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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Los BorrachosQue los excesos se pagan es algo que estamos acostumbrados a escuchar,pero raro es toparse con alguien que no haya cometido un exceso alguna vezen su vida, es por ello, que es recomendable cuidar la alimentación a diario,un exceso no ha de ser nocivo por necesidad, pero los excesos cotidianos sílo son.La borrachera tiene mala prensa, pero no podemos negar que alguna queotra vez no hemos cogido una buena castaña, aunque digamos una y milveces lo contrario, nos hemos divertido mucho aunque olvidamos pronto ladiversión al día siguiente, la resaca nos hace jurar en vano que nunca másvolveremos a repetir.Tampoco quisiera hacer apología de la borrachera, no soy ajeno al graveproblema del alcoholismo, no solo para el que lo padece, sino también paratodo aquel que tiene la desgracia de vivirlo cerca.Yo mismo me he negado a convertir el alcohol en un compañeros de viajes,mi vena rebelde me ha alejado de convertir su consumo en cotidiano, hesufrido en mis propias carnes las agresividad del que bebe más de la cuenta,pues entre mis antiguas amistades, alguno parecían la enfermedad delalcoholismo.Digo enfermedad, porque el que piense que no lo es, es un necio, llegó haceno mucho a mis oídos, cómo un médico en una terapia de grupo sacó dosgusanos que escondía en sus manos, uno lo metió en un vaso de agua y saliórápidamente a la superficie, el otro perdió su vida en el mismo instante queentró en contacto con el alcohol.Cuando el médico pidió opinión sobre lo ocurrido, uno de los presentesaseguró que mientras tomaran alcohol se mantendrían sanos porque ningúngusano podría habitar en sus cuerpos alcoholizados.Es otro ejemplo más de que solemos ponernos con frecuencia una venda enla cabeza y ver solo aquello que queremos ver, ayer mismo un señor mayorme empujó bruscamente para entrar antes que yo en el autobús, ya conocía aese tipo, no era ésta la primera vez lo hacía y cuando subí le recriminé suactitud.Me dijo en primer lugar que él era un señor mayor y por eso se colabasiempre, luego me dijo que le dejara en paz que le dolía la cabeza, yo le dijeel hecho de ser mayor no le eximía de comportarse civilizadamente, quedebería ser más educado y respetuoso con los demás.Si bien es cierto que algunos jóvenes olvidan la educación y el respeto haciatodos, en especial hacia los mayores que necesitan sentarse y nadie selevanta para cederles el asiento.Tampoco debemos reírnos de nuestros mayores, en un programa televisivose rieron de una anciana provocando que confundiera sobrio con ebrio.- 154 -

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