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50sombras 168

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—¿Te gusta?<br />

Casi puedo oír su sonrisa.<br />

—Mmm.<br />

Desciende hasta mis brazos, luego por debajo hasta las axilas, frotándome<br />

suavemente. Me alegro mucho de que Kate insistiera en que me depilara. Desliza<br />

las manos por mis pechos, y respiro hondo cuando sus dedos los rodean y<br />

empiezan a masajearlos suavemente, sin agarrarlos. Arqueo el cuerpo<br />

instintivamente y aprieto los pechos contra sus manos. Tengo los pezones<br />

sensibles, muy sensibles, sin duda por el poco delicado trato que recibieron<br />

anoche. No se entretiene demasiado en ellos. Desliza las manos hasta mi vientre. Se<br />

me acelera la respiración y el corazón me late a toda prisa. Siento su erección<br />

contra mi trasero. Me excita que lo que le haga sentirse así sea mi cuerpo. Claro…<br />

no tu cabeza, se burla mi subconsciente. Aparto el inoportuno pensamiento.<br />

Se detiene y coge una toallita mientras yo jadeo pegada a él, muerta de deseo.<br />

Apoyo las manos en sus muslos, firmes y musculosos. Echa más gel en la toallita,<br />

se inclina y me frota entre las piernas. Contengo la respiración. Sus dedos me<br />

estimulan hábilmente desde dentro de la tela, una maravilla, y mis caderas<br />

empiezan a moverse a su ritmo, presionando contra su mano. A medida que las<br />

sensaciones se apoderan de mí, inclino la cabeza hacia atrás con los ojos casi en<br />

blanco y la boca entreabierta. Gimo. Dentro de mí aumenta la presión, lenta e<br />

inexorablemente… Madre mía.<br />

—Siéntelo, nena —me susurra Christian al oído, y me roza suavemente el lóbulo<br />

con los dientes—. Siéntelo para mí.<br />

Sus piernas inmovilizan las mías contra las paredes de la bañera, las aprisionan,<br />

lo que le da libre acceso a la parte más íntima de mí.<br />

—Oh… por favor —susurro.<br />

El cuerpo se me queda rígido e intento estirar las piernas. Soy una esclava<br />

sexual de este hombre, que no me deja mover.<br />

—Creo que ya estás lo suficientemente limpia —murmura.<br />

Y se detiene.<br />

¿Qué? ¡No! ¡No! ¡No! Mi respiración es irregular.<br />

—¿Por qué te paras? —le pregunto jadeando.<br />

—Porque tengo otros planes para ti, Anastasia.<br />

¿Qué…? Vaya… pero… estaba… No es justo.

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