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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Una noche loca con mi buen amigo Rocinante, terminó en un pueblo deCuenca llamado Mariana, salimos para celebrar que ese día me iba devacaciones y mi amigo olvidó que él si trabajaba al día siguiente, perodecidió jugársela una vez más y nos fuimos como carpanta, carretera ymanta.Cuando llegamos al pueblo, Rocinante llamó a su trabajo informando de quenuestro coche se había averiado en un pueblo de Cuenca y que no teníamosforma posible de regresar, hasta que el coche estuviera reparado, quedésorprendido de la facilidad de convicción de Rocinante, de ser yo el queestuviera al otro lado del aparato, seguramente hubiera creído lo que decía.En Mariana viven unos tíos de Rocinante y nos acogieron con los brazosabiertos, coincidió que eran las fiestas del pueblo y lo pasamos en grande,¿Qué mejor modo de comenzar las vacaciones que con unas fiestas?Rocinante tiene dos primas gemelas muy simpáticas, por aquel entoncestendrían alrededor de once años y se notaba que no estaban muyacostumbradas a las visitas porque no quitaban ojo de cada movimiento quehacía.Hace apenas tres años volví a ver a una de sus sobrinas, no la reconocíporque estaba hecha toda una mujer y cuando me la presentaron me dijo, yoa ti si te conozco, eres el chico que vino con mi primo al pueblo hace años, elque se planchaba las camisas.Dando marcha atrás a mi memoria, recordé que efectivamente habíainsistido en plancharme yo mismo la camisa, pues me parecía un exceso deconfianza que además de lo maravillosamente bien que me habían acogidosin tan siquiera ser de la familia, encima me tuvieran que planchar la camisa.Tengo que enviar un abrazo a la familia de Rocinante de Mariana por el tratotan especial, recuerdo nuestra llegada a aquella casa grande de pueblo, en laque enseguida reconocí alguien que me era familiar, la abuela de mi amigoRocinante.Conocía a su abuela porque se repartía el año viviendo cuatro meses en lacasa de Rocinante en Madrid, los cuatro siguientes en la casa de una tía deBarcelona y por último, para las fiestas, al pueblo a echarse un bailecito porlas fiestas, una mujer muy entrañable de la que guardo buen recuerdo.El resto eran los dueños de la casa, es decir, los tíos de Rocinante con susdos niñas gemelas y una tía de Barcelona que también se vino para las fiestascon sus dos hijos.Nada más llegar hubo celebración y pude comer algo que nunca antes habíaprobado, la escena de la mesa era muy parecida a una escena de una películade Indiana Jones en la que el postre era una cabeza de mono cortada paracomer su interior, estaba un poco sorprendido de ver cabezas de un animalen unos platos, pero para no llamar demasiado la atención, preferí nopreguntar de qué animal era aquella cabeza y comencé a comérmela.- 70 -

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