12.07.2015 Views

Descargar original - Ediciona

Descargar original - Ediciona

Descargar original - Ediciona

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Así fue como nos dirigimos a un lugar en el cual no había viviendasalrededor y cuando comenzamos a cantar apareció una pareja de la guardiacivil, chico y chica, que tendrían ocho años menos que nosotros.Argumentaron que estábamos incumpliendo la norma que prohíbe cantar enpúblico, yo me apresuré a pedirles disculpas por las molestias y queinmediatamente nos retirábamos del lugar, todos quedamos conformesexcepto Rocinante, que intervino.Rocinante:Pues a mí nadie me prohíbe cantar donde quiera.Este comentario provocó que los agentes se sintieran cuanto menosofendidos, y no solo ellos, yo también me indigné con Rocinante, no habíanecesidad alguna de provocar una situación indeseable y menos si cabecontra dos adolescentes armados con metralletas.Los dos jóvenes llegaron a alterarse en exceso, incluso dejaron lasmetralletas apoyadas encima de la parte delantera de su Land Rover anuestro alcance, entonces pensé porqué dejarían armados a dos jóvenes contan escasa preparación, de haber sido unos fugitivos, nos estaban dando laoportunidad de deshacernos del problema in situ.Afortunadamente no teníamos cuentas con la ley, ni intención de hacer dañoa nadie, pude convencer a los dos jóvenes agentes de que mi amigo estabatan respondón entre otras cosas, porque había bebido demasiado y quenormalmente no era así.Lo que no imaginaba ni por asomo mi buen amigo Rocinante, es que suimpertinencia le iba a salir cara, el precio de su osadía le costaron alrededorde cien mil pesetas (unos seiscientos euros).Dado que Rocinante era un muchacho de mano lenta, quiero decir, quenunca era el primero en levantar la mano cuando había que pagar, estoyconvencido que de haber sabido antes las consecuencias de su imprudencia,no hubiera abierto la boca.También debo agradecer a los dos jóvenes que tuvieran el buen criterio demultar únicamente al infractor, no de cantar en público, pues no era por esola multa, sino por resistencia a la autoridad.Creo recordar que en algún momento llegó a insinuar Rocinante quepodríamos haber hecho frente a medias al importe de la multa, a lo que lerespondí que a mí no me habían denunciado, pues no me había resistido enningún momento a la autoridad y mi único empeño en todo momento fueevitar males mayores.Como resultado Rocinante no tuvo más remedio que pagar la multa, le debiósentar bastante mal porque tardé mucho tiempo en volverle a oír cantar, creoque aún se debía pensar que la multa se la pusieron por cantar en público yno fue así, aunque considero imprudente la actuación de los agentes, no mepareció mal multarle, aunque quizá el importe fue excesivo.- 86 -

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!