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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Bienvenido, Mister MiguelTras un mes de vacaciones en Canadá, llegas a acostumbrarte al lugar y pesea que por fotografías sabíamos que el invierno era extremadamente frío dabamucha pereza tener que marchar de un lugar tan acogedor.Cuando mi amigo Don Quijote cargó su abultado equipaje se revolvió por elsuelo de dolor, tenía varias hernias de disco y cuando le daba el dolor, podíallegar a estar varios días sin apenas poder moverse.Tuve que cargar con su equipaje y el mío hasta el coche, que debíamosentregar esa misma mañana a la agencia de alquiler, me empezaban apreocupar por varias razones, una de ellas era tener que cargar con tantoequipaje, otra era si Don Quijote soportaría el viaje en autobús de regreso aNueva York.En la agencia de alquiler pude ver dos imágenes al mismo tiempo, una era lanuestra saliendo del coche reflejada en su cristalera, la otra imagen quepodía ver era la de los dependiente que, desde dentro, nos señalabanmientras no podían parar de reír.Especulamos sobre el motivo por el que se reían de nosotros y prontollegamos a la conclusión de que viendo a mi amigo Don Quijote salir delcoche con cara de dolor y echándose la mano a la espalda seguramentepensaron que éramos una pareja gay y a juzgar por la estampa, a mi metocaba el papel de activo y a Don Quijote el de pasivo sufridor de misembistes amorosos.No fue la primera vez que nos tomaros por pareja gay, la primera fue en elhotel de Niágara que nos dieron la suite nupcial, la segunda en el restaurantde Gananoque donde ponían las pizzas «All Meat Lovers», por loscomentarios que nos hacían las camareras nos dimos cuenta que pensabanque éramos pareja.Entregamos el coche y me tocó cargar con los equipajes hasta la estación,una vez montados en el autobús Don Quijote comenzó a tener unos doloresinsoportables y especulamos con la posibilidad de tomar un avión llegados aMontreal de seguir así.A mitad de camino le di una bufanda a Don Quijote y le dije que se la atarafuerte y lo más estirada posible a la cintura, un remedio casero que imaginétendría poco efecto, pero sorprendentemente dio resultado y cesaron losdolores.Debido al diferente formato horario que utilizan, confundimos la hora dellegada y en lugar de llegar a las doce de la mañana como esperábamos,estábamos en Nueva York poco antes de las doce de la noche.Conseguimos una habitación, cuando subimos nos encontramos con quesolo tenía una cama como la de Niágara, era evidente que pensaban queéramos pareja y tal vez por el cansancio ni siquiera protestamos.- 141 -

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