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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» LuthierEn nuestra familia siempre hemos convivido con una guitarra cerca. Aunquerecuerdo que cuando contaba con apenas cuatro años este instrumento meestaba terminantemente prohibido, tal vez porque al ser muy pequeño, podíaconfundirla con un juguete y darle un cachiporrazo.Cuando mi hermana mayor, la dueña de la guitarra había salido de casa, erael momento, me subía a una silla y cogía el instrumento prohibido, rasgabasus cuerdas y quedaba aturdido con el sonido armónico que embriagaba micabecita de cuatro añitos.Cuando pensaba que había peligro de que llegara alguien, guardaba laguitarra en su funda y me apresuraba a dejar aquel preciado instrumento queemitía unos sonidos que nunca antes había oído que evocaban a miimaginación un mundo nuevo de emociones, me parecía estar haciendo untruco de magia mientras con mis pequeños deditos golpeaba las cuerdas deaquella guitarra.También de muy pequeño tuve la suerte de ver en mi propia casarepresentaciones de flamenco de unos buenos amigos de mis padres Carmeny Ángel, ella bailaora y el guitarrista flamenco. Creo recordar con granexactitud aquella guitarra tan bonita, soñaba con ser mayor para poder teneruna igual.Quedaba embobado viendo la guitarra que creía más bonita del mundo, lade Ángel, ¡que madera más bonita!, ¡que sonidos más mágicos emitía esaguitarra! y ¡qué baile más bello el que realizaba Carmen con su vestido defaralaes!Ángel nos dejó como otros tantos maestros, pero queda el recuerdo. Haceapenas un año, Carmen que vino a visitar a mis padres y me pidió mi madreque tocara, interpreté para ella una soleá agradecido por aquellas imágenestan bellas de mi niñez.Carmen quedó muy asombrada, no solo por la soleá que acababa deinterpretar, gracias a que el destino me cruzó con mi maestro de guitarra,también quedó muy sorprendida cuando mi hermano Santi, el arquitectoluthier apareció con las seis guitarras que había construido con sus propiasmanos y el oud (laúd árabe) que adorna el salón.Con su especial sentido del humor, Carmen comentó, ¡pero bueno, es que enesta casa todos son artistas!, ella ha dirigido una escuela de baile en Alcorcónde la que a buen seguro han salido grandes artistas, pero estos de los deverdad.Quiero aprovechar para agradecer a Carmen aquellos momentos que meregaló cuando era niño, recuerdo que preparaba las mejores tortillasfrancesas que jamás haya probado, y que tenía el honor de saborear enaquellas ocasiones en que se me hacía tarde jugando con su pequeño PepeLuis, que era unos años menor que yo.- 219 -

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