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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Tras agradecerle su apoyo incondicional, me dispongo a disfrutar de unasvacaciones magníficas con un fondo azul marino de libertad, de todos loslugares que visité el que más me sorprendió fue la Villa Winter, la casa delingeniero alemán al que enamoraron las islas al igual que a mí.Hablar de don Gustavo, como se le llamaba en la isla, es aventurarse a hablarpor hablar, nada sé de este señor excepto que le gustaban las islas, tanto quesus restos descansan el Las Palmas de Gran Canaria.Si puedo hablar de lo que sé, obviando leyendas escabrosas fue un graninversor que colaboró en incentivar el turismo, por tanto se puede decir quehizo una gran labor por los intereses de los isleños y como no, del resto delos españoles.Pero no he venido a hablar de don Gustavo, vine a hablar de mi libro, bromasaparte, lo que me maravilló fue Villa Winter, un lugar mágico que mandóconstruir don Gustavo en la península de Jandia.Según me iba aproximando a la casa sentí un sudor frío que me advertía queera observado y me acerqué con precaución a admirar la torre, no sé por quérazón fue el primer lugar al que me llevaron las piernas y decidí continuar lavisita dejándome llevar.Después vi una gárgola de madera con una forma parecida a una serpientecon la cabeza muy gorda, cada una de las puertas que vi parecían tener unescudo que se repetía, imaginé que sería un símbolo familiar.Cuando accedí a la cocina, parte tan importante en una casa, me llamó laatención de que muchas puertas estuvieran tapiadas, esto añadía másmisterio si cabe a mi visita, me preguntaba qué se escondería tras esosmuros, ya me hubiera gustado tener una cocina así, menudos guisos me ibaa preparar.Vi algo que no me gustó, pasillos muy largos, si algo quitaría de mi casaserían los pasillos y cuando observo las habitaciones a las que conducenobservo que son pequeñas y sin ventanas.Me encuentro con trozos de vía y una vagoneta, caminando por losalrededores de la vía observo que hay unas vías que conducen a la montaña,decido dar freno a mi curiosidad, no por falta de ganas, pues me hubieraencantado haber encontrado el destino de aquellas vías, pero quería visitarotras zonas de la isla y darme un baño en la playa de regreso al hotel, decidímarcharme porque el tiempo se me echaba encima.Di por terminada mi visita a esta villa deshabitada, una de las sensacionesque me produce cuando visito lugares sin habitar es la de sentirmeobservado, tal y como he podido percibir en otros lugares como el sanatoriode Valpurgis o en el cementerio de Comillas.De todos estos lugares mágicos, solo tuve percepción física en el cementeriode Comillas donde una mano invisible me agarró el pie derecho.- 153 -

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