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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» La ManoEn alguna ocasión hemos sentido o creído sentir la presencia de algo que nose puede explicar de modo científico, quien no ha estado alguna vez en unareunión en la que se jugaba con un vaso o mediante una wija se invocaba aun espíritu y sin aviso previo se oía una voz misteriosa o una simple moscase posaba en nuestra nariz y nos hacía estremecer.No cabe duda que el ser humano por naturaleza teme lo espiritual, lo oculto.Teme la noche cuando la probabilidad de sufrir cualquier accidente seamayor durante el día que la actividad es mucho mayor.Tener un médico en casa lo convierte, imagino que en ocasiones muy a supesar, en objetivo de cualquier tipo de consulta médica que te pueda surgir,bien sea médica o de cualquier otra índole, máxime cuando el médico es tupadre y sabes de buena mano que es un gran conocedor de diversasmaterias.En materias espirituales bien sabía de las creencias cristianas de mi padre ycomo médico que era no negaba la evidencia de materias ocultas, muchosacontecimientos por descubrir por el ser humano desde que nos llevábamoslas manos a la cabeza de pensar ni tan siquiera que la tierra pudiera tener nimedio grado de curva, sabiendo que las curvas son sinónimo de pecado,pobre del incauto que dijera la tierra es redonda.Cuando le preguntaba a mi padre por todo lo referente al más allá lo reducíaa algo muy simple, su fe cristiana era inamovible y te daba un muy buenconsejo, no jugar con lo espiritual pues es algo que se ignora su manera defuncionar al igual que podía desaconsejar la afición de un informático por lasartes de la cirugía.El verano del dos mil siete había sentido una presencia espiritual, pero sin iren su busca, cuando se lo conté a mi padre, lo más seguro que pensó, estehijo mío está majara. Pero dada su diplomacia se limitó a decirme que loimportante es que saliera ileso del trance y no le diera la mayor importancia yasí hice.La sugestión es un elemento a tener en cuenta, en mi niñez una nochesaltamos la valla del cementerio de Guadarrama y al pisar el suelo, vimos quehabía tumbas iluminadas de un color verde fosforito, de una manerasobrenatural pegamos tal bote al ver semejante espectáculo que otra vez nosencontrábamos fuera del cementerio corriendo como alma que lleva eldiablo.Cuando éramos niños en Guadarrama oíamos hablar de fenómenossobrenaturales y cada uno le dábamos un toque especial, como a los guisos,obteniendo como resultando una película de género gore.Dábamos rienda suelta a la imaginación y cuando uno terminaba de contarsu historia, el otro se apresuraba a exponer otra que se iba creando y dandoforma mientras se iba contando, siendo a ser posible más terrorífica aún.- 240 -

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