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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Sabía que para poder ayudar a Zori, yo mismo necesitaba ayuda, en muchasocasiones me había encontrado en situaciones de presión en mi entornolaboral, pero nada comparado con esto, me sentía desbordado y pedí ayuda aun profesional, un psiquiatra.Como por aquel entonces tenía un seguro médico privado, acudí a consulta aun médico psiquiatra situado en la inmediaciones del estadio SantiagoBernabéu, mientras le contaba mi situación, notaba que le estaba afectandomi relato, creí por un momento que había sido inútil este paso que habíadado, pero no fue así, tendría su importancia decisiva como una pieza en elengranaje de un motor de coche en su objetivo final, el movimiento delvehículo.El psiquiatra me firmó una recomendación para mi médico por la cualprescribía la conveniencia de causar baja laboral por el estrés al que estabasometido, y me dio otra recomendación, pero esta verbal, que me dejara deactos heroicos, aprovechara la baja para relajarme y dejara en manos de lapolicía el rescate de Zori, en esta última recomendación anduvo equivocado.La baja laboral me daba libertad de movimientos, lejos de utilizarla para mibeneficio, la utilicé para trasladarme a Tenerife y tratar de rescatar a Zori,junto con la ayuda de los agentes.Fue pensarlo y hacerlo, ya estaba en Tenerife, llamé a Zori, cuando le dijeque estaba en Tenerife no podía creerlo, también llamé al agente de policía,me dijo que sería muy recomendable que pudiera concertar una cita conZori, para ello tuve que ocultarle que vendría un policía a vernos, ella sehubiera negado a aparecer.Estaba en la habitación del hotel con Zori y llamaron a la puerta, ella dormíaen la cama cuando la desperté y le presenté al agente diciendo que era unbuen amigo mío.El agente se informó de primera mano de la situación utilizando una muybuena psicología con Zori, sin dejar de explicar la importancia que tenía queella tenía que denunciar su situación para poder dar el siguiente paso.El paso siguiente sería el rescate, finalmente le entregó una tarjeta con sunúmero de móvil, le dijo que el cualquier situación de peligro, no dudada niun instante en marcar.Zori estaba muy asustada, el agente me dio la mano y se despidió, al salir elagente de la habitación, Zori se puso echa una furia conmigo echándome encara que si la mataban, toda la culpa era mía.Luego se marchó Zori y no volví a verla, tampoco me contestaba al teléfono yen vista de que no podía hacer nada más, regresé a Madrid, pasaron los díasy volví al psiquiatra con la intención de pedir el alta médica.Me recomendó que continuara al menos unos pocos días más de baja, habíaestado sometido a una presión muy fuerte, yo acepté.- 187 -

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