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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Mi madre nació en Madrid, era hija de Gutiérrez y Álvarez. Los Gutiérrezeran hijos de un guarda agujas de Vicálvaro y los Álvarez de un terratenientedel pueblo de Vallecas que entre otras pertenecías, tenía el baile, aquel delque le había hablado en una ocasión a una compañera de trabajo su abuela.Mi abuelo materno, Tomás Gutiérrez trabajó muy duro desde niño, todossus hermanos empezaron trabajando muy jóvenes, cuenta que en su primertrabajo en una bombonería, les empacharon de bombones el primer día paraque no tuvieran tentaciones de probarlos más, al parecer debió surtir efectoporque cierta manía si debió coger a los dulces.De todos los oficios, en el metió la cabeza hasta su jubilación fue en unacompañía eléctrica. Yo recuerdo haber visto en casa algún aparato eléctrico yapuntes de electricidad, mi abuelo tenía una caligrafía estupenda, rasgo quesin duda no hederé de él.Mi abuela materna, Francisca Álvarez era una mujer muy religiosa, de ahíque según ella contaba, gracias a su fe incondicional, pudo salvar la vidacuando, estando en guerra, llevaba a mi madre en brazos y el destino lanzóuna bomba a escasos metros de ellas, afortunadamente el destino tambiénquiso que dicha bomba milagrosamente no estallara.Mi abuelo fue a por su partida de nacimiento para casarse, al decirle elnombre, el pensó que era un error, su nombre era, Altagracia Del MilagroJuana Francisca, era su nombre completo, en el nombre algo tuvo que veruna mujer dominicana que servía en casa, al parecer parte del nombre escomún en República Dominicana. Ese nombre tan largo, al final quedó enPaca.Gracias a Dios, también en otra ocasión en una corrida de toros se le escapóla espada al matador yendo directa hacia su corazón, en ese preciso instante,un caballero arrojó su capa hábilmente contra la espada, evitando así el fataldesenlace.Aunque no llegué a conocer a mi abuela, si pude conocer a su hermana, latía Carmen, que continuó viviendo en el pueblo de Vallecas. Mis recuerdosde ella son de una mujer muy afectuosa, quiso mucho a los nietos de suhermana, cuando ella ya no estaba.Las dos hermanas eran hijas del segundo matrimonio de mi bisabuelo, queal parecer debió poseer tierras y bastante dinero, aunque dicen las malaslenguas que le gustaba jugar y la buena vida.Como consecuencia de sus gestiones desordenadas, o bien sea por motivosque desconocemos y tampoco es que nos quiten el sueño, mi abuela y suhermana quedaron sin herencia. Bueno, casi sin herencia, ya que al menosles quedó la legítima, es decir, el dos por ciento de poca cosa.Como bien decía mi abuelo Tomás, el mejor dinero es el que con esfuerzo esganado. Ya que no heredamos un duro, quizá nuestra mejor herencia hayasido la espiritual.- 269 -

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