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50sombras 168

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5<br />

Todo está en silencio, con las luces apagadas. Estoy muy cómoda y calentita en esta<br />

cama. Qué bien… Abro los ojos, y por un momento estoy tranquila y serena,<br />

disfrutando del entorno, que no conozco. No tengo ni idea de dónde estoy. El<br />

cabezal de la cama tiene la forma de un sol enorme. Me resulta extrañamente<br />

familiar. La habitación es grande y está lujosamente decorada en tonos marrones,<br />

dorados y beis. La he visto antes. ¿Dónde? Mi ofuscado cerebro busca entre sus<br />

recuerdos recientes. ¡Maldita sea! Estoy en el hotel Heathman… en una suite.<br />

Estuve en una parecida a esta con Kate. Esta parece más grande. Oh, mierda. Estoy<br />

en la suite de Christian Grey. ¿Cómo he llegado hasta aquí?<br />

Poco a poco empiezan a torturarme imágenes fragmentarias de la noche. La<br />

borrachera —oh, no, la borrachera—, la llamada —oh, no, la llamada—, la<br />

vomitera —oh, no, la vomitera—… José y después Christian. Oh, no. Me muero de<br />

vergüenza. No recuerdo cómo he llegado aquí. Llevo puesta la camiseta, el<br />

sujetador y las bragas. Ni calcetines ni vaqueros. Maldita sea.<br />

Echo un vistazo a la mesita de noche. Hay un vaso de zumo de naranja y dos<br />

pastillas. Ibuprofeno. El obseso del control está en todo. Me incorporo en la cama y<br />

me tomo las pastillas. La verdad es que no me siento tan mal, seguramente mucho<br />

mejor de lo que merezco. El zumo de naranja está riquísimo. Me quita la sed y me<br />

refresca.<br />

Oigo unos golpes en la puerta. El corazón me da un brinco y no me sale la voz,<br />

pero aun así Christian abre la puerta y entra.<br />

Vaya, ha estado haciendo ejercicio. Lleva unos pantalones de chándal grises que<br />

le caen ligeramente sobre las caderas y una camiseta gris de tirantes empapada en<br />

sudor, como su pelo. Christian Grey ha sudado. La idea me resulta extraña.<br />

Respiro profundamente y cierro los ojos. Me siento como una niña de dos años. Si<br />

cierro los ojos, no estoy.<br />

—Buenos días, Anastasia. ¿Cómo te encuentras?<br />

—Mejor de lo que merezco —murmuro.<br />

Levanto la mirada hacia él. Deja una bolsa grande de una tienda de ropa en una

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