarme.Loli:Mari:¡Ay, Mari!, cuenta, cuenta, me tienes en ascuas¡Espera que te cuente!, ¿Sabes lo que te quiero decir?Lo bueno de leer libros, es que el que cuenta la historia puede resumir, lomalo, es que hay otras que no se pueden contar, me harté a reír (jarte, enAndalucía) con las expresiones en las caras de las señoras Mari y Loli, sinque estando a punto de llegar a Ópera supiéramos aún lo que le sucedió a laseñora Dominga.Mari:Loli:¡La Dominga compró el bar del pueblo!, ¿entiendes?¡Ay, por Dios!, madre del amor hermoso, ¡ya lo sabía!Llegué a Ópera con la convicción de que lo único que le había ocurrido a laDominga es que había comprado el bar del pueblo, imagino que nada malo,como pudiera parecer en un principio, me alegré por la salud de la señoraDominga y salí en Ópera camino de mi casa.El resto del trayecto lo pasé leyendo un libro, me impresionó que el propioautor considerara tres profesiones de suma importancia frente al resto, estaseran la medicina, la filosofía y el derecho.En nuestra sociedad se tiende a dar mucha importancia, a endiosar adeterminadas profesiones, siendo la figura del médico una de las másveneradas.Sin embargo, ¿en qué lugar dejamos al barrendero?, inevitablementeasociamos esta profesión con la suciedad, no podemos dejar de pensar que elbarrendero es un ser sucio, cuando realmente deberíamos agradecerle quenuestras calles estén limpias.¿Es más importante la profesión de un médico que la de un barrendero?,recientemente expuse esta pregunta a dos licenciados, recurrieron al viejotópico del duro esfuerzo del estudiante, cayeron en la trampa de la sociedad,realmente se creen seres superiores por tener estudios.Pediría a todos los licenciados, todos aquellos que visten traje y corbata,cuyo máximo esfuerzo físico diario es trasladarse en su flamante coche desdeel garaje de su casa al de su oficina, que un día aparcaran su coche, sequitaran el traje y la corbata y se pusieran el mono de barrendero.Solo entonces llegarían a comprender lo duro que es el trabajo de unbarrendero, tal vez comenzarían a valorar el esfuerzo que cada día realiza elque barre las calles o el que recoge las basuras, ese día comprenderían quetan valiosa o tal vez más, es la actividad del barrendero que la suya.- 55 -

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